martes, 12 de julio de 2016

En tierras sevillanas




Finalmente me encuentro en Mairena del Alcor, población cercana a Sevilla (unos 25 kilómetros), afincado en una huerta cercana a la hectárea, donde salen lujuriosas plantas comestibles, adventicias, sembradas y espontáneas que da gloria verlas. Tiene una tierra arenosa muy fértil, y los calabacines alcanzan dimensiones enormes a poco que te descuides a recogerlos. Las hojas de acelgas alcanzan el medio metro , y las zanahorias se van hundiendo en la tierra sin pudor alguno.

El calor de Andalucía tiene mucho que ver, y en estos días nos acercamos peligrosamente a los cuarenta grados de temperatura, lo que nos obliga a acudir temprano a trabajar, y a la una, cuando paramos, el sudor es cosa importante. Las hierbas invaden sin compasión los sembrados y es una batalla continuada pero perdida de antemano, pero que hay que hacer para tener buenos resultados.

Hay una pausa obligada después de comer, cuando el cuerpo no quiere moverse porque el sol es inclemente, y cualquier mínimo esfuerzo es un sudar a mares.
Con la cacharra,,,sufre pero sigue
Pero el invento de la siesta funciona muy bien, y despatarrado medio desnudo en la cama intentas no moverte mucho hasta que comienza esa pequeña brisa que alivia el alma y el cuerpo, y te avisa que ya puedes volver a la vida habitual.

El sitio en sí es una maravilla. Salir de la casa de los voluntarios ya te asoma a otra época. Delante tuyo, una pequeña loma muestra cuatro o cinco túmulos tipo dólmenes de la Época del Bronce, quizás. Al menos tienen unos cinco mil años de antigüedad , y fueron ocupados ininterrumpidamente hasta la época pos romana.
Impresionan por su grandeza y su sencillez,.
Pueden tener dos o tres metros de altura y unos 10 metros de largo, y son centinelas silenciosos del paso del tiempo y el recuerdo de los que antaño poblaron estos parajes. Hoy comparten el lugar con un rebaño de 1.300 ovejas, unos cientos de cabras y unos árboles majestuosos que las cobijan y les arropan, como viejos centinelas obligados por el tiempo a su labor de guardianes centenarios.

Nuestra vivienda es confortable, fresca sobre todo en estos tiempos, y en cuanto asoma una brisa se nota en ella. Dos dormitorios compartidos, una sala de estar/comedor, cocina y baño, más una pérgola de terraza que ayuda a amenizar nuestras tarde. Pablo y su familia, su mujer Odine y sus hijas Violeta, de unos 3 años y la pequeña Emma, de poco menos de un mes, viven independientemente, en su casita de piedra .
En estos momentos somos cinco woofers, o cuatro, porque Demien, un chico francés de profesión arquitecto técnico, pero de vocación aventurero, va y viene. Compartimos dormitorios Imein Kopa,
(significado como Amén, y Kopa, cúpula), una chica francolibanesa que es la “au pair” de las pequeñas (o canguro, en español), y por otro lado lo hacen Lucía, italiana de la región de la Toscana, (pronúnciese Lucchía), Davide (pronúnciese Dávide), sardo y muy ligado a la cultura de Cerdeña, y cuando aparece por aquí , Damián (pronúnciese Demién).

Hablamos una especie de jerga, mezclando tres o cuatro idiomas distintos,compuesto de frases o palabras en francés, español, italiano, incluso árabe, y nuestras charlas suelen ser muy divertidas, entretenidas y llenas de equívocos y risas. Nos hacemos nuestra propia comida, buen surtidos por Pablo y la huerta, y largas sobremesas en compañía de cervezas o un vinito tinto se prolongan cada noche cuando estamos juntos. Todos de paso, unos previendo volver a Francia, otros hacia Cádiz, yo hacia donde me lleve el viento, alguno pensando en quedarse por la zona, que es muy golosa y que en esta época del año- salvo el calor – es apetitosa, sobre todo la zona de playas.

Algún día me escapo hasta Mairena, y tengo prevista una visita a Carmona, a pasar la ITV del cacharro para esta próxima semana, si encuentro un hueco de mañana, quizás intercambiando horarios por algunas horas a la tarde,
Sevilla..y luego quizá Portugal
El trabajo de los voluntarios suele estar reglado en unas 40 horas semanales como máximo, y dependiendo del lugar se establece el horario, que suele ser aleatorio, porque existen trabajos diarios en la huerta que no saben de sábados o domingos. Recibimos a cambio, casa y comida. Es un tipo de actividad que se está extendiendo bastante por toda Europa, y a la vista está lo de las nacionalidades diversas que se juntan en huertos y sitios ecológicos que suelen anunciarse en páginas webs diferentes, pero muy visitadas. Sobre todo, gente joven, que entiende la posibilidad de vivir otro tipo de vida, colaborando así con un a ayuda positiva hacia el medio ambiente. En estos meses me he topado con franceses, italianos, holandeses,británicos, irlandeses, norteamericanos, otros españoles, alemanes, y incluso sé de coreanos, japoneses y chinos con los cuales espero encontrarme en un futuro cercano. Algunos solamente están por poco tiempo, otros se dan cuenta que el campo es duro y no lo soportan, otros reafirman sus ideas y continúan su aprendizaje en otros lugares. Yo soy una especie de “rara avis” que causa sorpresa al principio, pero luego comprenden mi idea básica y están muy de acuerdo, generalmente. Aunque algunos piensan que estoy tronado, y quizás no les falte razón.

De todas maneras, mientras me sigan aceptando en las granjas, o mientras siga funcionando el motocarro y no decaiga el ánimo, seguiré en la brecha. Ahora, después de una pequeña estancia en Palma, retornaré a la senda. La idea es llegar finalmente a Portugal, que según mis primeras estimaciones ya tendría que haber visitado, y luego entrar por la zona norte de España hacia Francia e Italia…
Más eso únicamente lo estoy previendo a largo plazo, porque han cambiado mucho las expectativas desde que salí, y la ilusión por ciertos proyectos va ralentizando la marcha cosa fina.

Pero eso será tema de otra historia...o no.

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