domingo, 2 de julio de 2017

Esas extrañas señales...


Me ha ocurrido un tanto lo que la canción de la paloma que se equivocaba….ella pensó que era el sur, se equivocaba,,,,

Despedida Jaap,Renée, Tom, Claudia y Mariona
En mi caso, pensaba que iba hacia el norte, y me equivocaba. Estaba cambiando de lugar de destino en la región del Alentejo, en Portugal, después de haber abandonado el sur, la otra gran región portuguesa, el Algarve. Como pasaba cerca de casa de Zé, uno de los anteriores lugares donde estaba, pensé en ir a visitarles. Me esperaba un largo recorrido, hasta quizás, un sitio cercano a Lisboa. Había andado quizás un centenar de kilómetros, y comenzaron a llegar esas extrañas señales, que a veces hacen torcer el rumbo de la vida que uno lleva.

Debo decir que soy en ese sentido, tal vez un tanto psicótico, crédulo o supersticioso. Tl vez haya mucha gente que se maneja así, a golpe de timón, negociando las olas, como solía decir mi cuñado Andrés hablando de “Ringa” su pequeña barquita donde tantos sábados de madrugada salíamos rumbo a la mar, en excursiones de pesca.

Pero me dejo llevar por esos vientos que la vida te manda, y no me ha ido muy mal desde hace muchos años. Quizás sea porque uno se maneja en la inestabilidad, en ese mundo un tanto ambivalente entre la necesidad de seguridad cotidiana y la realidad, que en ocasiones es otra.
Vista desde el baño seco de Michael
Y eso de “negociar las olas” se puede aplicar muy bien a todos los órdenes de la vida, incluida la vida misma. Negociar es dejar que la barca misma elija su camino, con un poco de ayuda del timón, el cruce de la ola, un sesgo hacia la izquierda o derecha para no chocar de frente.
Creo que entenderán.
La vida, quizás la mayoría de las veces, te hace virar hacia un costado para no darte de frente contra un muro. En muchísimas ocasiones existen señales previas, que hay que tener en cuenta, aquilatar, sopesar, y sobre todo estar alerta por si aparecen…

Y APARECIERON

Había solicitado quizás, cuatro o cinco nuevos destinos de voluntariado, en lugares que se encontraban en la mitad de Portugal, aproximadamente en la zona cercana a Lisboa, para que nos entendamos mapa en ristre.
Normalmente, solicito previamente hacer de “Wwoofer” en dos o tres sitios, no más. Considero que uno debe tener cierta responsabilidad en esto, porque no puedes pedir que te tengan un tiempo en una granja ecológica para luego dejar a alguien en la estacada si te acepta y tú no apareces. En ocasiones, me han dicho que ni siquiera envían un mensaje diciendo que finalmente no irán.
Y viceversa, porque muchas veces los voluntarios se quedan si ninguna respuesta.
Que es lo que me ocurrió de repente. Nadie me respondió.
Algo muy curioso, un tanto preocupante cuando te manejas sin saber a ciencia cierta para dónde te llevará este tipo de situación. Porque existe también la confianza, y no es arma menor.
Pues héte aquí que estoy en camino, y silencio total. Mala cosa.
El motocarro me dice que anda cansado. He notado últimamente un cierto desgano en su forma de caminar. Sé que muchos se reirán, pero llega un momento que entre hombre y máquina existe una especie de comunión, de compincheo que te hace hablarle, pegarle un golpecito amistoso y darle las gracias al llegar a un lugar, vamos, como si se tratara de otra persona o de un animal que quizás no comprenda, pero comparte una situación.
En mi caso, siempre he hablado con las cosas inanimadas, como puedo hacerlo con un insecto, una planta o una flor.

¿Qué estoy medio loco?. Mi familia creo que tiene esa seguridad…

Paso por Campología y visto amigos
De todas maneras, cuido y le agradezco a mi “cacharro” el que me transporte, me lleve y me traiga, ...e incluso a veces, quizás sí quizás no, noto cierta alegría en su forma de andar, más sosegada, más alegre, más descansada, como con ganas de hacer carretera...o tal vez no ocurra eso, pero así es como me parece que sucede.

