domingo, 22 de noviembre de 2015

SALIENDO DE TERUEL

Una de las últimas colaboraciones :Pintura en el cartel del camping


El momento ha llegado, y se termina la estancia en Nogueruelas. De modo que apuro los últimos días con Txus, Tamara, José y el pequeñito Oriol, así como la gente que he venido conociendo en este mes y medio que estuve por La Torre.
Aprovecho para reafirmar amistades, durante las salidas a las fiestas locales, por la noche a ver algún partido de fútbol en los bares, perdiéndome en el monte y dándome así a conocer como el tonto del día que salió para el otro lado y lo pilló la noche caminando por una pista forestal de tierra. Hay gente muy interesante, gente que me ha impresionado, de la cual me despido con tristeza, con ganas de proseguir el contacto.
Pero así es la historia de un viaje. Se llega cuando se llega ,conoces el entorno, y cuando estás trabando conocimiento con nuevos amigos, te tienes que ir.
Me voy comenzando la temporada trufera
Pretendo hacer asimismo una operación salida a la francesa, para evitar los últimos minutos de despedida, ya que eso no se me da muy bien. Elijo un martes por la mañana, temprano. Aún llevo los ecos de la juerga que nos mandamos el domingo. Comilona por todo lo alto, una “torrada” con corderito tipo ternasco, chorizos, panceta, pimientos con huevo, ensaladas y resto de cosas ricas que acompañaron a la reunión. Unos 15, aproximadamente, un día de solazo y tranquilidad, y sobremesa larga como corresponde.
Adiós, adiós, mucha suerte, y para ti también.
Recorro lugares como el camping, acompañado un rato por “Pequeño” , el perro de casa, que está un poco en capilla, porque se escapó al monte días pasados, y está sujeto a su cadena. Comienza a disfrutar de la caseta que le montamos, aunque le resulta extraña. Subo a la ermita de Santa Bárbara, a unos 1400 metros de altura, para ver el inmenso panorama que desde allí se ofrece. Paseo con uno de los dos gatos que suele acompañarme. El otro, el de Cristina, un persa de varios años, se mantiene receloso aunque le gusta que le acaricien detrás de la oreja. Su compañero, "gato" (no creo que tenga nombre, o al menos no lo sé), se apresura dos o tres paso adelante y se acuesta, para que lo acaricies, y luego pega la vuelta, para  que le rasque el otro lado.
Bajo caminando hasta el pueblo para ver con Txus un partido de fútbol de alguien contra alguien. Lo que importa es la tertulia, las cervecitas compartidas, el rato de charla, un buen instante.

LA SALIDA

Esa mañana, bajo cargado  con parte de mis cosas después de acomodar un poco mi habitación. Lo trato de hacer en silencio para que no se despierten.
Craso error !!
Tamara está en la cocina:
-Te estoy preparando un café - detalle añadido que agradezco sobremanera.
 El sonotone o como se llame, un walkie talkie conectado con su habitación, vigila el sueño de Oriol. Txus ya andaba por el huerto preparándome una caja enorme de hortalizas y verduras para que las disfrute con mi hija en Alicante, (cosa que por otro lado estamos haciendo con mucho placer),.
Adiós, adiós y buena suerte !
De modo que la sorpresa fue mía. Me despido con tristeza de los tres (José se había ido más temprano), lagrimones, garganta prieta y adiós adiós, gracias por todo.
Pero el ánimo con la carretera se va templando, de modo que avanzo ligero y presuroso, haciendo primero un alto en El Salero, el bar más concurrido, donde Oscar ya está atendiendo a la parroquia. Saludos, cortado y sigo viaje. Próxima parada prevista en la Venta del Aire, desde donde comienza realmente la carretera que he elegido. Desde allí a Jérica, porque quedando de paso, quiero sorprender a Laura, cuñada de José y esposa de Ramón, que trabaja en una entidad bancaria desde hace un par de días. Se trasladó desde otra sucursal más lejana, y tuve la fortuna de que me llevara en un viaje anterior, a solucionar problemas de papeles en la provincia de Castellón.
De modo que sí la sorprendí, cuando salía de la panadería con su merienda, me despedí y continué viaje, por la misma carretera que mil años antes transitó el Cid Campeador.
Me sentía un poco Cid, con mi Babieca particular ronroneando en el asfalto. Pero creo que él tenía otros planes. Momento crucial, el de entrar en la autovía, para pillar un cruce.
Prrrrrrrrrr!!!!!! El motocarro se encalla como la primera vez que se gripó. Como entonces, en medio de la carretera. Aún más: ahora en la autovía. Pega un frenazo y clava las ruedas traseras en el asfalto. Avisado por la vez anterior, lo pongo en punto muerto y sigo andando para poder salir del tráfico.

