jueves, 16 de febrero de 2017

Camino de un nuevo camino




He pasado unos días en la granja de una pareja de Alemanes, Wolfgang y Catherine. Está ubicada en una región al final de Alentejo, tocando con el Agarve portugués. Rodeado de bosques, un lugar ubicado en una especie de pequeño valle, aunque pegado a la ladera de una montaña. Poco suelo plano, todo es subir y bajar cuestas. Una docena de ovejas, que había que cambiar de prado para pastar, y por la noche regresarlas al establo, un par de huertas, de los dueños y de Nicolau, uno de sus dos hijos. George, el otro, anda más ocupado con entrenamientos de un equipo de fútbol, y para poco en su casa.
Wolfgang y George preparando destilación

Wolfgang y Catherine, como muchos extranjeros de más al norte, han elegido una región más cálida para su retiro. Con una treintena de gallinas,cuatro o cinco gatos por allí y dos perras que ayudan en su trabajo de pastor de ovejas, se completa el cuadro de seres vivientes...si no cuentas jabalíes, venados, zorros, comadrejas y esas cosas, que siempre andan a la caza de alguna cosa verde o de gallinas despistadas.

La estancia allí estuvo muy salpimentada de pequeñas y grandes cosas que la hicieron diferente, muy diferente, de otros lugares.

CAGAÍTO DE FRIO

Por empezar, el frío. Yo venía huyendo hacia el sur de una ola de frío que se aproximaba a la península ibérica, de modo que hice unos 120 kilómetros al sur, camino finalmente de la región del Algarve. Me quedé de momento al final de Alentejo, casi tocando la otra región. El tiempo habia sido bueno desde que salí de Horta do Zé y pensé, iluso de mí, que continuaría así...frío y heladas por la noche, calorcito y solecito por el día, elevando temperaturas.

Mais no . Por empezar, al llegar me dijeron que no tenían cama. Yo confirmé via email la fecha de llegada, de modo que salí confiado. Pero al llegar me entero que Wolfgang recíen la noche anterior me contaba en una respuesta que venía una pareja de canadienses por unos pocos días y que solamente tenía dos camas...en la misma habitación. Tenía dos opciones, o volverme a Horta de Zé por unos días...si me aceptaban, otros 120 kms, hacia atrás, buscar una habitación o lo que fuera para pasar esas noches...y estaba en medio del campo..o apechugar y decirles que no importaba, que dormía en el motocarro.

Qué frío, hermano, qué frío!!!

La ola polar que venía llegó también allí...la primera noche, helada acusada, bastante frío, se condensaba el calor dentro y me caían gotas de agua del techo….pero pasó…
Al otro día, pedí otra manta y me dieron un edredón...hermoso!!! Pasé las otras noches más abrigado. Catherine entretanto me ofreció una bolsa de agua caliente, que para las primeras horas de la noche era estupenda, al menos para mantener caliente los pies. Las heladas se convirtieron en escarcha, y amanecía con hermosos dibujos de hielo en el interior...y el frío intenso consiguiente. Así hasta que se fueron los canadienses.
Entretanto, llegaba lo mejor….

COMIENZA “LA DESTILA”

Así llamaba Wolfgang a lo que me había motivado a ir allí...la destilación. No sabía bien de qué, pero resultó ser de aguardiente de madroño, fruta que se da mucho por estos lares. Tenía el propietario unos 500 kilos de frutas macerando, en un lugar que se podía denominar “la destilería”, aunque adjunto a ella estaba una habitación, que era donde dormía Wolfgang...no quise averiguar interioridades...solamente esperé...y comenzó “la destila”. En tanto la parejita de canadienses limpiaba el bosque, yo colaboraba con la destilación, aprendiendo otra cosa más en este viaje.

