Estoy a solo unos
kilómetros de lo que dicen es el punto más cercano a América desde
Europa, el Cabo de San Vicente, en plena región del Algarve
portugués. Hay quienes dicen que tal honor le corresponde a
Finisterre, en la costa gallega, pero al parecer, las últimas
mediciones indican que efectivamente, Cabo de San Vicente está a
unos cuantos kilómetros más.
En el mercado de Lagos, con Diogo |
Dejo para quienes
quieren polemizar sobre el asunto, esta indicación de dónde me
encuentro : es un campo al que Diogo Manuel Pacheco Arias, el
propietario, quiere llamar “Campología”, una especie de ciencia
sobre el tratamiento del campo. Ubicado en las afueras de la
población de Mexiloheira Grande, a medio camino de Lagos y Portimao,
se extienden unas seis hectáreas, en una perspectiva de ladera de
montaña, mayormente plantado en el exterior con plantas de limas
de unos dos años de edad, Dispone de un contenedor marino adaptado
para nuestra estancia, una casa derruida que quiere reconstruir, tres
invernaderos llenos de plantas tropicales y sembradío común.
Maquinaria variada, vehículos viejos, una vista encantadora a los
pueblos vecinos y a lo lejos, el océano Atlántico.
Diogo, Diego para
nos, es una persona de treinta y pocos años, empeñado en la
introducción de plantas exóticas en la región. Como comenté en
una crónica anterior, una de las cosas que me atrajeron más era
saber que finalmente podría conocer el árbol Moringa, originario de
África, al que llaman “el árbol de la vida”, y según me
contaba Diego, patrimonio de la humanidad, por sus especiales
características nutricionales, curativas, alimenticias, vitamínicas
y demás.
También fiesta, Pizza Night, en Pereira |
Vengo siguiendo a
este árbol desde hace muchos años, cuando pretendía hacer un
proyecto de reforestación en Cabo Verde, que fue un auténtico
fracaso, pero eso no impide que dicha planta posea una serie de
características que lo hacen único.
PERO HAY MAS COSAS
Diego cuenta con
tres invernaderos, de una extensión considerable, donde se
encuentran al abrigo de la meteorología, mangos, papayas, maracuyá,
verduras y hortalizas de todo tipo, moringas, etc.
Comemos tomates,
brócoli, berenjenas o guisantes en pleno invierno, todo natural y
biológico, una verdadera gozada en esta temporada de frío y lluvia.
Los días sábado se venden en un mercado municipal de Lagos parte de
la producción de hortalizas y verduras . Los “wwoofers” que
andan por aquí alternan paseo con ayuda en la venta. Es divertido
porque pasa todo tipo de gente, y tenemos que hablar en “mundiñol”
las más de las veces, una extraña jerigonza mezcla de inglés,
portugués, francés o incluso español, que esto último se me da
muy bien.
Hasta ahora estaba
por estos lares un alemán, alto, delgado, cercano a los cuarenta a
mi modo de entender, pendientes y un chisme en la ceja,de nombre
Phillipe, que acaba de irse a otro sitio cercano. Personaje
pintoresco, que se hablaba solo en una mezcla de inglés y alemán, y
que seguramente era muy gracioso, porque no paraba de reírse consigo
mismo. Vegano, se apropió de la cocina y comimos vegano como 15
días, aunque a veces nos rebelábamos con algo de atún, escasa
carne y alguna otra cosa más...normal, digamos. Un martes, llegó
Inés, una chica francesa , navegante de profesión, que hace un
paréntesis antes de que la llamen para reflotar un barco que está
en algún astillero cercano. Cercana a la treintena, gafas y pelo
revuelto, toca una “guitalele”, extraña combinación de guitarra
y ukelele.
A los pocos días,
llegó otro voluntario. Esta vez un belga, de nombre impronunciable,
aunque le llamábamos Elliot o algo así. Muy jovencito, quizás una
veintena de años, alto, delgado, gafas, callado, y que solamente
hablaba en inglés...o al menos no quería hablar en francés, lo
poco que hablaba. Problemas para dormir, se quejaba de mis ronquidos
y se cambió de habitación, aunque él también roncara, rechinara
los dientes o hablara en sueños, entre otras cosas.
Unos tres o cuatro
días después apareció la última adquisición, de momento. Un
holandés , esta vez sí que de nombre más impronunciable todavía,
curtido en mil batallas. Un soplo de aire fresco, porque viaja por
todo el mundo, tiene don de gentes, es extrovertido y sobre todo, muy
divertido.
