miércoles, 19 de julio de 2017

En tierras del olivo..y quizás punto final



Me encuentro  pasando un cierto tiempo en una aldea destruída-reconstruida en las inmediaciones del Parque nacional de Cazorla, junto a las montañas del mismo nombre.
Vista general de la aldea Las Graceas
Se llama Las Graceas, nombre derivado de “Agraciadas”, y está enclavada en las montañas cercanas al parque citado, en la provincia de Jaén. He vuelto a la comunidad andaluza después de mi estancia en Ciudad Real, breve pero muy intensa, y ahora sigo hacia abajo, camino finalmente de Palma de Mallorca.

Creo que el viaje ha acabado por ahora. Pensaba seguir hacia el norte portugués, y en otra ocasión he manifestado lo de las señales que me indicaban que no, que no era ese el camino, y como generalmente suelo hacer cosas a este tipo de intuición, anticipación, freno o como usted quiera llamarle, me avengo a ello y trato de remodelar la cosa.
Desgraciadamente, estas señales que me indicaban un regreso no estaban equivocadas para nada.

MOMENTOS DUROS

Mi familia y yo estamos hechos polvo, literalmente.

Vista de la aldea, la escuela-iglesia, y vecinos
Esperábamos con ansia la llegada de una nieta, que fatalmente no alcanzó a nacer. El choque ha sido brutal, inesperado y letal. Nadie se encuentra preparado para un acontecimiento así, a horas de lo que esperábamos un nacimiento feliz. No lo ha sido, y la muerte fulminante nos deja destrozados.
De modo que mañana por la mañana emprendo el viaje nuevamente, esta vez con destino final en Denia, Alicante, desde donde tomaré un barco hacia Palma. Ahora siento que mi lugar está allí, con los míos, intentando superar de la mejor manera posible este mal trago.

Así que de momento, la aventura europea se reduce a una aventurilla en la península ibérica, y a dos años y medio de mi partida debo retornar. Espero que mi presencia ayude de algo, como consuelo, presencia, fortaleza, lo que se pueda dar, para que podamos retornar a una senda más o menos normal.
He tenido, particularmente, la suerte de contar con el apoyo de una hermosa familia: Juanlu, un sevillano viajado y de vuelta de muchas historias, comprensivo como el que más, Zahira, su esposa italiana, un carácter bondadoso con la cual, al igual que con Juanlu, he compartido lágrimas, charlas, silencios y discreción a tope. Y Nilo, un hermoso niño de siete años que me ha hecho muchas tardes más placenteras y soportables.

Y eso que ellos vivían-viven, su propio drama familiar: el padre de Juanlu se ha roto la cadera, 85 años, diabetes, diálisis y más situaciones comprometidas, como eśta que esperamos supere, porque cuando estoy escribiendo esto, en mi último día en Las Graceas, recién está recuperando consciencia y alguna movilidad.
Por eso todos tendrán mi agradecimiento de por vida, porque entre todos hemos intentado tener positividad, echarle cara a los asuntos penosos e intentar salir del pozo de la mejor manera posible.

MI VIDA EN LAS GRACEAS
Jaime y Juanlu colocando tejas con paja

He pasado algo así como mes y medio en labores de bioconstrucción, reparando, construyendo y echando un cable en lo que se pudiera, en una aldea pequeña, prácticamente despoblada que Juanlu y algunos pocos más, de momento, intentan reflotar.

El último toque. Techo acabado
Tienen un proyecto a largo plazo, que comenzó con la reconstrucción parcial de la casa de este matrimonio, la construcción de una vivienda para un mexicano, Jaime, que intentaba abrirse camino con la posibilidad de tener casa y terreno por muy poco dinero, e intervenir en el proyecto final de formar una especie de comunidad abierta, artesana y sostenible. Mucho trabajo, pocos resultados por el momento, pero se van haciendo cosas. 

Hay planificados huertos, reconstrucción de viviendas olvidadas y medio derruidas, en una elevación de 700 metros junto a la localidad de Puente de Génave, a escasos cuatro kilómetros del Parque de Cazorla. 
Tiene muchas cosas a su favor, como la ubicación a pie de carretera, agua y luz, casas que pueden ser reconstruidas, hospital comarcal a 2 kilómetros, dos o tres poblaciones a no más de 6/8 kilómetros, apoyo de las autoridades locales, de técnicos, abogados, etc. Lo que menciono, un proyecto a unos cinco años vista, donde cualquier persona con inquietudes similares es bienvenida.