LA FORTUNA TE SONRÍE



Pero no obstante, el pequeño eligió un excelente momento para avisarme que estaba  demasiado caliente. Era una cuesta muy pronunciada donde le estaba dando mucha caña, de modo que alcancé a llegar a la cima. Me esperaba un largo descenso. Fui a unos 50 kms. por hora bajando como dos kilómetros o más. Nervios a flor de piel y aviso a los demás conductores. Me ciño al arcén, como toca. El motocarro se iba quedando y yo mirando desesperado  los carteles indicadores. Uno de ellos me dio una alegría, ya que indicaba  que a 300 metros había una  salida. Llegué justo  justo para salir  de la autovía y poder aparcar en  un pequeño descampado junto al camino, al lado de una rotonda.
Paciencia. Tendría que esperar a que se enfriara. Y luego ver si funcionaba.
Pasando junto a un parque eólico 
Me preparé un pequeño tentempié. Miré el paisaje, me escondí a hacer aguas menores entre las plantas junto a un cauce seco, encendí la radio, comprobé el nivel del aceite, hice todo para poder quedarme quieto en medio de un lugar no deseado, hasta que se enfrió el motor.
Con sumo cuidado lo puse en marcha. Le costó un poquito arrancar, me subí y puse primera .Prueba de fuego para el porvenir.
Arrancó tranquilo y ronroneando, de modo que seguí viaje. Avisé que haría paradas varias y diversas a lo largo del camino restante, hasta que al atardecer, llegaba a Alicante sin mayores inconvenientes. Respondió muy bien, al parecer el motocarro solamente estaba un poco cabreado porque le dí mucha caña, pero luego, “poc a poc”, cumplió como un campeón.
Ello me indicó que debía prolongar el viaje, y se alejaron un poco los negros nubarrones que podrían poner en peligro una continuidad del mismo. Sin mi compañero, una parte grande de la ilusión se esfumaría.

Hoy no es así, y la idea primigenia permanece…aunque eso puede ser otra historia….o no.



lunes, 16 de noviembre de 2015

ENORME INCENDIO EN LA TORRE

Así ardía el tejado y la tercera planta de la masía
La Masía de Torre de los Frailes, el sitio donde me encuentro como voluntario, es desde hace más de 10 años un proyecto que un grupo de jóvenes intentaba poner en marcha, luego de cuarenta años de letargo e inactividad en esta vivienda. El edificio y los prados colindantes pertenecen al Ayuntamiento de Nogueruelas, y fue fruto de una cesión más o menos obligada mucho tiempo atrás de la Iglesia, su  antigua propietaria. En ella habitaron frailes que ejercían su función en la región, y de allí tomó el nombre, que hoy en día se ha ido acortando  por el de “La Torre”, un centro social donde además de su condición de granja ecológica, productora de frutas y hortalizas que son dignas de conocerse ..y saborearse, llevan a cabo distintas opciones con grupos que requieren su estancia allí para talleres, conferencias, charlas, retiros, etc.
El año 2008 fue funesto para la vieja masía de 300 años de antigüedad. Los miembros del grupo, que en ese momento debatían la posibilidad de abrir una gran sala comunitaria y dos o tres habitaciones para nuevos pobladores, vieron como una columna de humo, negra y espesa, bajaba por la escalera que comunicaba sus tres plantas. No solamente eso, sino que cuando salieron a observar el origen de la humareda, se encontraron con que una larga lengua de fuego jugueteaba en la cumbre del tejado.
Era la noche del 30 de marzo de 2008, cuando la historia, el proyecto, la habitabilidad y la continuidad del edificio se vieron realmente amenazados.