El caso es que
Elliot dijo que no le había gustado la cama del otro sitio, y que se
volvía a mi habitación. Lo hizo, duró un par de noches y esta vez
se fue a los invernaderos con el colchón al hombro. Mis ronquidos
parece que lo mantienen en vela.
Interior de los invernaderos |
Allí dice que le
molestan mucho los perros de los vecinos que ladran de noche, y el
ruido de las máquinas automáticas que riegan y nutren las plantas
de los invernaderos. Lástima, no le quedan muchos sitios donde
dormir. Pero dice que necesita absoluto silencio y que tiene mal
dormir. Quizás un culo de mal siento, pero apostamos todos porque es
un poco “niño de mamá” , acostumbrado a que le hagan todo. Le
he explicado un par de veces cómo funciona esto del voluntariado, y
que todos tenemos que arrimar el hombro en la cocina, limpieza,
mantenimiento general, etc. Le cuesta un poco entender, pero se
amolda. De todas maneras, esta experiencia es solamente un paréntesis
en su vida, porque creo que tomará el avión de vuelta a su lugar de
origen en unos días.
A tomar sopita.
El holandés, por su
parte, sabe de qué va la cosa . Cocina, ayuda, limpia, todo lo que
es absolutamente normal en la convivencia con otras personas.
Asimismo, siendo extrovertido y bastante divertido, nos alegra los
momentos de descanso o de trabajo.
Y así vamos pasando
los días, de forma bastante rápida .
Particularmente, en
mi caso se me escapan literalmente los días, y llega el fin de
semana cuando yo todavía estoy en el jueves. Lo cual habla en
beneficio de este tipo de voluntariado, ya que no en todos los sitios
te puedes sentir a gusto.
PODA Y MINICURSO
El viernes a media
mañana terminé de podar los mil y pico árboles de lima plantados
al aire libre. Trabajo bonito pero agotador. Dejamos cuatro líneas,
quizás unas 50 plantas, para la demostración del próximo domingo.
Será de mañana a cinco de la tarde, más o menos, con almuerzo en
medio. Se trata de enseñar algunas técnicas de poda, en mi caso, y
en el de Diougo (donde digo Diougo digo Diego), cómo funcionan los
invernaderos, las técnicas para plantas exóticas, especial inciso
en el árbol Moringa, y en general, todo tipo de técnicas biológicas
del campo.
Creo que puede ser
interesante, y más si vienen familias, como parece ser, para que los
niños tengan ya contacto con una granja biológica y sobre todo,
vayan aprendiendo el respeto por la Naturaleza.
Veremos en qué
queda todo.
De momento, Diogo me
propone que me quede para ayudarle a reconstruir una vivienda que
necesita mucha mano de obra, desde techo nuevo a paredes, pero quiere
hacerlo de manera similar a la que fue construida hace más de cien
años, es decir, con el sistema de bio-construcción, tejas, barro,
paja, piedra, adobes y poco más. Quizás un revoque final añadiendo
cal y tal vez, algo de cemento, para la impermeabilización.
Es un bonito
proyecto, pero llevará más de un par de meses si hay gente
suficiente. No le he contestado de momento, porque espero respuesta
de un par de sitios posibles, cercanos a este lugar, y no quiero
adelantar muchos proyectos futuros, por lo que venga.
Inés despatarrada en el salón, tras el trabajo |
Pero de momento, le
estoy haciendo algunas pruebas para tapar agujeros, con barro, paja
molida, un poco de arena de río y poco más, otra mezcla más
compacta para revoque, que incluye un poco de cal y cemento. Una
mezcla muy fina que ha funcionada bien. La tercera no salió, porque
la tierra es una cosa extraña. Roja, muy gredosa, se pega como las
lapas cuando está húmeda, pero se resquebraja al secarse. De todas
maneras, agregando arena de río fue posible continuar el trabajo,
aunque ya termina mi estancia en este lugar. Pero le dejaría
preparadas algunas mezclas diferentes para que luego pueda cotejar y
elegir la que más le convenga.
Un último inciso en
esta crónica…. Supimos finalmente que el holandés no se llamaba
Elen, como le decíamos, sino Jielle (pronúnciese Yill, ), y que
Elliot en realidad se llamaba Joost, (pronúnciese Yóost, o
simplemente Julio..
También se acerca
otro par de estadounidenses para dentro de unos días, y creo que una
holandesa, con la que estuve charlando el otro sábado, de nombre
Pliun (Plun, con fuerza). Y una canadiense, Marie-Soleil, (la
Marisol, vamos), que también llega en estos momentos.
Pero eso será
motivo de otra historia...o no.