De mañana llevábamos la docena de ovejas al prado designado para comer, junto a las perras “Puma” y “Urraka”, así, con “k”. Caminando a su aire ovejuno,podías tardar media hora para hacer un par de cientos de metros, o tener que correr con ellas por el bosque porque se desmadraban, lo que ocurrió una mañana. De repente tranquilas, de repente galopando hacia cualquier lado. A juntarlas y reconducirlas.
Luego a encender el fuego, traer leña, preparar la caldera de 130 litros, poner la fruta, luego “la cabeza”, el lugar donde se producía la condensación, que pasaba con 80/90 grados por una pila con agua fría, y salía con unos 40/45 grados de temperatura para su envase final. Claro, había que probarlo…
Traguito va y traguito viene hasta que se decidía que estaba bien, que el alcohol etílico se había evaporado, se medía la graduación, y a esperar con un fuego justo durante unas cinco horas...de allí resultaban luego unos 15 o más litros de aguardiente.

“MEDICHINALE”

Les conté que en Italia, muchos años atrás, los habitantes de una pequeña población cercana a Cortina D'Ampezzo, parientes de Mirta, entonces mi esposa, tomaban mucho aguardiente de este tipo, al que añadían trocitos de pino, hierbas, piñones, etc. Bebían de mañana como si tal cosa , algo a la que no estaba acostumbrado y me negaba, porque no me caía bien...pero ellos insistían : “Ma no, si cuesto e medichinale”, insistían.

Todo era o parecías ser medicinal, seguramente por las frutas o las hierbas que acompañaban al mejunje. De modo que les conté la anécdota de Cavalese, y ellos la adoptaron. Catherine venía a media mañana a por una copita de aguardiente “medichinale”, y claro, teníamos que acompañarla.
No obstante eso, aprendí muchas cosas sobre la destilación, mientras acarreaba leña, lavaba trastos sucios, limpiaba caldera, cabeza y tuberías de bronce, y a la vez también comenzaba a vaciar grandes botellas de 25 litros de vino tinto, ubicadas en una oscura habitación (“la bodega”), poniéndolas luego en botellas de litro, a las que había que taparlas con corcho y finalmente guardarlas en la bodega debidamente identificada según el tipo de vino.
Este era un trabajo un tanto automático, en un lugar solamente alimentado por una lamparilla tipo “led” que no alumbraba nada, pero ya se sabe lo que pasa cuando te manejas con placas solares, la luz siempre es escasa. A Veces se me pasaba el vino, acabando en el suelo, al no poder ver el nivel .

Finalmente acabamos con los grandes toneles de fruta, y el aguardiente resultante se dejó para que respirara, se estacionara un poco y luego a embotellar. Unos 60 litros o así de un licor excelente, muy sano y digestivo.
“Medichinale”.

HABLANDO UN POCO DE MUNDIÑOL

Entretanto, la vida en común era extraña y a la vez muy curiosa y divertida.
Los chicos canadienses eran de la región de Quebec, que para quien no sabe son más o menos separatistas como los catalanes en España.
Pascal hablaba alemán, inglés y francés. Rosalie francés quebequense, lo que significaba un francés medio enrevesado, y francés, también del mismo sitio. Difícil de entenderla.
De todas maneras, era dificultoso entender a la primera a cualquiera. Catherine hablaba francés y alemán, mais un poquinho de portugueis, igual que Wolfgang, que hablaba inglés o alemán, pero no francés.
Preparando para que salga el néctar de los dioses
Yo chapurreo un poco de todo, y estaba aprendiendo portugués. Pero también hablo el catalán, que es muy parecido en muchas palabras al idioma de Portugal. Más español, por supuesto, que no hablaba ninguno más.
Terminábamos hablando una jerga que denominamos “Mundiñol”, idiomas del mundo más español.
En ocasiones nos encontrábamos charlando en dos o tres frases... parte en inglés, francés, alemán, portugués, y creo que catalán, algo de italiano y español.
Pero nos entendíamos, nos corregíamos y sobre todo nos divertíamos mucho con esa mezcolanza idiomática.
Fueron buenos días, buenas noches con una copa de vino en la sobremesa, y cada uno contando sus batallitas.