EL INCENDIO

Se trabajó toda esa noche y parte del día siguiente en la extinción del incendio. Afectó a dos de las tres plantas del edificio, y las consecuencias se sintieron en toda la masía. A las seis de la tarde, un grupo cansado, ahumado, hambriento, tiznado y alicaído se reunió en el exterior del edificio, sintiendo en su cuerpo y en su ánimo una serie de conflictos :miedo, ansiedad, extenuación, desgana e impotencia...pero por sobre todo: determinación.
Reunión a las siete de la tarde del día siguiente, para hablar
de la posible reconstrucción de la vivienda
No dejarían que su proyecto se viese truncado por ese incendio. Valoraron los daños, cuantiosos económicamente e imposibles de realizarlos por sí mismo, pero con colaboración y ayudas comenzaron las tareas de desescombro, que les llevó una semana a dos o tres cuadrillas que se turnaban en la limpieza y adecentamiento del lugar. Se había perdido todo el tejado, la causa aún era incierta, (aunque todo apuntaba a un sobrecalentamiento de una caldera, una suciedad en la chimenea o más probablemente la cercanía de ciertas tuberías a materia inflamable), y quitar todo lo perdido era una tarea voluminosa.
Se pusieron a la tarea, en el abril más lluvioso desde hacía 30 años. Y llegó mayo, y se fue, y seguían trabajando. Desmontaban los restos del alero, serraban las vigas de madera, lanzaban escombro por las ventanas , intentaban reutilizar la escalera. Aún hoy quedan vestigios y restos de la deflagración habida entonces, como un aviso a sus ocupantes. La escalera muestra escalones quemados, algunas vigas dejan caer alguna vez un poco de hollín y carbón de antiguas heridas, y al fregar el suelo puedes notar piedras quemadas que soportaron muchos grados de calor aquella noche.

SEIS AÑOS DESPUES



Cambiaron muchas cosas desde que se comenzó la reconstrucción de la antigua masía. El grupo inicial se disolvió, algunos se fueron y llegaron otros nuevos, y poco a poco fue tomando cuerpo la realidad que es hoy en día Masía La Torre, centro social.
Al principio se hizo el trabajo un poco de aquella manera, con algunos desconocimientos técnicos que luego obligaron a cambiar el enfoque y retomar trabajos que se creían terminados. Pero es cuando existe voluntad y perseverancia cuando finalmente se llega a concluir una faena de este tipo. No obstante, hoy en día hay una edificación que luce con orgullo sus heridas de aquella noche del 2008, y que dispone de un enorme salón con suelo de madera y vigas vistas, luz a raudales, y nuevas instalaciones como baño múltiple, habitaciones, calefacción, luz eléctrica procedente de paneles solares ubicados en el camping adyacente (que también gestiona La Torre), agua abundante que en ocasiones debió auxiliarse con agua procedente de fuentes cercanas, (durante una sequía prolongada hace años) como la Fuente de la Cava, o la del merendero municipal, la fuente de la Caridad, ubicado a un centenar de metros y muy visitada los días 3 de mayo de cada año.
Ese día, la gente visita la ermita de Santa Bárbara, festejando el día de su patrona, y luego se desplazan hasta la falda del cerro de 1300 metros, hasta la fuente de la Caridad, donde se hacen una suculenta merendola, como es habitual por esta zona.

