sábado, 20 de agosto de 2016

Hortelano y más cosas




Túmulos de la Epoca Neolítica desde la terraza
Ya estoy plenamente instalado en la casita del Huerto del Berrocar, que regenta y suda Pablo con ayuda de wwofys temporarios que van y vienen, más su esposa Aurelie y las pequeñas Violeta, de unos tres años y medio, y la recién llegada, Emma, que acaba de hacer su cumplemés.
Un lugar privilegiado, junto a la vega y de tierras rojizas, vientos polvorientos, con una vivienda ocupada por la familia, y parte de una nave industrial donde se encuentra la casita de los voluntarios, en un huerto cercado de unas dos y media o tres hectáreas en total. Vistas de 360 grados a lugares vestidos de olivares, pequeños bosquecillos, restos antiquísimos y mucha vida animal.

Una huerta de casi una hectárea, poco más o menos, nos brinda la oportunidad de coleccionar toda una serie de verduras y hortalizas que se distribuyen posteriormente en cestas, y algún que otro beneficiario que prefiere venir a ver de primera mano como se trabaja y se recolecta en un pequeño huerto sevillano.

Castillo de la Luna, en Mairena
Calores no faltan, dado que la temporada veraniega está en pleno auge, y hay horas al mediodía y tarde que más vale borrarlas de la memoria, porque luce y reluce un sol implacable que te hace olvidar las pocas ganas que tenías de trabajar o hacer cosas complementarias. Hemos construido unos secaderos, para tener hortalizas deshidratadas de cara al invierno, y el termómetro a veces indica que allí dentro se cuecen más de 50 grados. Llenamos cada día los secaderos, que se recogen la noche, para evitar el relente, pero al segundo o tercer día hay unos orejones estupendos, que se embolsan y se guardan convenientemente a la espera de épocas más frías.

Así, comenzamos con las berenjenas, que venían arrollando aprovechando la buena tierra, agua y los calores veraniegos, para seguir luego haciendo una prueba fallida con pimientos italianos, de los cuales quedó un poco más de medio kilo producto de un cajón de pimientos. Así que cambiamos el método, enristramos y conservamos en frascos al baño maría, que hasta el momento están funcionando de maravillas.
Las conservas permiten quitar pimientos, y además hay que recoger patatas, cebollas, puerros, acelgas, zanahorias, y una larga lista más, mientras esperamos que los pimientos rojos estén listos, para asarlos y conservarlos, enristramos las ñoras, las guindillas, recogemos calabacines, limpiando las líneas de mala hierba, que crece al mismo ritmo que las hortalizas, o quizás más.
En ocasiones no se ven más que cenizos, beleños, cuscuta, gravilla o grama, rodeando la zona. La producción está debajo, y en sitios como una plantación de judías o remolacha no se ven y no crecen por la proximidad de estas plantas adventicias.
Las gallinas a veces se dan un festín, cuando se pueden colar por algún agujero. Incluso hay tres o cuatro pollos que nacieron junto a la verja, que pasean escondidos entre esa maraña de hierbas, hortalizas y verduras, escapando como alma que lleva el diablo cuando te ven cerca.

Y cuando la espalda te duele de estar agachado quitando hierbas, te tomas un descanso, mientras observas a un centenar de metros los túmulos funerarios de quizás 5.000 años de existencia, pensando que además de ese espectáculo privilegiado,estás habitando un lugar que se encuentra encima de una ciudad tartésica o fenicia, de la cual poco se ha excavado, y que quiero sea tema de una nota independiente. Pero antes haré un par de visitas a lugares cercanos, donde hace miles de años pueblos mesopotámicos campaban por sus respetos en esta zona cercana a Mairena.

VIDA SOCIAL

Almodóvar en La Cansina
No hay mucha vida social por ahora. Alguna que otra visita a la finca cercana “La Cansina”, una especie de cortijo rural donde se puede degustar una cerveza, ver alguna que otra actuación en vivo de grupos o personajes que se van acercando al asunto,(allí rodo alguna escena de "Julieta" Pedro Almodóvar) ,



una visita muy interesante a la casa de Carlos Rincón, de quien supe saborear su cerveza artesana picante que sabía a rayos, en un bareto llamado Freak, pero que una noche hizo un despliegue de tipos diferentes de birras en su casa, mientras yo cometía el error de contarle a su prima que no me gustaba el flamenco.

Porqué no me habría callado la boca?…

Resultó que eran familiares de Carlos Mairena, el cantaor, de El Lebrijano, que nos abandonó hace pocas fechas, que la madre de Carlos era cantaora, que su prima era bailaorda, y me machacaron literalmente toda la noche con canciones flamencas, indicándome porqué la “soleá” y las “seguiriyas” son diferentes, porqué el “cante hondo” y las músicas africanas del lado de Marruecos se parecen tanto a los tanguillos, las bulerías o vaya usted a saber qué.
Pero la prima se movía con el salero propio de las andauzas, el taconeo te dejaba boquiabierto, declamaba con gusto las coplas maireneras,y el primo prodigaba las cervecitas sin control…

Al final de la noche creo que hasta me gustaba el flamenco.

LA VIDA CON LOS WOOFERS

Nuestra casita está aislada de la particular de Pablo y familia. La nuestra está construida en una nave que comparte con el propietario de la finca, y está compuesta de un dormitorio, salón comedor, cocina, baño y terracita. Vistas hermosas, sobre todo cuando piensas que esos cúmulos de la loma cercana encierran aún tesoros no descubiertos, procedentes de civilizaciones que comienzan en plena Edad de Bronce, y luego están habitadas hasta la época romana. Y que debajo habrá restos de civilizaciones anteriores, sumerias, fenicias, Edad de Bronce, etc.

Molinos del Campo
De modo que cuando desayunas tu cafetito con leche, tus tostadas con tomate, aceite virgen de oliva y sal, ya te sientes relajado, como sin motivo, pero relajado al fin. Y luego, a partir de las ocho, te internas en el bosque del huerto, y ..hala! A quitar hierbas hasta que te cansas, el calor se hace insoportable, o cambias para hacer conservas o cosechar alguna hortaliza.

Llegué a este destino y me encontré con un francés , Damien, y dos italianos, Lucía y Dávide. Esperaban a una cuarta, Imein, franco tunecina, con la que luego compartí habitación durante un tiempo. Davide daba los últimos toques a su carrousel a pedales, Lucía perfeccionaba su español, e Imein luchaba a brazo partido con las niñas, en su función de “au pair”, o canguro para nos.
Preparábamos las comidas entre todos, sin problemas., intercambiando recetas, inventando cosas o mirando la nevera y el huerto y usando que lo por allí había. Por la noche igual nos dábamos unos voltios por La Cansina, el pueblo o alguna otra historia, o nos quedábamos charlando en la terracita, que a esas horas daba gloria estar.

Al poco tiempo se empezaron a ir a otros destinos, Davide a la costa a trabajar con el tiovivo, Lucia a otro destino como woofer, Imein a un trabajito de camarera en un chiringuito de playa. De pronto me encontré solo, trabajando codo a codo – es un decir – con Pablo .

Así hasta que llegaron en plan viaje de recién casados, Julio, mexicano y Bettine, norteamericana, afincados en Chicago. Con ellos he compartido la casa, les cedí el dormitorio por su condición de recién estrenados, hasta que inicié el paréntesis que me llevaría a Sevilla y Palma..

Pero eso será parte de otra historia….o no.



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