Movemos piedras, limpiamos terrenos, apaleamos arena, tierras para siembra, se preparan bancales para huertos, se plantea la posibilidad de una escuela, aunque un autobús lleva a Nilo cada mañana al cole, pasa a recoger otros niños de aldeas cercanas, y vuelven después de la comida, todo por cuenta de la Junta de Andalucía.

Es una gran posibilidad para matrimonios con hijos, o personas aisladas, tanto da, que quieran asentarse en un buen lugar con poco dinero, y muchas probabilidad de auto sustento, reconocimiento de la madre Naturaleza y siempre desde la óptica de protección y potenciación del medio ambiente.

 
La retro moviendo piedras de un nuevo asentamiento
Espero que los planes salgan, porque son gente que se lo merece. A poco que tengan el apoyo de las autoridades, el Centro Social, la antigua escuela, la plantación de árboles y espacio de recreo para los habitantes, se irá haciendo realidad. De momento se está creando una asociación para contar con mayor fuerza, y se cuenta con ayuda de profesionales locales que intentan que esta aldea recupere el esplendor de otros tiempos, y si es posible, lo supere.

De momento, preparo el motocarro para hacer los más de 300 kilómetros que me separan del ferry que me llevará a otras situaciones, pero la vida nunca suele venir como uno la espera. Será cuestión de ir viendo, paso a paso, como se desarrollan los acontecimientos.

Pero eso será tema de otra historia...o no.

sábado, 15 de julio de 2017

Por tierras del Quijote





He salido finalmente de tierras portuguesas, para reencontrarme nuevamente con la región extremeña . Acabo de estar unos días en el Valle de Quixo, donde me he reencontrado con Bruno y Zé, dos amigos con quienes viví una temporada en el momento de entrar en Portugal.
Los restos romanos jalonan el camino
Fallido mi intento de continuar hacia el norte, he decidido utilizar la misma ruta de entrada para retornar a España. Quizás la suerte me ha acompañado un tanto, porque lo cierto es que Portugal se ha visto envuelta en una ola de incendios muy dramática en la zona donde tenía un posible destino, cercano a Coimbra. Allí murieron muchas personas atrapadas en sus coches cuando intentaban huir de las llamas. Es un golpe del cual costará recuperarse, porque aparte de las miles de hectáreas que fueron pasto de las llamas, el incendio principal acabó con una treintena de personas.

Quizás lo que las señales estaban indicando que más me valía no ir hacia el norte. Toda una serie de inconvenientes se habían coaligado días antes y ello fue lo que me indicó que probablemente lo mejor era retornar a España, e incluso abandonar esta aventura. El motocarro se queja, pero va devorando kilómetros y kilómetros. Me estoy acercando a la frontera luso-española, camino de Badajoz. Dejo la Huerta de Zé, con la satisfacción de saber que allí más que una granja ecológica más, lo que dejo son algunos amigos y muchas experiencias vividas, paso por Alcacer do Sal, donde me detengo a hacer mi último cafetito en mi bar favorito, me quedo con ganas de comer algo en una fonda conocida, pero es de mañana aún, la carretera espera y voy un poco en vilo, porque ignoro si el motocarro seguirá respondiendo.