HOY EN DIA

Bien, quizás es que la masía está santificada
Subsanados hace mucho tiempo los inconvenientes del incendio, La Torre centro social es hoy en día un referente obligado en Nogueruelas y su región, por las diferentes actividades que realizan en ella, así como por la participación en otras ideas locales que suelen atraer a un interesante número de visitantes extras. Hace un par de semanas, ocho buscadores de setas , luego un grupo de solucionadores de conflictos, anteriormente unos amigos que buscaban paz y tranquilidad, y así va el mundo.
Abandono en pocos días este que además de un lugar de colaboración en mi actividad de “wwoofer viajero”, ha representado para mí un sitio inmejorable para poder conocer de refilón una de las provincias más olvidadas  o desconocidas de España ; Teruel.
Y eso que aquí nació o vivió Ramón Arcusa , el rubito en su tiempo del famoso Dúo Dinámico, y junto a la placa que conmemora la distinción, sigue en pie la casa de sus padres. O que se encuentra junto a Rubielos de Mora, que no es Mora de Rubielos, aunque esté uno pegado al otro (12 kms.), o que por el camino que asciende a La Torre pasó en su tiempo, mil años atrás, Babieca, uno de los caballos más famosos de la historia, y su caballero, aún más famoso: El Cid Campeador. O que su trufa negra sea tanto o más famosa que sus “rovellons”, “rebollón”, “Esclata sang”, o como quiera que se llame ese tipo de champiñón. Que por cierto hoy mismo comienza la recolección de esta excrecencia enterrada, que produce en la región varias toneladas de este tubérculo tan codiciado.O “cómo es que en un pequeño pueblo de 300 habitantes se encuentre instalada  una enorme cúpula con telescopio al uso para mirar el magnífico espectáculo de las estrellas en un cielo diáfano”. Muchas variables en un pequeño lugar…

Pero esto sin duda será material extra para otro tipo de historias..o no.



sábado, 7 de noviembre de 2015

Perdido en el bosque



Una de las facetas interesantes de estar viajando, es que en poblaciones pequeñas como Nogueruelas ( llegó a tener 1150 habitantes, y hoy  habrá unos 300, con suerte), cualquier novedad es bienvenida, es tema de conversación, se renueva el material habitual en la plaza, el parque infantil, los bares. Esto me ha venido sucediendo mucho, cuando la gente del lugar se interesa por tu locura en motocarro.

Y es motivo de muchas bromas, de chanzas, de buen humor y muchas rondas cerveceras habitualmente. Existen dos sitios con wifi, de modo que aparezco de tarde en tarde por el Hotel La Casa Grande, o por el Bar  Salero,  Allí me instalo con el ordenador y comparto con mi gente estas pequeñas aventuras.

Una de las cosas por las cuales Nogueruelas es conocido en esta temporada, es por sus setas  y sus trufas negras.

Amplia y variada gama de setas comestibles existen en las laderas de sus montes cercanos. El pueblo está rodeado literalmente por montes poblados de pinos, carrascas o encinas, matorral bajo y musgos que permiten florecer los productos micógenos. El Ayuntamiento te cobra por recoger una cantidad determinada, y tú te paseas con tu cestita, tu navaja y tu mochila, en busca de “peu de ratas”, Rovellones ( o rebollones, como les llaman aquí deformando una palabra catalana), plateras, babosas, pedos de lobo o “fredalines”, entre otras variedades que no conozco. Tampoco es que sepa mucho del asunto, pero tengo a Txus que a la vez es un guía experto para grupos foráneos que llegan con el mismo fin durante todo este mes. Y sobre todo, me cuido muy mucho de coger una Amanita, un verdadero peligro para el ser humano medio despistado.

EN BUSCA DE SETAS

Había estado en un sitio denominado “el Cuarto”, una zona montañosa hasta donde llega una pista forestal de tierra. Fuimos a comprobar la existencia de setas porque venía la televisión a filmar, y Txus era uno de los protas. Luego de un día completo filmando y trasladándose de un sitio a otro, la TV aragonesa plegó sus bártulos y se fue. A los dos días fuimos a recoger algunas setas  con Txus. El tiene los tickets de cobro, así que ningún problema. Recogimos como para una cena abundante, y algunas determinadas a congelar,  para más adelante. El sitio es un bosque continuado, interminable, que sube y baja montes, que filtra la luz del sol de forma tamizada, y que te hace sudar a poco de andar. Sitio hermoso, con una temperatura estos días que te invita a caminar por la ladera de los montes, en busca de esos pequeños tesoros.