Volviendo a lo de las señales, este estrés en el cacharro era una señal. Ya me ocurrió antes , en algunas ocasiones, en las cuales había problemas mecánicos, o caminos difíciles, que se detectaban luego.
Primero, las señales.
Me informan que tengo problemas con la pensión, y que me la retendrán. Presentación pasaporte en mano para saber por dónde ando. Al parecer, no puedo salir más de tres meses de España si cobro una no contributiva en España. Algo así como prisionero en mi propio país.
De modo que tendré que presentarme, volver a repetir lo mismo sobre mi voluntariado, que muchos funcionarios no entienden. Ya me ha pasado algo similar hace unos meses, y me retuvieron otra vez la pensión. ¿Qué es eso de andar viajando a su edad, con esa ridícula pensión como única entrada y encima parece que lo pasa de miedo????..
Venga, explícate.
Así que tendré que presentarme y llevar mi pasaporte, que no mi DNI español, y someterme a su interrogatorio para que me siga fluyendo el dulce néctar del dinero….
Luego, lo más inquietante.
He enviado solicitudes a tres posibles destinos, No me han contestado. Envío una cuarta, y finalmente una quinta. Silencio total.

-¿Que pasa, señores de las granjas que solicitan voluntarios? ¿ No tienen tiempo de responder con un sí o un no a quien se toma su tiempo para enviar currículum, a veces foto incluida y decir si tienen o si les interesa un wwoofer?. Parece que no, y eso me molesta bastante. La responsabilidad de este tipo de trabajo tiene que ser compartida.

Bueno, quizás me dicen que Portugal se ha terminado. Es algo a considerar.
De modo que inicio igualmente mi camino hacia el norte. Salgo de Meijilhoneira Grande, donde había estado con amigos en la región del Algarve y llego hasta Odemira. Viajo acompañado. Me he reencontrado con Isés, una voluntaria francesa con la que compartí tiempo en una granja. Subimos su bicicleta y nos largamos hacia Odemira. Allí nos despedimos, ella se va hacia San Luis a conocer y visitar gente. Volverá luego a Portimao y en estos momentos retorna a su actividad como marinera, viajando en un barco hacia Tolón, Francia.
Au revoir, Inés et bon voyage
Yo sigo hacia arriba, camino de las cercanías de Lisboa. Entro en la región de Alentejo y me desvío por la “Carretera de la muerte”, la IC1, llena de pozos, de accidentes, con la carretera en muy mal estado, camino de otros amigos.

Mi idea es que si debía abandonar Portugal, volvería por Extremadura. De modo que me voy hacia Grandola, luego hacia el Valle de Guizo, y me encuentro con mis amigos en la Horta do Zé, mi primer destino portugués. Allí me paso un par de días con Zé Orantes y Bruno, María, Rosa María y José Luis, entre otros. Son gente estupenda, y pasamos un par de días muy buenos, tranquilos. Me conecto entretanto con otros posibles destinos, y Oh, Sorpresa!!...me encuentro con una respuesta de una granja en el norte, pero me que queda a 450 kms. Está en las cercanías de Coimbra, tirando hacia Serra do Estrela, donde esperaba recalar.
Allí Ana, la madre de Inés, la wwoofer que he dejado pedaleando por Odemira, tiene unas tierras que quiere recuperar. Pero me queda bastante alejado y el cacharro está remiso. Quizás igual que el dueño, a recorrer esa distancia. Para mí representa algunos días de viaje.
No he contactado con Ana, que vive en París y se desplazaría en julio hasta Portugal, tengo que intentar volver a Palma, mi niña pequeña está a punto de dar a luz y hacerme abuelo otra vez, estoy en tierra de nadie, la batería no quiere cargar, tengo que enchufar el cacharro a la red eléctrica como
si fuera un verdadero vehículo eléctrico, cosa nada fácil cuando estás viajando. No existen enchufes en las calles.
Existen otros problemas, como cargar un móvil o un ordenador. También precisan corriente, pero me las arreglaba con un cargador enchufado al motocarro, que iba recargando aparatos durante el viaje. Ahora, si lo hago, me quedo sin arrancar. Dilema, móvil cargado o vehículo en marcha.
No he podido conseguir un mecánico portugués que me mire si es el alternador, el condensador o lo que fuese. La batería es nueva, porque me dijeron la primera vez que tuve dificultades, que ése era el origen del problema, y no lo fue.
De modo que en viaje, con todo descargado, rezando por que arranque la próxima vez.

