sábado, 27 de agosto de 2016

De vuelta al tajo y otros despistes



He hecho recientemente un Kit Kat, esto es, un paréntesis en el viaje, porque tenía importantes situaciones que solucionar en Palma de Mallorca, de modo que el pasado 22 me monté en un avió y ..hala ! A casita.

Me encuentro cada cierto tiempo con la misma situación, debido principalmente a mi condición de pensionista, que me obliga a una presentación física para decir : “Aquí estoy, sigo vivo”, con lo cual me dicen “muy bien, puede continuar, soldado”, y se acabó la entrevista. También debo visitar cada tanto a mi doctora, para asuntos de medicamentos y control general, y a esto debo sumar que en estas fechas se juntan varios cumpleaños familiares, entre otras cosas.

Mis niñas menores cumplen años el siete y nueve de agosto, y siempre que puedo estoy por allí para lo de los festejos. También se unía el de Ana, su madre, que los cumplía a finales de julio, con lo cual encadeno en estas fechas una maratón cumpleañera.

No me quejo. Las celebraciones de este tipo me gusta, siempre me han gustado, y las pekes seguirán siendo siempre las pekes, aunque sigan pasado los años y ellas cumplan cada vez uno más. (Yo no, estoy un poco fuera del circuito y los cumplo cuando quiero). 
De modo que entre visitas médicas, encargo de una matrícula nueva para el motocarro, visita a mis amigos y compañeros, visitas oficiales y demás, el tiempo corrió muy, muy de prisa. De hecho, pensaba estar un par de días más en Palma y poder disfrutar de la playa, cosa que no pudo ser, porque me enteré al sacar mi tarjeta de embarque que  debía partir dos días antes de lo que creía.


EL DESPISTAO

El despiste es algo que me ha acompañado siempre, pero que últimamente, por culpa del Alemán o por lo que sea, creo que se incrementa. Lo noto principalmente en el sentido de la orientación, que siempre creía era muy bueno, a despecho de lo que siempre me ha dicho Ana, la Ahyneta, mi compañera durante 20 años : “Tú no tienes sentido de la orientación”. 
Por allí...en algún lugar
-Que no?. Ese es el Sur! . 
-“Norte”, 
-Vale..!!y así siempre . Total, que a partir del momento en que me perdí en el bosque por Teruel, y fui el comentario no solamente del pueblo, sino también de “La Voz de Teruel”, el período provincial, comencé a pensar que mejor me lo hago mirar.

Es verdad que no tengo mucho sentido orientativo. Lo estoy comprobando, luego de seguir perdiéndome en el pueblo cercano, salir para el lado de la costa cuando quiero ir a la montaña o decir, como ayer: “Menos mal que ha entrado viento de Levante, porque hacía mucho calor”.
“Levante?”, me indica Pablo “Poniente, que por allí se pone el sol”. Es verdad, pero creo que el sol tiene algo contra mí.
Durante todo el tiempo que me encontraba fuera de Argentina sin ir de visita, pensaba que el sol salía por un determinado lugar. Incluso una novela inacabada que lleva como diez años iniciada, y varias veces corregida y aumentada, que le dicen, sobre la Patagonia hace 10.000 años, hacía aparecer al sol por el mar y ponerse en las montañas de la cordillera. Craso error. El primer día descubro que es al revés, de modo que todas las situaciones escritas en los numerosos capítulos de “La Patagonia, hace 10.000 años”, eran erróneos y se deben corregir.

Pero bueno, me estoy yendo por las ramas.

La cosa es que mi yerno, Víctor, me acercó hasta el aeropuerto cogí el avión a tiempo, porque estuve esperando como media hora en una salida equivocada hasta que me di cuenta afortunadamente, y me encontré con el calor sofocante pero seco de Sevilla capital. Allí estuve un poco tiempo, al menos siempre me parece poco, y cogí un autobús hasta Mairena del Alcor.
Por aquí está Mairena del Alcor
Otra anécdota : Sabía que debía tomar un bus hasta la estación de autobuses, y esperé en una parada que tenía cerca y que conocía. Le pregunté al conductor si iba a la Plaza de Armas (por las dudas, no fuera que tomaba la dirección equivocada) y me dijo, : “Sí, es la próxima parada”, de modo que me fui caminando, pero pensando en que quizás estaba equivocado. No se me hacía tan cerca la cosa. Entro, pregunto (yo pregunto siempre, a todo cristo), y me dicen que es en otra estación, a unos veinte minutos de allí. Llego, pregunto, y me dicen que no, que “no es esta estación, que debo ir por aquí hasta allá, que luego debo torcer a la derecha y que de allí salen los autobuses para pueblos”.
Vale. Maleta rodando, mochila al hombro, botella delitro y medio de agua fría que va mermando, y calor sofocante, llego finalmente. Tomo el autobús, y me comunico con Paquito, un amigo que me irá a recoger. Nos encontramos, Oh, misterios!, en un bareto cercano, (que no sé qué haría yo allí)....y pa' casa.


