domingo, 25 de octubre de 2015

Teruel, nuevo destino en tierras de Aragón




Hace aproximadamente unos 15 días que me encuentro en tierras aragonesas, cercano a la población de Nogueruelas. Un lugar idílico, al menos visto desde fuera, con la visión de un extraño y la poca percepción de algo más que una mirada asombrada.

Sin problemas encontré la granja donde pensaba pasar unos días como wwoofer. Charla y comida con Txus, el único que encontré, uno de los que llevan adelante el proyecto de esta denominada “La Torre centro Social”, reuniones, huertos, cursillos, camping municipal y otras vertientes particulares en una masía de unos 300 años, denominada oficialmente “Torre de los frailes”, tres plantas rústicas convenientemente remozada después que un incendio hace unos años calcinó la tercera planta y el techado.

Pimientos de gran tamaño
Quedan señales estampadas en los barrotes que cruzan la escalera, marcas que seguirán recordando a sus habitantes que el fuego puede aparecer en cualquier momento, como ocurriera aquella noche. Hoy amplios ventanales, un hermoso techo de madera, una gran zona denominada “aldana”,  con suelo también de madera, donde suelen realizarse actividades grupales de todo tipo.

Llegué en lo mejor del huerto: el momento de la recolección.

Y qué cosecha ¡!! Quedé asombrado del tamaño de sus hortalizas y verduras .Pesamos un tomate, no de los más grandes, que dio 1.158 gramos. Algunas cebollas no me cabían en la mano, los cardos plantados tienen un metro de altura y me contaban que les falta un par de meses. Conversamos sobre el porqué de tal calidad. Txus, Tamara y José, el triunvirato rector de la cosa, (sin olvidar la presencia de Oriol, siete meses de gañidos, risas, llantos y conversaciones en su idioma),me comentaba la posibilidad de que hubiera sido un año espectacular, si bien tamaños parecidos se han conseguido en épocas anteriores.

AL TAJO

Llegué un lunes por la tarde, pasado el mediodía aunque comimos unos espaguetis con salsa que preparaba Txus, buenísimos y con amplia sobremesa para conocernos. Tamara bajaba más tarde, porque el pequeño no estaba bien, con algún virus extraño revoloteando por su interior.

Quedamos que comenzaba al día siguiente. Labor : llenar las leñeras. En la planta baja, zona posterior, existe un cuarto enorme, conde la leña se fue apilando a medida que la carretilla funcionaba, trasladando troncos cortados desde una pila en el exterior. No era mucho el trabajo, más bien una toma de contacto. Al otro día comencé a cosechar judías.
Tamara y su pequeño, Oriol, que mira a Txus

Me pasa de todo con esta hortaliza. Nací conociéndola como “chaucha”. Luego cambié de país, y en España se llamaba “judía”. De toda la vida, de modo que te acostumbras. Pero resulta que pasé por Castellón, y Pepa me enseñó el palabro : “bachoquetas”. Bachoquetas pues.

Pero me voy de Castellón y la palabreja queda atrás, porque en la zona aragonesa vuelve al semi origen, y la denominación torna a “judías”.

Así que allí me veo en un huerto que realmente me parecía de ensueño: matas altas de todo,ya sean tomates de ensalada, de colgar y pera, cardos, judías, y gargadas de frutos. De unas 10 plantas coseché un cajón de judías, granadas y listas para quitarles la vaina y congelar luego el fruto. Próximo trabajo…y aún queda para esta semana, quizás, otra cosecha, menos importante, pero que acabará con las chauchas-judías-bachoquetas-judías.

Entretanto hemos cosechado tomates, escaldados, preparados para conservas, hervido y guardado en la despensa, un cuarto detrás de la cocina, dentro de otro cuarto-almacén.

Llegaron al centenar de frascos. Los pimientos han dado de momento (no están cosechados aún), unos 10 frascos, y luego se amontonan otros productos y subproductos, como pisto, salsas, etc. Una labor variada y en contacto con un buen clima que me asombra, porque pensaba que a esta altura del año, Teruel sería una masa de hielo.
Vista del huerto desde mi ventana

Pues no, clima otoñal pero cálido, los montes cercanos vestidos de gris, aunque comienzan con los colores amarillentos que indican el cambio de estación.

 

Y LAS FIESTAS EN MEDIO

La gente de la masía es muy enrollada. Trabajan con alegría, disfrutando de lo que tienen y obtienen en sus tierras. Y si hay visitas, reuniones de grupos, amigos, prodigan sus atenciones.Pero no necesitaron mucho, porque al fin de semana siguiente ya nos encontramos con la Fiesta del Pilar, unida al 12 de Octubre, de modo que disfrutamos plantándonos en el pueblo para observar delante y tras la barrera los festejos.

El “toro embolado” no podía faltar en una región de toros, cazadores y gente rústica del campo. De modo que una calle del pueblo se pobló de portales metálicos, de gente dentro y detrás de los parapetos, para ver como los emboladores, un grupo escogido de jóvenes de Nogueruelas, mantienen cautivo a un toro mientras le ponen unas teas preparadas en los cuernos del animal, un collar de campanillas, prenden fuego a las antorchas y cortan la cuerda que une al toro a su poste de cautividad.

Desparramo total, mientras el toro se aleja por la calle. La gente que lo espera corre pasando por entre los barrotes para protegerse momentáneamente, y salir luego a por más experiencia de fuego, miedo, adrenalina y demás.

Entretanto, el toro, un ejemplar que había sido embolado más de unas cuantas veces, paseaba un poco, subía y bajaba la calle en cuesta, hasta que se apagaron las antorchas unidas a sus cuernos. Vuelta al corral, me dicen que una dehesa cercana donde vive el resto del año, o hasta que al ganadero le soliciten otro toro para embolar.

Bien, no entraré en disquisiciones sobre si toro sí o toro no. Era la primera vez que vivía el espectáculo, y sentí como cualquier hijo de vecino subir la adrenalina mientras intentaba forzadamente cruzar los barrotes. Pujaba por sacar una foto, pero no es fácil que no se mueva el móvil cuando delante de ti viene un acorazado tipo dragón llameante y tienes que pensar mucho en tu seguridad y menos en el selfie con un toro.

Pero fue una buena experiencia. Lo repitieron otra vez, pero me había bastado. Fui a bailar por las calles con la banda municipal, que se arrancó con pasodobles variados en un colorido pasacalle  alegrado por las mozas especialmente, vestidas con trajes regionales. Por la noche hubo verbena, infaltable y tradicional baile muy divertido y bien regado.

La helada de la mañana se nota en el cristal
Otras tareas que estoy realizando tienen que ver con la habitabilidad del camping, preparándolo de cara a la temporada venidera. Quitar un suelo de losas y cementos deteriorados, utilizar los escombros para arreglar el suelo de los lugares destinados a parrillas, remozar de barniz las puertas y ventanas, y repintar letreros varios, tanto para el camping como para la casa.

Así…llevo más de 15 días en este lugar, aún con un clima cálido de otoño, y alguna que otra helada matinal, y no tengo muy claro el tiempo que estaré aún. Seguramente esto será material para otra historia…o no.

 



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