Ningún problema, llevamos a “Pequeño”, un enorme perrazo que más o menos cuida la casa,y volvimos con la caída del sol. Nos prometemos otra visita más adelante, y vaya si lo cumplimos sobradamente.

PERDIDO EN EL BOSQUE

El día de retorno fue el viernes. Recuperados de dos salidas lunes y martes o así, cuando fuimos a ver fútbol al bar Salero (en casa no hay, como es habitual en estos sitios), y regadas abundantemente las acciones del Barça un día y del Madrid el otro en plan de buen rollito, por la tarde, después de trabajar, comer y dormir una siestecita, nos vamos Txus, Pequeño y yo a por más. Mismo sitio, mismo horario, mismos protagonistas.

Quedamos en retornar junto a la furgo en un par de horas, y allá que vamos. Y me meto por aquí, por allá y por acullá. Y hay unos cuantos “rovellons”, y lleno una media cesta. Pequeño iba y venía, se metió en un charco y paseaba sus patas embarradas buscando alguna novedad.

Total que se acerca la hora, y tiro para la furgo. O al menos eso pensé.

Había un barranco largo, y esperaba rodearlo para poder bajar. Pero seguía y seguía, y cuando tengo un risco despejado para mirar el paisaje, no reconozco el lugar.

Verdaderas maravillas en el bosque, como este caminito de setas
Pas probléme. Saco el móvil, aviso a Txus que no sé volver, y le describo el lugar. No hay cobertura, de modo que vía watshapp un mensaje, hasta tanto consiga llamarle. Pongo en marcha el GPS, por si no encuentro una salida.El lugar donde descendí era un conjunto de tres casas cercanas, un valle con chopos, vacas poco curiosas y un arroyuelo. Llego hasta las viviendas, y están abandonadas. Se me está echando la noche encima.

…Y el móvil tiene poca batería, cómo no ¡

No recibía contestación de Txus, de modo que envío mensajes a Tamara, para que le avise a mi compañero, por si acaso él tuviera cobertura.  De las masías abandonadas partía una especie de sendero, la noche ya es una realidad, de modo que olvido a Txus, espero que le informen, y yo entretanto me voy por la pista. Es el modo más fácil de salir de un bosque. Conducen siempre a un lugar poblado.  Hay una media luna colgada en el cielo, y mal que bien distingo la pista y evito algunas piedras grandes. Una caída puede ser una grave complicación.

Dejo algunas señales sobre el camino, por si me buscan. Efectivamente.

Entra un watshapp sobre una loma, entran llamadas, no alcanzo a contestar y ya no tengo cobertura…y se me agota la batería. Leo un mensaje de Tamara: “Que dice Txus si vas por una pista asfaltada o no. Que ya ha avisado a la Guardia Civil”. Me detengo a responder y el móvil se muere.

Finito.

Pues bueno. Paciencia. Salen las primeras estrellas , el clima no es muy frío, aunque en la mochila viene  acompañándome mi chubasquero, por si acaso., El terreno es pedregoso y hay que caminar con cuidado.

En un momento dado, unos jabalíes corren entre los matorrales gruñendo. Pues vaya!! Cojo un palo del suelo por las dudas, mientras llevo en la espalda la mochila, y en el otro brazo la cestita con los champiñones. Faltaba más!. No hay que descuidarlos, ni ponerlos en una bolsita de plástico, ni nada de eso. Primera lección de recogida de seta: El hongo no se tiene que romper. De modo que para ello la cesta de mimbre y la navaja, para intentar que las esporas caigan en el mismo sitio y la próxima temporada nazca un nuevo champiñón..o lo que sea. Sigo caminando, entreviendo la pista, un sendero abrupto que sube y baja lomas.

