Comenzar después de
un pequeño interludio...sería un re-comienzo ? .Supongo que sí.
De momento, es lo
que he hecho. Apuntaba en anteriores entradas en este blog las
dificultades habidas durante el último tiempo. Sobretodo la de
índole familiar que nos ha dejado a toda la familia tocada, muy
tocada. Y ésta fue una de las causas por las cuales abandoné Las
Graceas, en Jaén, enfilé el carricoche hacia el sur, y solamente me
detuve para embarcar en Denia, camino de Palma de Mallorca.
El tiempo continúa
su avance inexorable, y a un mes y pocos días del triste
acontecimiento, las cosas comienzan a recolocarse , o al menos cada
día que transcurre es un paliativo más para continuar con la
aventura cotidiana y alejarnos de ese “gri-gri” que nos marcó un
fatídico día 13.
Vista de la aldea de Las Graceas |
Afortunadamente,
todo el mundo le ha echado cara al asunto, y los ánimos van
permitiendo una especie de regreso a la normalidad, entre comillas,
pero que es necesario para afrontar con temple, serenidad y
positivismo nuestros actos cotidianos. La vida sigue...
VOLVIENDO A LAS
ANDADAS
De manera que tras
unos cuantos días de reencuentro, intercambio de opiniones, lágrimas
y consuelo mutuo, finalmente decidí seguir con mi aventura como
voluntario, de momento, y en las cercanías , al menos
geográficamente, para intentar aportar en cualquier momento lo que
sea que aporte mi presencia física en relación con la familia.
Que no unicamente
cercanía mental, que siempre lo físico será mucho más cercano.
Tengo también que
ponerme un poco al día con las redes sociales, que últimamente
tengo bastante abandonada, pero los ánimos no estaban muy boyantes
para ello. Cuesta dejar ciertas cosas de lado, pero no hay otra
manera, al menos por el momento.
Y me he ido de
“wwoofer” a una finca ubicada a unos kilómetros de la ciudad de
Manacor, cuna de Rafa Nadal y de otros ilustres, donde fui recibido
con muy buena disposición por parte de Joan, su mujer Petra, y sus
hijos Jordi y Laura.
En esos momentos
también se encontraba Chloe, una voluntaria inglesa de veinte y
pocos años, con quien tuve oportunidad de compartir tareas, comidas
y charlas durante un cierto tiempo, hasta que retornó a su Brighton
natal.
Ocurrió una
coincidencia curiosa durante su estadía. Yo leí en esos momentos un
libro de Patricia Highsmith, titulado “Crímenes imaginarios”,
que había tomado de una bien provista biblioteca con que contamos en
nuestra cocina-comedor-salón. Uno de los temas principales de la
novale ocurría precisamente en Brighton y en algunas poblaciones de
los alrededores , muchos de los cuales Chloe conocía de sobra, así
como indicaciones de calles y avenidas, o barrios donde transcurría
dicha novela. La novelista estab bien documentada, al parecer.
Bien. El caso es que
me encontré nuevamente trabajando en un par de huertos que el
matrimonio cuenta en un lugar cercana a la vivienda, a unos dos o
tres kilómetros de Manacor, y seis o siete del sitio donde estamos.
Mallorca y demás islas del archipiélago |
Como en muchas otras
ocasiones, los productos de dichos huertos son vendidos directamente
al consumidor, en mercadillos o puestos ecológicos, y en este taco
también, en un mercado bisemanal que se instala en la denominada
Plaza de los Patines, en la capital mallorquina. De manera que dos
veces por semana, se trabaja más intensamente el día anterior, en
la recolección, preparación y carga de una furgoneta que muchas
veces me asombra por el cálculo al milímetro en la disposición de
la carga. En una ocasión, hubo que colocar la Renault Master en una
bajante, para que se pudieran cerrar las puertas traseras, cargada
hasta los topes como iba.
He conocido la venta
en mercados, ya que durante muchos años realicé ese tipo de
actividad. Levantarse al alba, o antes (en este caso salen poco
después de las cinco de la mañana), para recorrer los 30 ó 40
kilómetros que le separan de Palma, montar el puesto, preparar la
mercanciía y vender, o intentar hacerlo, durante toda la mañana,
hasta pasado el mediodía. Trabajo a la inversa, desmontar el puesto
y cargar, y llegar a tu casa a las 3 ó 4 de la tarde.Ducha, comida
y siesta obligatoria para reponer fuerzas.
VEREMOS QUÉ OCURRE
Así, varios días a
la semana. Dos de mercado efectivo, y dos de duro trabajo anterior. Y
el resto… sembrar, recolectar, regar, cuidar animales, limpiar,
ensacar productos, quitar hierbas, pasar escardillo, abonar tierras,
y los mil un detalles que jalonan la labor del campo.
Esto es un aviso
para navegantes. Hay muchas personas que habitualmente viven en
ciudades, que quieren, a través del voluntariado, conocer la vida en
el campo. Solamente les digo que suele ser dura...y en ocasiones muy
dura. Pero asimismo muy gratificante, si te gusta la tierra, las
labores agrícolas y hortelanas, los amaneceres y atardeceres en paz
y tranquilidad, en una íntima comunión con el Universo.
Una vista en las cercanías del huerto |
La finca se
corresponde con el lugar donde está ubicada. Viviendas en piedra
vista, el material que más abunda por estos lares, sobrio y
confortable a la vez, conviviendo con personas parcas en palabras y
gestos, como corresponde a mucha gente del campo. Los huertos están
en una tierra más amable, con menos piedras y más humedad, y las
tareas son menos enérgicas, o al menos de índole menor a algunos
sitios por donde he andado.
Ambiente típicamente
mediterráneo, donde nos hacemos nuestra propia comida, pero siempre
provistos de adecuado avituallamiento por parte de los propietarios.
Y melones y sandía a manta. Creo que en pocas ocasiones, si es que
ha habido alguna, en las cuales he despachado tantos melones y
sandías. Sobre todo los primeros, deliciosos y variados. Incluso en
muchas oportunidades, a la hora de terminar la faena, nos reunimos
bajo un árbol a degustar algún melón en compañía, e intercambiar
opiniones sobre el trabajo o la vida cotidiana, el tiempo y sus
circunstancias.
Chloe se acaba de
marchar, y soy el único voluntario en estos momentos, lo cual podría
incidir en el hecho de prolongar mi estancia un cierto tiempo. Si
fuera así, tengo apalabrada otra finca para el mes que viene cercana
a la localidad de Campos, sobre la cual tendré que concretar
próximamente sobre mi presencia allí, o de lo contrario comenzar a
pensar en la probabilidad de continuar como “wwoofer” en alguna
finca de la península o de otras islas vecinas.
Pero esto puede ser
motivo de otra historia...o no.
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