Hace aproximadamente unos 15 días que me encuentro en
tierras aragonesas, cercano a la población de Nogueruelas. Un lugar idílico, al
menos visto desde fuera, con la visión de un extraño y la poca percepción de
algo más que una mirada asombrada.
Sin problemas encontré la granja donde pensaba pasar unos
días como wwoofer. Charla y comida con Txus, el único que encontré, uno de los
que llevan adelante el proyecto de esta denominada “La Torre centro Social”,
reuniones, huertos, cursillos, camping municipal y otras vertientes
particulares en una masía de unos 300 años, denominada oficialmente “Torre de
los frailes”, tres plantas rústicas convenientemente remozada después que un
incendio hace unos años calcinó la tercera planta y el techado.
Pimientos de gran tamaño |
Quedan señales estampadas en los barrotes que cruzan la
escalera, marcas que seguirán recordando a sus habitantes que el fuego puede
aparecer en cualquier momento, como ocurriera aquella noche. Hoy amplios
ventanales, un hermoso techo de madera, una gran zona denominada “aldana”, con suelo también de madera, donde suelen
realizarse actividades grupales de todo tipo.
Llegué en lo mejor del huerto: el momento de la recolección.
Y qué cosecha ¡!! Quedé asombrado del tamaño de sus
hortalizas y verduras .Pesamos un tomate, no de los más grandes, que dio 1.158
gramos. Algunas cebollas no me cabían en la mano, los cardos plantados tienen
un metro de altura y me contaban que les falta un par de meses. Conversamos
sobre el porqué de tal calidad. Txus, Tamara y José, el triunvirato rector de
la cosa, (sin olvidar la presencia de Oriol, siete meses de gañidos, risas,
llantos y conversaciones en su idioma),me comentaba la posibilidad de que
hubiera sido un año espectacular, si bien tamaños parecidos se han conseguido en
épocas anteriores.
AL TAJO
Llegué un lunes por la tarde, pasado el mediodía aunque
comimos unos espaguetis con salsa que preparaba Txus, buenísimos y con amplia
sobremesa para conocernos. Tamara bajaba más tarde, porque el pequeño no estaba
bien, con algún virus extraño revoloteando por su interior.
Quedamos que comenzaba al día siguiente. Labor : llenar las
leñeras. En la planta baja, zona posterior, existe un cuarto enorme, conde la
leña se fue apilando a medida que la carretilla funcionaba, trasladando troncos
cortados desde una pila en el exterior. No era mucho el trabajo, más bien una
toma de contacto. Al otro día comencé a cosechar judías.
Tamara y su pequeño, Oriol, que mira a Txus |
Me pasa de todo con esta hortaliza. Nací conociéndola como
“chaucha”. Luego cambié de país, y en España se llamaba “judía”. De toda la
vida, de modo que te acostumbras. Pero resulta que pasé por Castellón, y Pepa
me enseñó el palabro : “bachoquetas”. Bachoquetas pues.
Pero me voy de Castellón y la palabreja queda atrás, porque
en la zona aragonesa vuelve al semi origen, y la denominación torna a “judías”.
Así que allí me veo en un huerto que realmente me parecía de
ensueño: matas altas de todo,ya sean tomates de ensalada, de colgar y pera,
cardos, judías, y gargadas de frutos. De unas 10 plantas coseché un cajón de
judías, granadas y listas para quitarles la vaina y congelar luego el fruto.
Próximo trabajo…y aún queda para esta semana, quizás, otra cosecha, menos
importante, pero que acabará con las chauchas-judías-bachoquetas-judías.
Entretanto hemos cosechado tomates, escaldados, preparados
para conservas, hervido y guardado en la despensa, un cuarto detrás de la
cocina, dentro de otro cuarto-almacén.
Llegaron al centenar de frascos. Los pimientos han dado de
momento (no están cosechados aún), unos 10 frascos, y luego se amontonan otros
productos y subproductos, como pisto, salsas, etc. Una labor variada y en
contacto con un buen clima que me asombra, porque pensaba que a esta altura del
año, Teruel sería una masa de hielo.
Vista del huerto desde mi ventana |
Pues no, clima otoñal pero cálido, los montes cercanos
vestidos de gris, aunque comienzan con los colores amarillentos que indican el
cambio de estación.
Y LAS FIESTAS EN MEDIO
La gente de la masía es muy enrollada. Trabajan con alegría,
disfrutando de lo que tienen y obtienen en sus tierras. Y si hay visitas,
reuniones de grupos, amigos, prodigan sus atenciones.Pero no necesitaron mucho,
porque al fin de semana siguiente ya nos encontramos con la Fiesta del Pilar,
unida al 12 de Octubre, de modo que disfrutamos plantándonos en el pueblo para
observar delante y tras la barrera los festejos.
El “toro embolado” no podía faltar en una región de toros,
cazadores y gente rústica del campo. De modo que una calle del pueblo se pobló
de portales metálicos, de gente dentro y detrás de los parapetos, para ver como
los emboladores, un grupo escogido de jóvenes de Nogueruelas, mantienen cautivo
a un toro mientras le ponen unas teas preparadas en los cuernos del animal, un
collar de campanillas, prenden fuego a las antorchas y cortan la cuerda que une
al toro a su poste de cautividad.
Desparramo total, mientras el toro se aleja por la calle. La
gente que lo espera corre pasando por entre los barrotes para protegerse
momentáneamente, y salir luego a por más experiencia de fuego, miedo,
adrenalina y demás.
Entretanto, el toro, un ejemplar que había sido embolado más
de unas cuantas veces, paseaba un poco, subía y bajaba la calle en cuesta,
hasta que se apagaron las antorchas unidas a sus cuernos. Vuelta al corral, me
dicen que una dehesa cercana donde vive el resto del año, o hasta que al
ganadero le soliciten otro toro para embolar.
Bien, no entraré en disquisiciones sobre si toro sí o toro
no. Era la primera vez que vivía el espectáculo, y sentí como cualquier hijo de
vecino subir la adrenalina mientras intentaba forzadamente cruzar los barrotes.
Pujaba por sacar una foto, pero no es fácil que no se mueva el móvil cuando
delante de ti viene un acorazado tipo dragón llameante y tienes que pensar
mucho en tu seguridad y menos en el selfie con un toro.
Pero fue una buena experiencia. Lo repitieron otra vez, pero
me había bastado. Fui a bailar por las calles con la banda municipal, que se
arrancó con pasodobles variados en un colorido pasacalle alegrado por las mozas especialmente,
vestidas con trajes regionales. Por la noche hubo verbena, infaltable y tradicional
baile muy divertido y bien regado.
La helada de la mañana se nota en el cristal |
Otras tareas que estoy realizando tienen que ver con la
habitabilidad del camping, preparándolo de cara a la temporada venidera. Quitar
un suelo de losas y cementos deteriorados, utilizar los escombros para arreglar
el suelo de los lugares destinados a parrillas, remozar de barniz las puertas y
ventanas, y repintar letreros varios, tanto para el camping como para la casa.
Así…llevo más de 15 días en este lugar, aún con un clima
cálido de otoño, y alguna que otra helada matinal, y no tengo muy claro el
tiempo que estaré aún. Seguramente esto será material para otra historia…o no.
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