 EN LA FINCA

Estoy solo en la finca . Paquito, que se encargaba de cuidar el asunto en ausencia del dueño, me dice que se va a la playa,aprovechando el puente de la virgen de agosto, y me deja por la tarde. Una sana envidia me corroe mientras se aleja su furgoneta, pero el deber es el deber. Gallinas, dos perras y un gato, además de una huerta superpoblada, me esperan para comenzar.

Un par de días después llega una voluntaria nueva, Enrica, italiana, romana, bibliotecaria con todos los puntos para serlo, a la que paso a recoger al bus y se instala en la casita de los wwoofer, a la espera de Pablo, que llega un par de días después, de madrugada, reventado después de cruzar parte de Francia, los Pirineos y toooda la costa de España, que es mucho mayor en el sur que en el norte.
Entretanto, concierto para amenizar la espera
Enrica “non parla niente” de español, con lo cual yo aprovecho para mejorar mi italiano, y aunque lo haga tipo Tarzan, se me entiende, y al igual que todos los italianos que frecuento, me aseguran a pie juntillas que “ lei parla molto benne l'italiano, da vero”. Grazie tante.

Así que estoy finalmente de vuelta al tajo. La huerta está muy descuidada, en 15 o 20 días no se ha tocado, las plantas de “cenizo” alcanzan la altura de un hombre, hay super producción y hay que cosechar hortalizas y verduras, limpiar, preparar los secaderos y hacer berenjenas, arreglar el invernadero donde las gallinas han hecho su agosto particular, limpiar patatas almacenadas quitando las podridas, cosechar, enristrar y hacer conservas de diferentes tipos de pimientos, etc. etc.

Pero esto será motivo de otra historia...o no.

sábado, 20 de agosto de 2016

Hortelano y más cosas




Túmulos de la Epoca Neolítica desde la terraza
Ya estoy plenamente instalado en la casita del Huerto del Berrocar, que regenta y suda Pablo con ayuda de wwofys temporarios que van y vienen, más su esposa Aurelie y las pequeñas Violeta, de unos tres años y medio, y la recién llegada, Emma, que acaba de hacer su cumplemés.
Un lugar privilegiado, junto a la vega y de tierras rojizas, vientos polvorientos, con una vivienda ocupada por la familia, y parte de una nave industrial donde se encuentra la casita de los voluntarios, en un huerto cercado de unas dos y media o tres hectáreas en total. Vistas de 360 grados a lugares vestidos de olivares, pequeños bosquecillos, restos antiquísimos y mucha vida animal.

Una huerta de casi una hectárea, poco más o menos, nos brinda la oportunidad de coleccionar toda una serie de verduras y hortalizas que se distribuyen posteriormente en cestas, y algún que otro beneficiario que prefiere venir a ver de primera mano como se trabaja y se recolecta en un pequeño huerto sevillano.

Castillo de la Luna, en Mairena
Calores no faltan, dado que la temporada veraniega está en pleno auge, y hay horas al mediodía y tarde que más vale borrarlas de la memoria, porque luce y reluce un sol implacable que te hace olvidar las pocas ganas que tenías de trabajar o hacer cosas complementarias. Hemos construido unos secaderos, para tener hortalizas deshidratadas de cara al invierno, y el termómetro a veces indica que allí dentro se cuecen más de 50 grados. Llenamos cada día los secaderos, que se recogen la noche, para evitar el relente, pero al segundo o tercer día hay unos orejones estupendos, que se embolsan y se guardan convenientemente a la espera de épocas más frías.

Así, comenzamos con las berenjenas, que venían arrollando aprovechando la buena tierra, agua y los calores veraniegos, para seguir luego haciendo una prueba fallida con pimientos italianos, de los cuales quedó un poco más de medio kilo producto de un cajón de pimientos. Así que cambiamos el método, enristramos y conservamos en frascos al baño maría, que hasta el momento están funcionando de maravillas.
Las conservas permiten quitar pimientos, y además hay que recoger patatas, cebollas, puerros, acelgas, zanahorias, y una larga lista más, mientras esperamos que los pimientos rojos estén listos, para asarlos y conservarlos, enristramos las ñoras, las guindillas, recogemos calabacines, limpiando las líneas de mala hierba, que crece al mismo ritmo que las hortalizas, o quizás más.
En ocasiones no se ven más que cenizos, beleños, cuscuta, gravilla o grama, rodeando la zona. La producción está debajo, y en sitios como una plantación de judías o remolacha no se ven y no crecen por la proximidad de estas plantas adventicias.
Las gallinas a veces se dan un festín, cuando se pueden colar por algún agujero. Incluso hay tres o cuatro pollos que nacieron junto a la verja, que pasean escondidos entre esa maraña de hierbas, hortalizas y verduras, escapando como alma que lleva el diablo cuando te ven cerca.