EN TIERRAS EXTREMEÑAS

Sin transición, y casi sin darme cuenta, paso la frontera y me acerco a Badajoz, que queda pegada a la línea divisoria. Cambia un tanto la carretera, para mejor, pero eso es todo. Incluso en el primer lugar que me detengo he de hacer un esfuerzo para cambiar el chip e incorporar mi idioma.
-Estás en España! No teins que falhar mais portugueis !!!
Lástima. Me ha gustado mucho la cadencia y la posibilidad que he tenido de hablar en un nuevo idioma. También el ver que se cierra un capítulo de varios meses por tierras lusitanas, primero en Alentejo, la región central, posteriormente en el Algarve, más al sur, lindando con el mar, y retorno a Alentejo como vía de salida.
Me ha sorprendido muy agradablemente Portugal. Entiendo que en España se habla poco del país vecino, y viceversa, pero es algo que no debiera ocurrir, porque tanto uno como otro son países colindantes, sus costumbres parecidas, los paisajes pueden rivalizar unos con otros sin ningún menoscabo, y las culturas no difieren mucho unas de otras. He estado más que nada en poblaciones pequeñas, pero creo que la gente de Portugal tiene una amabilidad innata, una cierta tranquilidad, o una pausa menor que la extremeña o andaluza, que los hace gozar de un encanto notable.
Placa de la Ruta del Quijote
Ahora vuelvo camino de Mérida, donde he quedado con la gente de Tierra Viva, otra granja ecológica, para pasar unos días. Allí estuve por finales de año, quizás, y Rafa, Paco y los demás, me reciben con alegría. Es más, llegué tarde a Mérida, de modo que decidí pasar la noche en el motocarro junto a un paseo ribereño. Temprano en la mañana, una serie de golpes en la carrocería me despirtan :
-Venga ya, que es hora!!!
-Que pasa, qué pasa??- adormilado, me deslizo hacia el exterior.
Paco, sonriente, me abraza :
-Vi el motocarro y me dije: “Es el de Ricardo!!” . Venga, vamos a hacer un café!!
De modo que me arrastró hacia un bareto cercano, charlamos y nos hicimos unos cafés con leche mientras Paco me ponía al día con las novedades de la huerta. Luego se fue a pintar algo para una vecina, algo que siempre está haciendo, y no sé si tiene muchas vecinas, o siempre pinta lo mismo.
Yo me dirijo a la huerta, y quedamos en encontrarnos más tarde por allí…
Paso algunos días muy buenos con estos amigos. Rafa, Paco, Guille, toda la gente por allí, incluida la hija de Rafa, que se ha ido a vivir al campo, para intentar montar una escuela alternativa. Ya trabaja en una, pero quiere tener un centro propio, y este lugar es ideal. Cercano a la capital, con animales, plantas, huerta, terreno y elementos de la Naturaleza, pueden hacer de ese centro escolar una buena escuela alternativa.
Pero tengo que seguir viaje, y mi destino es ahora Castilla La Mancha. Salgo de tierras extremeñas y continúo carretera adelante hacia la capital . Contacto allí con una bibliotecaria de Almagro, que precisamente tiene una amiga profesora que necesita un cable en un pequeño huerto escolar.
No es la primera vez que me encuentro delante de un grupo de niños que quieren plantar, contactar con la tierra, ver como crecen las plantas y observar con esos ojos curiosos que solamente tienen los niños, el desarrollo de la vida vegetal.
Es un elemento reconfortante. Entiendo que para que haya un amor hacia la naturaleza, lo mejor es que los niños se acerquen e interactúen con ella desde la infancia. Así se puede desarrollar un respeto, un cariño y quizás una continuidad con la madre Natura. Y al menos se le da a conocer que existen otros caminos que no es el consumismo desenfrenado, la tele basura o las chuches de plástico.
Se complementa con un desayuno-merienda a base de zumos naturales, tomates y frutas que han sido cultivadas sin pesticidas, matahierbas ni elementos extraños y que solamente buscan producir, aunque el resultado no sea bueno. Este colegio cuida asimismo de una alimentación saludable en su comedor, por lo cual los niños no muestran extrañeza ante esos bocadillos de pan con tomate, frutas, zumos y quesos artesanos.

POR LA RUTA DEL QUIJOTE

Por todos lados la figura del Quijote
Me encuentro de lleno con la ruta del Quijote. Comienzo a ver las placas que así lo indican, y muchos nombres de establecimientos guardan relación con la figura desgarbada y su rozagante escudero. A medida que me voy alejando de la capital castellana, podría esperar que en cualquier esquina me apareciera ese aventurero montado en su Rocinante, lanza en ristre , rostro anguloso y yelmo de manufactura casera y curiosa.
Paso por Cúzar, una población sin mucho renombre ni cosas que descubrir, pero me detengo a hacer noche y de paso tomar un par de fotos de la Ruta de Don Quijote, clavada en un muro de un calle de nombre muy honorable asimismo : Antonio Machado.
Junto a la parada del bus, me detengo cuando las sombras se alargan, y así puedo entablar conversación con algunos vecinos que sacan sus sillas a la calle para charlar a la fresca.
El calor empieza a apretar, y voy camino de Jaén, donde la curiosidad me lleva, contando con la aceptación de alguien que intenta rehabilitar una aldea abandonada.
Me parece algo digno de elogio, en un momento en que España cuenta con la mayor cantidad de pueblos abandonados, aldeas, aldehuelas y pequeños núcleos en medio del campo, cuyos moradores han ido desapareciendo rumbo a la ciudad. Se van los jóvenes, quedan los viejos unicamente, finalmente estos también desaparecen y las casas, los árboles, las calles, comienzan un declive hacia su desaparición.

