Túmulos de la Epoca Neolítica desde la terraza |
Ya estoy plenamente
instalado en la casita del Huerto del Berrocar, que regenta y suda
Pablo con ayuda de wwofys temporarios que van y vienen, más su
esposa Aurelie y las pequeñas Violeta, de unos tres años y medio, y
la recién llegada, Emma, que acaba de hacer su cumplemés.
Un lugar
privilegiado, junto a la vega y de tierras rojizas, vientos
polvorientos, con una vivienda ocupada por la familia, y parte de una
nave industrial donde se encuentra la casita de los voluntarios, en
un huerto cercado de unas dos y media o tres hectáreas en total.
Vistas de 360 grados a lugares vestidos de olivares, pequeños
bosquecillos, restos antiquísimos y mucha vida animal.
Una huerta de casi
una hectárea, poco más o menos, nos brinda la oportunidad de
coleccionar toda una serie de verduras y hortalizas que se
distribuyen posteriormente en cestas, y algún que otro beneficiario
que prefiere venir a ver de primera mano como se trabaja y se
recolecta en un pequeño huerto sevillano.
Castillo de la Luna, en Mairena |
Calores no faltan,
dado que la temporada veraniega está en pleno auge, y hay horas al
mediodía y tarde que más vale borrarlas de la memoria, porque luce
y reluce un sol implacable que te hace olvidar las pocas ganas que
tenías de trabajar o hacer cosas complementarias. Hemos construido
unos secaderos, para tener hortalizas deshidratadas de cara al
invierno, y el termómetro a veces indica que allí dentro se cuecen
más de 50 grados. Llenamos cada día los secaderos, que se recogen
la noche, para evitar el relente, pero al segundo o tercer día hay
unos orejones estupendos, que se embolsan y se guardan
convenientemente a la espera de épocas más frías.
Así, comenzamos con
las berenjenas, que venían arrollando aprovechando la buena tierra,
agua y los calores veraniegos, para seguir luego haciendo una prueba
fallida con pimientos italianos, de los cuales quedó un poco más de
medio kilo producto de un cajón de pimientos. Así que cambiamos el
método, enristramos y conservamos en frascos al baño maría, que
hasta el momento están funcionando de maravillas.
Las conservas
permiten quitar pimientos, y además hay que recoger patatas,
cebollas, puerros, acelgas, zanahorias, y una larga lista más,
mientras esperamos que los pimientos rojos estén listos, para
asarlos y conservarlos, enristramos las ñoras, las guindillas,
recogemos calabacines, limpiando las líneas de mala hierba, que
crece al mismo ritmo que las hortalizas, o quizás más.
En ocasiones no se
ven más que cenizos, beleños, cuscuta, gravilla o grama, rodeando
la zona. La producción está debajo, y en sitios como una plantación
de judías o remolacha no se ven y no crecen por la proximidad de
estas plantas adventicias.
Las gallinas a veces
se dan un festín, cuando se pueden colar por algún agujero. Incluso
hay tres o cuatro pollos que nacieron junto a la verja, que pasean
escondidos entre esa maraña de hierbas, hortalizas y verduras,
escapando como alma que lleva el diablo cuando te ven cerca.
Y cuando la espalda
te duele de estar agachado quitando hierbas, te tomas un descanso,
mientras observas a un centenar de metros los túmulos funerarios de
quizás 5.000 años de existencia, pensando que además de ese
espectáculo privilegiado,estás habitando un lugar que se encuentra
encima de una ciudad tartésica o fenicia, de la cual poco se ha
excavado, y que quiero sea tema de una nota independiente. Pero antes
haré un par de visitas a lugares cercanos, donde hace miles de años
pueblos mesopotámicos campaban por sus respetos en esta zona cercana
a Mairena.
VIDA SOCIAL
Almodóvar en La Cansina |
No hay mucha vida
social por ahora. Alguna que otra visita a la finca cercana “La
Cansina”, una especie de cortijo rural donde se puede degustar una
cerveza, ver alguna que otra actuación en vivo de grupos o
personajes que se van acercando al asunto,(allí rodo alguna escena de "Julieta" Pedro Almodóvar) ,
una visita muy interesante a la casa de Carlos Rincón, de quien supe saborear su cerveza artesana picante que sabía a rayos, en un bareto llamado Freak, pero que una noche hizo un despliegue de tipos diferentes de birras en su casa, mientras yo cometía el error de contarle a su prima que no me gustaba el flamenco.
Porqué no me habría
callado la boca?…
Resultó que eran
familiares de Carlos Mairena, el cantaor, de El Lebrijano, que nos
abandonó hace pocas fechas, que la madre de Carlos era cantaora, que
su prima era bailaorda, y me machacaron literalmente toda la noche
con canciones flamencas, indicándome porqué la “soleá” y las
“seguiriyas” son diferentes, porqué el “cante hondo” y las
músicas africanas del lado de Marruecos se parecen tanto a los
tanguillos, las bulerías o vaya usted a saber qué.
Pero la prima se
movía con el salero propio de las andauzas, el taconeo te dejaba
boquiabierto, declamaba con gusto las coplas maireneras,y el primo
prodigaba las cervecitas sin control…
Al final de la noche
creo que hasta me gustaba el flamenco.
LA VIDA CON LOS WOOFERS
Nuestra casita está
aislada de la particular de Pablo y familia. La nuestra está
construida en una nave que comparte con el propietario de la finca, y
está compuesta de un dormitorio, salón comedor, cocina, baño y
terracita. Vistas hermosas, sobre todo cuando piensas que esos
cúmulos de la loma cercana encierran aún tesoros no descubiertos,
procedentes de civilizaciones que comienzan en plena Edad de Bronce,
y luego están habitadas hasta la época romana. Y que debajo habrá
restos de civilizaciones anteriores, sumerias, fenicias, Edad de
Bronce, etc.
Molinos del Campo |
De modo que cuando
desayunas tu cafetito con leche, tus tostadas con tomate, aceite
virgen de oliva y sal, ya te sientes relajado, como sin motivo, pero
relajado al fin. Y luego, a partir de las ocho, te internas en el
bosque del huerto, y ..hala! A quitar hierbas hasta que te cansas, el
calor se hace insoportable, o cambias para hacer conservas o cosechar
alguna hortaliza.
Llegué a este
destino y me encontré con un francés , Damien, y dos italianos,
Lucía y Dávide. Esperaban a una cuarta, Imein, franco tunecina, con
la que luego compartí habitación durante un tiempo. Davide daba los
últimos toques a su carrousel a pedales, Lucía perfeccionaba su
español, e Imein luchaba a brazo partido con las niñas, en su
función de “au pair”, o canguro para nos.
Preparábamos las
comidas entre todos, sin problemas., intercambiando recetas,
inventando cosas o mirando la nevera y el huerto y usando que lo por
allí había. Por la noche igual nos dábamos unos voltios por La
Cansina, el pueblo o alguna otra historia, o nos quedábamos
charlando en la terracita, que a esas horas daba gloria estar.
Al poco tiempo se
empezaron a ir a otros destinos, Davide a la costa a trabajar con el
tiovivo, Lucia a otro destino como woofer, Imein a un trabajito de
camarera en un chiringuito de playa. De pronto me encontré solo,
trabajando codo a codo – es un decir – con Pablo .
Así hasta que
llegaron en plan viaje de recién casados, Julio, mexicano y Bettine,
norteamericana, afincados en Chicago. Con ellos he compartido la
casa, les cedí el dormitorio por su condición de recién
estrenados, hasta que inicié el paréntesis que me llevaría a
Sevilla y Palma..
Pero eso será parte
de otra historia….o no.
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