Y cuando la espalda te duele de estar agachado quitando hierbas, te tomas un descanso, mientras observas a un centenar de metros los túmulos funerarios de quizás 5.000 años de existencia, pensando que además de ese espectáculo privilegiado,estás habitando un lugar que se encuentra encima de una ciudad tartésica o fenicia, de la cual poco se ha excavado, y que quiero sea tema de una nota independiente. Pero antes haré un par de visitas a lugares cercanos, donde hace miles de años pueblos mesopotámicos campaban por sus respetos en esta zona cercana a Mairena.

VIDA SOCIAL

Almodóvar en La Cansina
No hay mucha vida social por ahora. Alguna que otra visita a la finca cercana “La Cansina”, una especie de cortijo rural donde se puede degustar una cerveza, ver alguna que otra actuación en vivo de grupos o personajes que se van acercando al asunto,(allí rodo alguna escena de "Julieta" Pedro Almodóvar) ,



una visita muy interesante a la casa de Carlos Rincón, de quien supe saborear su cerveza artesana picante que sabía a rayos, en un bareto llamado Freak, pero que una noche hizo un despliegue de tipos diferentes de birras en su casa, mientras yo cometía el error de contarle a su prima que no me gustaba el flamenco.

Porqué no me habría callado la boca?…

Resultó que eran familiares de Carlos Mairena, el cantaor, de El Lebrijano, que nos abandonó hace pocas fechas, que la madre de Carlos era cantaora, que su prima era bailaorda, y me machacaron literalmente toda la noche con canciones flamencas, indicándome porqué la “soleá” y las “seguiriyas” son diferentes, porqué el “cante hondo” y las músicas africanas del lado de Marruecos se parecen tanto a los tanguillos, las bulerías o vaya usted a saber qué.
Pero la prima se movía con el salero propio de las andauzas, el taconeo te dejaba boquiabierto, declamaba con gusto las coplas maireneras,y el primo prodigaba las cervecitas sin control…

Al final de la noche creo que hasta me gustaba el flamenco.

LA VIDA CON LOS WOOFERS

Nuestra casita está aislada de la particular de Pablo y familia. La nuestra está construida en una nave que comparte con el propietario de la finca, y está compuesta de un dormitorio, salón comedor, cocina, baño y terracita. Vistas hermosas, sobre todo cuando piensas que esos cúmulos de la loma cercana encierran aún tesoros no descubiertos, procedentes de civilizaciones que comienzan en plena Edad de Bronce, y luego están habitadas hasta la época romana. Y que debajo habrá restos de civilizaciones anteriores, sumerias, fenicias, Edad de Bronce, etc.

Molinos del Campo
De modo que cuando desayunas tu cafetito con leche, tus tostadas con tomate, aceite virgen de oliva y sal, ya te sientes relajado, como sin motivo, pero relajado al fin. Y luego, a partir de las ocho, te internas en el bosque del huerto, y ..hala! A quitar hierbas hasta que te cansas, el calor se hace insoportable, o cambias para hacer conservas o cosechar alguna hortaliza.

Llegué a este destino y me encontré con un francés , Damien, y dos italianos, Lucía y Dávide. Esperaban a una cuarta, Imein, franco tunecina, con la que luego compartí habitación durante un tiempo. Davide daba los últimos toques a su carrousel a pedales, Lucía perfeccionaba su español, e Imein luchaba a brazo partido con las niñas, en su función de “au pair”, o canguro para nos.
Preparábamos las comidas entre todos, sin problemas., intercambiando recetas, inventando cosas o mirando la nevera y el huerto y usando que lo por allí había. Por la noche igual nos dábamos unos voltios por La Cansina, el pueblo o alguna otra historia, o nos quedábamos charlando en la terracita, que a esas horas daba gloria estar.

Al poco tiempo se empezaron a ir a otros destinos, Davide a la costa a trabajar con el tiovivo, Lucia a otro destino como woofer, Imein a un trabajito de camarera en un chiringuito de playa. De pronto me encontré solo, trabajando codo a codo – es un decir – con Pablo .

Así hasta que llegaron en plan viaje de recién casados, Julio, mexicano y Bettine, norteamericana, afincados en Chicago. Con ellos he compartido la casa, les cedí el dormitorio por su condición de recién estrenados, hasta que inicié el paréntesis que me llevaría a Sevilla y Palma..

Pero eso será parte de otra historia….o no.