En medio de todo ello, me sigo preguntando si esto es el final del viaje. Me da la sensación de que así es. Debo retornar a Palma, intentar recuperar una pensión retenida, mi hija está a punto de dar a luz, el motocarro sigue aguantando pero es evidente que al cabo de estos dos años y medio el camino está dejando huella en él, y Jaén parece ser un buen capítulo más en esta historia de un vagabundeo como voluntario.
De manera que enfilo por carreteras pequeñas hacia Jaén, para volver a la región andaluza y dejar atrás los pasos que Don Quijote podría haber hecho físicamente hace centurias.

Pero eso será parte de otra historia...o no.

domingo, 2 de julio de 2017

Esas extrañas señales...


Me ha ocurrido un tanto lo que la canción de la paloma que se equivocaba….ella pensó que era el sur, se equivocaba,,,,

Despedida Jaap,Renée, Tom, Claudia y Mariona
En mi caso, pensaba que iba hacia el norte, y me equivocaba. Estaba cambiando de lugar de destino en la región del Alentejo, en Portugal, después de haber abandonado el sur, la otra gran región portuguesa, el Algarve. Como pasaba cerca de casa de Zé, uno de los anteriores lugares donde estaba, pensé en ir a visitarles. Me esperaba un largo recorrido, hasta quizás, un sitio cercano a Lisboa. Había andado quizás un centenar de kilómetros, y comenzaron a llegar esas extrañas señales, que a veces hacen torcer el rumbo de la vida que uno lleva.

Debo decir que soy en ese sentido, tal vez un tanto psicótico, crédulo o supersticioso. Tl vez haya mucha gente que se maneja así, a golpe de timón, negociando las olas, como solía decir mi cuñado Andrés hablando de “Ringa” su pequeña barquita donde tantos sábados de madrugada salíamos rumbo a la mar, en excursiones de pesca.

Pero me dejo llevar por esos vientos que la vida te manda, y no me ha ido muy mal desde hace muchos años. Quizás sea porque uno se maneja en la inestabilidad, en ese mundo un tanto ambivalente entre la necesidad de seguridad cotidiana y la realidad, que en ocasiones es otra.
Vista desde el baño seco de Michael
Y eso de “negociar las olas” se puede aplicar muy bien a todos los órdenes de la vida, incluida la vida misma. Negociar es dejar que la barca misma elija su camino, con un poco de ayuda del timón, el cruce de la ola, un sesgo hacia la izquierda o derecha para no chocar de frente.
Creo que entenderán.
La vida, quizás la mayoría de las veces, te hace virar hacia un costado para no darte de frente contra un muro. En muchísimas ocasiones existen señales previas, que hay que tener en cuenta, aquilatar, sopesar, y sobre todo estar alerta por si aparecen…

Y APARECIERON

Había solicitado quizás, cuatro o cinco nuevos destinos de voluntariado, en lugares que se encontraban en la mitad de Portugal, aproximadamente en la zona cercana a Lisboa, para que nos entendamos mapa en ristre.
Normalmente, solicito previamente hacer de “Wwoofer” en dos o tres sitios, no más. Considero que uno debe tener cierta responsabilidad en esto, porque no puedes pedir que te tengan un tiempo en una granja ecológica para luego dejar a alguien en la estacada si te acepta y tú no apareces. En ocasiones, me han dicho que ni siquiera envían un mensaje diciendo que finalmente no irán.
Y viceversa, porque muchas veces los voluntarios se quedan si ninguna respuesta.
Que es lo que me ocurrió de repente. Nadie me respondió.
Algo muy curioso, un tanto preocupante cuando te manejas sin saber a ciencia cierta para dónde te llevará este tipo de situación. Porque existe también la confianza, y no es arma menor.
Pues héte aquí que estoy en camino, y silencio total. Mala cosa.
El motocarro me dice que anda cansado. He notado últimamente un cierto desgano en su forma de caminar. Sé que muchos se reirán, pero llega un momento que entre hombre y máquina existe una especie de comunión, de compincheo que te hace hablarle, pegarle un golpecito amistoso y darle las gracias al llegar a un lugar, vamos, como si se tratara de otra persona o de un animal que quizás no comprenda, pero comparte una situación.
En mi caso, siempre he hablado con las cosas inanimadas, como puedo hacerlo con un insecto, una planta o una flor.

