He hecho
recientemente un Kit Kat, esto es, un paréntesis en el viaje, porque
tenía importantes situaciones que solucionar en Palma de Mallorca,
de modo que el pasado 22 me monté en un avió y ..hala ! A casita.
Me encuentro cada
cierto tiempo con la misma situación, debido principalmente a mi
condición de pensionista, que me obliga a una presentación física
para decir : “Aquí estoy, sigo vivo”, con lo cual me dicen “muy
bien, puede continuar, soldado”, y se acabó la entrevista. También
debo visitar cada tanto a mi doctora, para asuntos de medicamentos y
control general, y a esto debo sumar que en estas fechas se juntan
varios cumpleaños familiares, entre otras cosas.
Mis niñas menores
cumplen años el siete y nueve de agosto, y siempre que puedo estoy
por allí para lo de los festejos. También se unía el de Ana, su
madre, que los cumplía a finales de julio, con lo cual encadeno en
estas fechas una maratón cumpleañera.
No me quejo. Las
celebraciones de este tipo me gusta, siempre me han gustado, y las
pekes seguirán siendo siempre las pekes, aunque sigan pasado los
años y ellas cumplan cada vez uno más. (Yo no, estoy un poco fuera
del circuito y los cumplo cuando quiero).
De modo que entre visitas
médicas, encargo de una matrícula nueva para el motocarro, visita a
mis amigos y compañeros, visitas oficiales y demás, el tiempo
corrió muy, muy de prisa. De hecho, pensaba estar un par de días
más en Palma y poder disfrutar de la playa, cosa que no pudo ser,
porque me enteré al sacar mi tarjeta de embarque que debía partir
dos días antes de lo que creía.
EL DESPISTAO
El despiste es algo
que me ha acompañado siempre, pero que últimamente, por culpa del
Alemán o por lo que sea, creo que se incrementa. Lo noto
principalmente en el sentido de la orientación, que siempre creía
era muy bueno, a despecho de lo que siempre me ha dicho Ana, la
Ahyneta, mi compañera durante 20 años : “Tú no tienes sentido de
la orientación”.
Por allí...en algún lugar |
-Que no?. Ese es el Sur! .
-“Norte”,
-Vale..!!y así
siempre . Total, que a partir del momento en que me perdí en el
bosque por Teruel, y fui el comentario no solamente del pueblo, sino
también de “La Voz de Teruel”, el período provincial, comencé
a pensar que mejor me lo hago mirar.
Es verdad que no
tengo mucho sentido orientativo. Lo estoy comprobando, luego de
seguir perdiéndome en el pueblo cercano, salir para el lado de la
costa cuando quiero ir a la montaña o decir, como ayer: “Menos mal
que ha entrado viento de Levante, porque hacía mucho calor”.
“Levante?”, me
indica Pablo “Poniente, que por allí se pone el sol”. Es verdad,
pero creo que el sol tiene algo contra mí.
Durante todo el
tiempo que me encontraba fuera de Argentina sin ir de visita, pensaba
que el sol salía por un determinado lugar. Incluso una novela
inacabada que lleva como diez años iniciada, y varias veces corregida y aumentada, que le dicen, sobre la Patagonia hace 10.000
años, hacía aparecer al sol por el mar y ponerse en las montañas
de la cordillera. Craso error. El primer día descubro que es al
revés, de modo que todas las situaciones escritas en los numerosos
capítulos de “La Patagonia, hace 10.000 años”, eran erróneos y
se deben corregir.
Pero bueno, me estoy
yendo por las ramas.
La cosa es que mi
yerno, Víctor, me acercó hasta el aeropuerto cogí el avión a
tiempo, porque estuve esperando como media hora en una salida
equivocada hasta que me di cuenta afortunadamente, y me encontré con
el calor sofocante pero seco de Sevilla capital. Allí estuve un poco
tiempo, al menos siempre me parece poco, y cogí un autobús hasta
Mairena del Alcor.
Por aquí está Mairena del Alcor |
Otra anécdota :
Sabía que debía tomar un bus hasta la estación de autobuses, y
esperé en una parada que tenía cerca y que conocía. Le pregunté
al conductor si iba a la Plaza de Armas (por las dudas, no fuera que
tomaba la dirección equivocada) y me dijo, : “Sí, es la próxima
parada”, de modo que me fui caminando, pero pensando en que quizás
estaba equivocado. No se me hacía tan cerca la cosa. Entro, pregunto
(yo pregunto siempre, a todo cristo), y me dicen que es en otra
estación, a unos veinte minutos de allí. Llego, pregunto, y me
dicen que no, que “no es esta estación, que debo ir por aquí
hasta allá, que luego debo torcer a la derecha y que de allí salen
los autobuses para pueblos”.
Vale. Maleta
rodando, mochila al hombro, botella delitro y medio de agua fría que
va mermando, y calor sofocante, llego finalmente. Tomo el autobús, y
me comunico con Paquito, un amigo que me irá a recoger. Nos
encontramos, Oh, misterios!, en un bareto cercano, (que no sé qué haría yo allí)....y pa' casa.
EN LA FINCA
Un par de días
después llega una voluntaria nueva, Enrica, italiana, romana,
bibliotecaria con todos los puntos para serlo, a la que paso a
recoger al bus y se instala en la casita de los wwoofer, a la espera
de Pablo, que llega un par de días después, de madrugada, reventado
después de cruzar parte de Francia, los Pirineos y toooda la costa
de España, que es mucho mayor en el sur que en el norte.
Entretanto, concierto para amenizar la espera |
Enrica “non parla niente”
de español, con lo cual yo aprovecho para mejorar mi italiano, y
aunque lo haga tipo Tarzan, se me entiende, y al igual que todos los
italianos que frecuento, me aseguran a pie juntillas que “ lei
parla molto benne l'italiano, da vero”. Grazie tante.
Así que estoy
finalmente de vuelta al tajo. La huerta está muy descuidada, en 15 o
20 días no se ha tocado, las plantas de “cenizo” alcanzan la
altura de un hombre, hay super producción y hay que cosechar
hortalizas y verduras, limpiar, preparar los secaderos y hacer
berenjenas, arreglar el invernadero donde las gallinas han hecho su
agosto particular, limpiar patatas almacenadas quitando las podridas,
cosechar, enristrar y hacer conservas de diferentes tipos de
pimientos, etc. etc.
Pero esto será
motivo de otra historia...o no.
No hay comentarios:
Publicar un comentario