Y luego otro sonido inquietante, al cabo de poco. Ladridos.

Eso puede ser motivo de preocupación, si llegaran a ser perros asilvestrados, que los hay por aquí, fruto de olvido, despiste o poca precaución de los cazadores. El perro domestico se transforma cuando se encuentra en libertad por los montes. Ataca al ganado, y también a la gente si se pone en medio.

Dónde c...quedará el Cuarto ???
De modo que pensaba pasar lo más lejos posible de una hipotética jauría, si ello era probable. Pero no tenía ninguna intención de abandonar la carretera. Llevaba más de hora y media caminando, cuando la pista se vuelve a abrir, y distingo en la oscuridad un cartelito a la vera del camino. Saco un mechero que llevo desde que Victor me lo dio hace muchos meses, y alcanzo a leer las indicaciones.

Nogueruelas para un lado, y Rubielos de Mora para el otro. Era un cartel indicador de un itinerario de senderismo. Alabados sean los dioses! Ya sabía dónde ir. Veo una luz a lo lejos, y me las prometo felices. Llego a un lugar denominado “La Pila”, por un abrevadero que llena de agua constantemente unos pilones para animales. Llamo a gritos, pero seguramente no habría nadie y quienquiera que habitara allí dejó una luz encendida antes de marcharse a algún sitio.

Total, sigo  bajando por el camino.

A lo lejos escucho un claxon. En un recodo del camino aparecen unas luces.

Antonio y Carlos, vecinos de Nogueruelas aunque viven en Valencia y Barcelona respectivamente, estaban de fin de semana.Cuando se corrió la voz, salieron con su 4x4 en mi busca.

-Tú eres el perdido?- me pregunta Antonio.

-Supongo que sí.

-Hala, pues sube.

Llamadas con el móvil : “lo tenemos con nosotros. Sí, está bien. Cerca de La Pila, si, vamos al hotel”. Explicaciones de mi silencio, y unos 5 kilómetros ahorrados de caminar. Los otros ocho o diez me los comí, más lo andado por el monte. Mi talón de Aquiles izquierdo empezaba a avisarme que estaba demasiado castigado, así que se agradecía “el aventón”.

Antigua "hielera". Cueva donde se apretaba la nieve en
 invierno, y en verano se trasportaba a veces a más de 100 kms.
Llegada al Hotel , sonrisas de “perdónenme”, y “no pasa nada”, y un grupo más que considerable. Enchufo el móvil y llamo a Tamara para que no se preocupara. Txus estaba ya esperándome en el bar-restaurante del hotel (es también del alcalde, que vendría luego y que coordinaba un poco la cosa junto al 112), junto a algo de la peña que me había salido a buscar. Cinco coches de particulares y dos de la Guardia civil, una del pueblo vecino y una del Grupo de Montaña.

A medida que refrescábamos el polvo del camino con unas birras, el grupo iba aumentando con la llegada de los demás buscadores. El guarda forestal y su mujer, Antonio y Carlos, junto a otros cuyos nombres se me quedaron en la nebulosa del cerebro. El tema de conversación dio para mucho, y supongo que los días posteriores – hasta que un nuevo acontecimiento tenga lugar – dará para más.

Cuando se agotó la historia en el Hotel la Casa Grande, la Guardia Civil anotó cosas, me volvió a preguntar si quería ir al Centro de Salud o algo, algunos se fueron a sus casas respectivas, un grupito que había quedado subimos por la cuesta hasta el bar Salero, donde retomamos el tema – birras y charla- con nuevos contertulios. Llegamos cansados, hambrientos y adornados, como a la una de la mañana. Al menos sabemos que nos fuimos a dormir sobre las dos y media.

Menuda satisfacción cuando me metí en la cama ¡!! No me había perdido, pero no sabía dónde estaba….lo cual en una montaña que no conoces, viene a ser lo mismo.. Pero tuvo un final feliz.

Fin de un capítulo más o menos interesante, y una anécdota más para contar.