¿Qué estoy medio loco?. Mi familia creo que tiene esa seguridad…

Paso por Campología y visto amigos
De todas maneras, cuido y le agradezco a mi “cacharro” el que me transporte, me lleve y me traiga, ...e incluso a veces, quizás sí quizás no, noto cierta alegría en su forma de andar, más sosegada, más alegre, más descansada, como con ganas de hacer carretera...o tal vez no ocurra eso, pero así es como me parece que sucede.

Volviendo a lo de las señales, este estrés en el cacharro era una señal. Ya me ocurrió antes , en algunas ocasiones, en las cuales había problemas mecánicos, o caminos difíciles, que se detectaban luego.
Primero, las señales.
Me informan que tengo problemas con la pensión, y que me la retendrán. Presentación pasaporte en mano para saber por dónde ando. Al parecer, no puedo salir más de tres meses de España si cobro una no contributiva en España. Algo así como prisionero en mi propio país.
De modo que tendré que presentarme, volver a repetir lo mismo sobre mi voluntariado, que muchos funcionarios no entienden. Ya me ha pasado algo similar hace unos meses, y me retuvieron otra vez la pensión. ¿Qué es eso de andar viajando a su edad, con esa ridícula pensión como única entrada y encima parece que lo pasa de miedo????..
Venga, explícate.
Así que tendré que presentarme y llevar mi pasaporte, que no mi DNI español, y someterme a su interrogatorio para que me siga fluyendo el dulce néctar del dinero….
Luego, lo más inquietante.
He enviado solicitudes a tres posibles destinos, No me han contestado. Envío una cuarta, y finalmente una quinta. Silencio total.

-¿Que pasa, señores de las granjas que solicitan voluntarios? ¿ No tienen tiempo de responder con un sí o un no a quien se toma su tiempo para enviar currículum, a veces foto incluida y decir si tienen o si les interesa un wwoofer?. Parece que no, y eso me molesta bastante. La responsabilidad de este tipo de trabajo tiene que ser compartida.

Bueno, quizás me dicen que Portugal se ha terminado. Es algo a considerar.
De modo que inicio igualmente mi camino hacia el norte. Salgo de Meijilhoneira Grande, donde había estado con amigos en la región del Algarve y llego hasta Odemira. Viajo acompañado. Me he reencontrado con Isés, una voluntaria francesa con la que compartí tiempo en una granja. Subimos su bicicleta y nos largamos hacia Odemira. Allí nos despedimos, ella se va hacia San Luis a conocer y visitar gente. Volverá luego a Portimao y en estos momentos retorna a su actividad como marinera, viajando en un barco hacia Tolón, Francia.
Au revoir, Inés et bon voyage
Yo sigo hacia arriba, camino de las cercanías de Lisboa. Entro en la región de Alentejo y me desvío por la “Carretera de la muerte”, la IC1, llena de pozos, de accidentes, con la carretera en muy mal estado, camino de otros amigos.

Mi idea es que si debía abandonar Portugal, volvería por Extremadura. De modo que me voy hacia Grandola, luego hacia el Valle de Guizo, y me encuentro con mis amigos en la Horta do Zé, mi primer destino portugués. Allí me paso un par de días con Zé Orantes y Bruno, María, Rosa María y José Luis, entre otros. Son gente estupenda, y pasamos un par de días muy buenos, tranquilos. Me conecto entretanto con otros posibles destinos, y Oh, Sorpresa!!...me encuentro con una respuesta de una granja en el norte, pero me que queda a 450 kms. Está en las cercanías de Coimbra, tirando hacia Serra do Estrela, donde esperaba recalar.
Allí Ana, la madre de Inés, la wwoofer que he dejado pedaleando por Odemira, tiene unas tierras que quiere recuperar. Pero me queda bastante alejado y el cacharro está remiso. Quizás igual que el dueño, a recorrer esa distancia. Para mí representa algunos días de viaje.
No he contactado con Ana, que vive en París y se desplazaría en julio hasta Portugal, tengo que intentar volver a Palma, mi niña pequeña está a punto de dar a luz y hacerme abuelo otra vez, estoy en tierra de nadie, la batería no quiere cargar, tengo que enchufar el cacharro a la red eléctrica como
si fuera un verdadero vehículo eléctrico, cosa nada fácil cuando estás viajando. No existen enchufes en las calles.
Existen otros problemas, como cargar un móvil o un ordenador. También precisan corriente, pero me las arreglaba con un cargador enchufado al motocarro, que iba recargando aparatos durante el viaje. Ahora, si lo hago, me quedo sin arrancar. Dilema, móvil cargado o vehículo en marcha.
No he podido conseguir un mecánico portugués que me mire si es el alternador, el condensador o lo que fuese. La batería es nueva, porque me dijeron la primera vez que tuve dificultades, que ése era el origen del problema, y no lo fue.
De modo que en viaje, con todo descargado, rezando por que arranque la próxima vez.

