Finalmente me
encuentro en Mairena del Alcor, población cercana a Sevilla (unos 25
kilómetros), afincado en una huerta cercana a la hectárea, donde
salen lujuriosas plantas comestibles, adventicias, sembradas y
espontáneas que da gloria verlas. Tiene una tierra arenosa muy
fértil, y los calabacines alcanzan dimensiones enormes a poco que te
descuides a recogerlos. Las hojas de acelgas alcanzan el medio metro
, y las zanahorias se van hundiendo en la tierra sin pudor alguno.
El calor de
Andalucía tiene mucho que ver, y en estos días nos acercamos
peligrosamente a los cuarenta grados de temperatura, lo que nos
obliga a acudir temprano a trabajar, y a la una, cuando paramos, el
sudor es cosa importante. Las hierbas invaden sin compasión los
sembrados y es una batalla continuada pero perdida de antemano, pero
que hay que hacer para tener buenos resultados.
Hay una pausa
obligada después de comer, cuando el cuerpo no quiere moverse porque
el sol es inclemente, y cualquier mínimo esfuerzo es un sudar a
mares.
Con la cacharra,,,sufre pero sigue |
Pero el invento de
la siesta funciona muy bien, y despatarrado medio desnudo en la cama
intentas no moverte mucho hasta que comienza esa pequeña brisa que
alivia el alma y el cuerpo, y te avisa que ya puedes volver a la vida
habitual.
El sitio en sí es
una maravilla. Salir de la casa de los voluntarios ya te asoma a otra
época. Delante tuyo, una pequeña loma muestra cuatro o cinco
túmulos tipo dólmenes de la Época del Bronce, quizás. Al menos
tienen unos cinco mil años de antigüedad , y fueron ocupados
ininterrumpidamente hasta la época pos romana.
Impresionan por su
grandeza y su sencillez,.
Pueden tener dos o
tres metros de altura y unos 10 metros de largo, y son centinelas
silenciosos del paso del tiempo y el recuerdo de los que antaño
poblaron estos parajes. Hoy comparten el lugar con un rebaño de
1.300 ovejas, unos cientos de cabras y unos árboles majestuosos que
las cobijan y les arropan, como viejos centinelas obligados por el
tiempo a su labor de guardianes centenarios.
Nuestra vivienda es
confortable, fresca sobre todo en estos tiempos, y en cuanto asoma
una brisa se nota en ella. Dos dormitorios compartidos, una sala de
estar/comedor, cocina y baño, más una pérgola de terraza que ayuda
a amenizar nuestras tarde. Pablo y su familia, su mujer Odine y sus
hijas Violeta, de unos 3 años y la pequeña Emma, de poco menos de
un mes, viven independientemente, en su casita de piedra .
En estos momentos
somos cinco woofers, o cuatro, porque Demien, un chico francés de
profesión arquitecto técnico, pero de vocación aventurero, va y
viene. Compartimos dormitorios Imein Kopa,
(significado como
Amén, y Kopa, cúpula), una chica francolibanesa que es la
“au pair” de las pequeñas (o canguro, en español), y por otro
lado lo hacen Lucía, italiana de la región de la Toscana,
(pronúnciese Lucchía), Davide (pronúnciese Dávide), sardo y muy
ligado a la cultura de Cerdeña, y cuando aparece por aquí , Damián
(pronúnciese Demién).
Hablamos una especie
de jerga, mezclando tres o cuatro idiomas distintos,compuesto de
frases o palabras en francés, español, italiano, incluso árabe,
y nuestras charlas suelen ser muy divertidas, entretenidas y llenas
de equívocos y risas. Nos hacemos nuestra propia comida, buen
surtidos por Pablo y la huerta, y largas sobremesas en compañía de
cervezas o un vinito tinto se prolongan cada noche cuando estamos
juntos. Todos de paso, unos previendo volver a Francia, otros hacia
Cádiz, yo hacia donde me lleve el viento, alguno pensando en
quedarse por la zona, que es muy golosa y que en esta época del año-
salvo el calor – es apetitosa, sobre todo la zona de playas.
Algún día me
escapo hasta Mairena, y tengo prevista una visita a Carmona, a pasar
la ITV del cacharro para esta próxima semana, si encuentro un hueco
de mañana, quizás intercambiando horarios por algunas horas a la
tarde,
Sevilla..y luego quizá Portugal |
El trabajo de los
voluntarios suele estar reglado en unas 40 horas semanales como
máximo, y dependiendo del lugar se establece el horario, que suele
ser aleatorio, porque existen trabajos diarios en la huerta que no
saben de sábados o domingos. Recibimos a cambio, casa y comida. Es
un tipo de actividad que se está extendiendo bastante por toda
Europa, y a la vista está lo de las nacionalidades diversas que se
juntan en huertos y sitios ecológicos que suelen anunciarse en
páginas webs diferentes, pero muy visitadas. Sobre todo, gente
joven, que entiende la posibilidad de vivir otro tipo de vida,
colaborando así con un a ayuda positiva hacia el medio ambiente. En
estos meses me he topado con franceses, italianos,
holandeses,británicos, irlandeses, norteamericanos, otros
españoles, alemanes, y incluso sé de coreanos, japoneses y chinos
con los cuales espero encontrarme en un futuro cercano. Algunos
solamente están por poco tiempo, otros se dan cuenta que el campo es
duro y no lo soportan, otros reafirman sus ideas y continúan su
aprendizaje en otros lugares. Yo soy una especie de “rara avis”
que causa sorpresa al principio, pero luego comprenden mi idea básica
y están muy de acuerdo, generalmente. Aunque algunos piensan que
estoy tronado, y quizás no les falte razón.
De todas maneras,
mientras me sigan aceptando en las granjas, o mientras siga
funcionando el motocarro y no decaiga el ánimo, seguiré en la
brecha. Ahora, después de una pequeña estancia en Palma, retornaré
a la senda. La idea es llegar finalmente a Portugal, que según mis
primeras estimaciones ya tendría que haber visitado, y luego entrar
por la zona norte de España hacia Francia e Italia…
Más eso únicamente
lo estoy previendo a largo plazo, porque han cambiado mucho las
expectativas desde que salí, y la ilusión por ciertos proyectos va
ralentizando la marcha cosa fina.
Pero eso será tema
de otra historia...o no.
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