EL DIA ZERO A LA HORA ZERO.

El último día que estuve fue un desastre y a la vez fue hermoso.
Los chicos de Canadá partieron rumbo a Sevilla, Madrid, Salamanca, Bilbao y Barcelona, aproximadamente.
Quedamos los dos hijos del matrimonio, Nicolau (“Nico”) y George. George se fue a hacer sus cosas de fútbol, como entrenador, por lo que cogió el coche y desapareció, posiblemente hacia Setúbal... y Nico estaba pendiente de Sara, su mujer, que estaba en fecha para dar a luz.
Se suponía que me iba, pero Wolfgang tiene “esa” puta enfermedad y le tenían que dar tratamiento. El pronóstico no era muy favorable, y viajaba de mañana, de madrugada casi, a 100 kilómetros para un control y posiblemente nueva medicación, radio o quimio.
Salió casi de madrugada, como tenía previsto, casi chocándose con Nico, que salía con su mujer de parto, para Portimao, también a muchos kilómetros de distancia. Quedó Catherina, que la noche anterior, trayendo dos cubos de leña, resbaló y se fue de cabeza, con lo cual parecía una oriental con los ojos hinchados y la cara hecha un mapa.

Y yo, que me ocupé de las ovejas, luego fui a trasegar vino a botellas pequeñas, y así pasó casi todo el día, hasta el regreso de Wolfgang con no muy buenas noticias, y más medicación.
Whisky, la ovejita que nos seguía a todos lados

Afortunadamente, Sara dio a luz a un bebé de 3,300 kilos, con un parto excelente de hora y media únicamente, Nico exultante por teléfono, de modo que poco a poco Wolfgang fue saliendo de la apatía y el desánimo, para saber que ambos se habían estrenado como abuelos. Que Alexandre era una nueva maravilla habitando este mundo, y que todo estaba bien en el universo.
Tuvimos que brindar varias veces por ello, y luego llegó Nico, el orgulloso papá, de modo que más aún con motivo sobrado para seguir con el excelente vino tinto o blanco que fabrica Wolfgang.

PERO TODO LO BUENO SE ACABA

Así como una tarde se terminó la limpieza final de los cacharros de cobre de la “destila”, y yo acabé de trasegar 90 litros de blanco y unos 150 de tinto, llegó el momento de despedirme, hacer las maletas y salir de estampida a otro destino nuevo, “Covao do Sobral”, a unos 15 kilómetros hacia el sur. Vecinos, pero a la vez sigo bajando en busca del calorcito.
Jens, el propietario, me mandó un mapa vía Google, de modo que no me resultó muy difícil conocer el lugar más o menos exacto. Que si me guío por las indicaciones de kilometraje que me marcaba Google cuando podía conectarme, aún estoy buscando.
Pero preguntando, preguntando, se llega a Roma, y así fue como me planté después de vueltas y revueltas, en un parque con varias viviendas. Tiempo hermoso, lánguida tarde en el nuevo destino, sin nadie a la vista y esperando para saber si efectivamente, ése era el lugar.

Pero esto será motivo de otra historia….o no.


5 comentarios:

  1. Me alegra saber que estás cumpliendo un sueño que me hubiera gustado descubrir, ¡suerte!

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    1. Gracias, Carlos...la verdad es que no me puedo quejar...la experiencia es muy buena, o al menos a mí me lo parece...abrazos

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  2. ¡Que hermoso relato Ricardo, realmente viví cada momento, el pastoreo de las ovejas, el destilado, envasado del licor, el frrrrriiiiiioooo jajaja que pasaste, muy buen relator de historias, gracias Richi te quiero mucho amigo del alma. Dios tebendiga y siga protegiendo!

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  3. Soy Nora Carreño Ricardo Basabe jajajaj

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    1. Como estás, María Antonia ??? jajajaja!!! que bueno, Norita...sigo andando...la verdad es que me gusta mucho, en pocos días más harán dos años desde que salí de Palma...y sigo....un besito

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