Todo tiene un final,
y como tal, está finalizando esta escapada, esta pequeña aventura
que ya dura unos dos años y medio.
Bailes regionales en Bea del Segura |
Al menos creo que
termina el viaje en motocarro. El pequeño está un tanto agotado, y
se nota. Hemos hecho juntos unos 8.000 kilómetros, y no está nada
mal. Cierto es que a poco tiempo de tenerlo le voló el pistón, pero
eso era porque pensaba entonces que tenía uno coche, y no una moto,
de modo que le daba mucha caña. Como decía la canción del pequeño
Marcos, “...suben y bajan montañas”… y el cacharrito se
esforzaba, sin más. Pero cuando dio todo lo que pudo dijo basta!, y
allí nos quedamos estancados, en algún lugar olvidado de la España
profunda.
Pero salvo ese
inconveniente, ha demostrado en mucho su valía.
El aviso de una
desgracia familiar aceleró este retorno, y en estos momentos estoy a
bordo del “Bahamas Mama”, esperando la salida hacia Palma de
Mallorca.
JAEN, MI (casi) ULTIMO
DESTINO
Me costó despedirme
de Joselu en Las Graceas, una pequeña aldea con ánimo de retornar a
su antiguo esplendor, para ser reconvertida en un lugar sostenible,
viviendo quizás mayoritariamente de la artesanía, aunque hay muchos
terrenos que esperan la llegada del agua para ser convertidos en
huertos, corrales de animales, gallineros, plantaciones diversas y
otros usos habituales del campo.
De momento se ha
restaurado una antigua casa, donde habita con su familia José Luis,
alias Joselu, un sevillano saleroso, su itálica esposa Zahira, y el
retoño de ambos, Nilo, que no se parece mucho al apacible río.
Inquieto, vital, unicamente echa en falta otros niños en la aldea
para poder armar algún hipotético equipo de fútbol, por el que
siente verdadera pasión.
Y cuando digo que me
costó despedirme, es porque nunca mejor dicho, porque esta familia
me hizo partícipe de su casa y de sus cosas, lo cual hizo que de
inmediato pareciera un viejo amigo de muchos años.
Y cuando me vieron
flaquear en momentos duros de esta pérdida familiar, allí encontré
una mano en el hombro, una reflexión calmante, una discreción
total. De modo que cuando tuve el pasaje en mis manos, y la fecha de
partida de este barco que ahora justamente tiembla mientras se aparta
del muelle, noté un cierto desasosiego por finalizar esta etapa.
Lo he pasado muy
bien con ellos, con sus amigos, con la gente que aún vive en la
aldea, o quienes he conocido en algunos salidas o visitas. El resto
del tiempo, unas horas de trabajo, desescombrando, moviendo piedras,
apilando leña, acarreando arena o colaborando en la terminación del
techado de una nueva casa para un mexicano al que conocí y compartí
habitación un tiempo, Jaime. Una máquina excava y quita piedras de
una tercera vivienda, de modo que poco a poco se va cumpliendo el
proyecto que se traen entre manos. Revitalizar y hacer sostenible un
pequeño pueblo casi abandonado.
RETORNO A LA CASILLA
DE SALIDA
Un descanso en el camino...a la sombra |
Es solo un grano de
arena en la inmensidad de la playa, pero muchos granos hacen
finalmente esta playa, y la labor local puede repercutir luego
globalmente. Cuantos más seamos, más aportaremos,
He pasado los
primeros días con la familia, intentando reconstruir los trozos que
una pérdida así deja. No sé cuál será mi labor en este asunto,
pero aquí estoy. Comienzo a encontrarme con viejas relaciones,
creando nuevos vínculos, intentando amoldarme a la vida en una
ciudad.
Me está costando
mucho. La isla está como cada verano, saturada de personas que
buscan pasar unas vacaciones inolvidables, y la gente y la isla se
presta para ello. Algunos intentan poner puertas al campo, pero se
deben olvidar que aquí se vive unicamente del turismo, de alguna
manera, y que poner piedras en el camino tan sólo consigue que ese
camino no se vuelva a utilizar.
Cena en las Graceas con Juanlu,Zahira y Jaime |
Y me cuesta
amoldarme al ritmo rápido de la ciudad. Acostumbrado este tiempo al
campo y las mariposas, el asfalto y los transportes no me van mucho.
Me había olvidado del clima, caluroso y pegajoso en este tiempo. Y
aquí está, por todas partes.
PERO SIGO DE WWOOFER
Entretanto, he
conectado con una granja cerca de la ciudad de Manacor, donde pasaré
unos días como voluntario a partir del 15. Así veré realmente si
puedo quedarme o continuar, aunque sea mochila al hombro, con los
sitios ecológicos.
Tengo aparcado en
Binissalem, una pequeña población donde vive una de mis hijas, el
motocarro. Le estoy dando unas merecidas vacaciones a él también, y
de paso, beneficiarme del transporte público mientras hago
conexiones. También necesita revisiones, que se las iré haciendo
“poc a poc”.
Descanso merecido |
Pero los estamentos
oficiales no comprenden – de momento – que se puede intentar
vivir una vida más saludable y activa, de colaboración y apoyo al
medio ambiente, aún cobrando una mínima pensión.
...y que me quiten
lo bailao!!!
En fin, que a perro
flaco le sobran pulgas, pero con entereza y positividad siempre se
sale adelante.
De momento,
preparado para mi próxima experiencia en el mismo campo.
Pero esto será
posiblemente tema para otra historia...o no.