Y ALGO PEOR

En un momento dado, viajando por esos lares lusitanos, me equivoco de carril, de ruta o no tenía señales que mostraban correctamente la carretera a tomar. Eso me ha pasado más de una vez anteriormente, y lo expliqué en un artículo anterior.
En algunas comunidades, aprovechan una ruta nacional, comarcal o autonómica para construir una autovía. Amplían los márgenes, reutilizan la ruta anterior y montan la autovía.
Pero se olvidan de quitar los carteles anteriores. De modo que tú vas tranquilamente, miras el cartel que te indica que siguiendo recto continúas por la Ruta Nacional X, sigues un par de kilómetros y Zas!! te metes de lleno en una autovía.
La primera vez que me ocurrió en las inmediaciones de Alcaçer do Sal, en Portugal, me encontré embotellado en un lugar sin retorno. Aparqué, bajé del cacharro y fui a hablar con quienes cobran el peaje. Tienen un aparatito muy mono, que toca un botón y esperas. Alguien te responde y explicas el asunto en cuestión.
Esa es la teoría.
La realidad es que tocaba y tocaba, y no respondía nadie. No podía cruzar la utopista. Todo cerrado, con quitamiedos, cercas y demás. Por supuesto, la oficina/taquilla estaba del otro lado.
Qué hacer? . No puedes volver, solamente te queda seguir adelante, y si la Guardia Republicana te para, intentar explicar qué andas haciendo por allí. Total, me dije, en la primera salida me escapo del tráfico, y retorno.
En España suelen existir salidar cada pocos kilómetros, y yo, iluso de mí, pensé que sería igual en toda la Comunidad Europea, dado que las situaciones son iguales. Craso error. Tuve que hacer 20 kilómetros pegado al arcén, dejando paso y esperando que no me lleven en volandas en alguno de esos vehículos que pasaban lanzados por mi lado. Primera salida : Grándola.
Y en medio, el motocarro se empieza a calentar. No puedo hacer nada más que continuar, pero finalmente se encalla el pistón. Frenazo total, salgo de la autopista y pongo los triángulos de aviso.
Chaleco reflectante y todo lo demás.
Alto en el camino, a la sombra, con un sol de justicia
Solamente toca esperar a que se enfríe el motor, rogar para que no se quede pegado el pistón y continuar más lentamente hasta la salida. Así estoy como una hora, luego cuelgo el triángulo en la parte trasera, porque debo ir a unos 40 kilómetros por hora como mucho, y me preparo.
Pongo ignición, arranca y meto primera. El cacharro salta alegremente hacia adelante….suspiro de alivio… No se agarrotó el pistón.
Finalmente termina el periplo dentro de la autopista. Autopista, que no autovía.
En Portugal no existen dos vías diferentes, y mi cacharro no puede transitar por la autovía. Es lo que me pregunta la empleada del peaje al cobrarme:

-Pero...usted puede transitar por aquí?
-Sí, claro . Afirmo muy seguro de mí mismo – tengo matrícula blanca... (esto en España permite viajar por autovías, que no autopistas).
-Ah..bien de acuerdo. Son tres con veinte, o algo así.
Pago y salgo...tendré que hacer otros 20 kilómetros hacia atrás. Todo por un despiste, una señal mal colocada o lo que fuera. Pero este calentamiento me preocupa. La primera vez que me ocurrió tuve que cambiar el pistón.
Me vuelve a ocurrir al cabo de pocos días. Salgo de una granja, enfilo la carretera, hago tres o cuatro kilómetros y el pistón...grrrrr!!!! Otra vez.
Ahora sí que creo que no puedo o debo continuar por allí. Saldré decididamente por Badajoz, cruzaré Extremadura y a ver dónde llego..o donde quiere mi cacharrito que continúe….

Pero eso será parte de otra historia….o no