Y ALGO PEOR

En un momento dado, viajando por esos lares lusitanos, me equivoco de carril, de ruta o no tenía señales que mostraban correctamente la carretera a tomar. Eso me ha pasado más de una vez anteriormente, y lo expliqué en un artículo anterior.
En algunas comunidades, aprovechan una ruta nacional, comarcal o autonómica para construir una autovía. Amplían los márgenes, reutilizan la ruta anterior y montan la autovía.
Pero se olvidan de quitar los carteles anteriores. De modo que tú vas tranquilamente, miras el cartel que te indica que siguiendo recto continúas por la Ruta Nacional X, sigues un par de kilómetros y Zas!! te metes de lleno en una autovía.
La primera vez que me ocurrió en las inmediaciones de Alcaçer do Sal, en Portugal, me encontré embotellado en un lugar sin retorno. Aparqué, bajé del cacharro y fui a hablar con quienes cobran el peaje. Tienen un aparatito muy mono, que toca un botón y esperas. Alguien te responde y explicas el asunto en cuestión.
Esa es la teoría.
La realidad es que tocaba y tocaba, y no respondía nadie. No podía cruzar la utopista. Todo cerrado, con quitamiedos, cercas y demás. Por supuesto, la oficina/taquilla estaba del otro lado.
Qué hacer? . No puedes volver, solamente te queda seguir adelante, y si la Guardia Republicana te para, intentar explicar qué andas haciendo por allí. Total, me dije, en la primera salida me escapo del tráfico, y retorno.
En España suelen existir salidar cada pocos kilómetros, y yo, iluso de mí, pensé que sería igual en toda la Comunidad Europea, dado que las situaciones son iguales. Craso error. Tuve que hacer 20 kilómetros pegado al arcén, dejando paso y esperando que no me lleven en volandas en alguno de esos vehículos que pasaban lanzados por mi lado. Primera salida : Grándola.
Y en medio, el motocarro se empieza a calentar. No puedo hacer nada más que continuar, pero finalmente se encalla el pistón. Frenazo total, salgo de la autopista y pongo los triángulos de aviso.
Chaleco reflectante y todo lo demás.
Alto en el camino, a la sombra, con un sol de justicia
Solamente toca esperar a que se enfríe el motor, rogar para que no se quede pegado el pistón y continuar más lentamente hasta la salida. Así estoy como una hora, luego cuelgo el triángulo en la parte trasera, porque debo ir a unos 40 kilómetros por hora como mucho, y me preparo.
Pongo ignición, arranca y meto primera. El cacharro salta alegremente hacia adelante….suspiro de alivio… No se agarrotó el pistón.
Finalmente termina el periplo dentro de la autopista. Autopista, que no autovía.
En Portugal no existen dos vías diferentes, y mi cacharro no puede transitar por la autovía. Es lo que me pregunta la empleada del peaje al cobrarme:

-Pero...usted puede transitar por aquí?
-Sí, claro . Afirmo muy seguro de mí mismo – tengo matrícula blanca... (esto en España permite viajar por autovías, que no autopistas).
-Ah..bien de acuerdo. Son tres con veinte, o algo así.
Pago y salgo...tendré que hacer otros 20 kilómetros hacia atrás. Todo por un despiste, una señal mal colocada o lo que fuera. Pero este calentamiento me preocupa. La primera vez que me ocurrió tuve que cambiar el pistón.
Me vuelve a ocurrir al cabo de pocos días. Salgo de una granja, enfilo la carretera, hago tres o cuatro kilómetros y el pistón...grrrrr!!!! Otra vez.
Ahora sí que creo que no puedo o debo continuar por allí. Saldré decididamente por Badajoz, cruzaré Extremadura y a ver dónde llego..o donde quiere mi cacharrito que continúe….

Pero eso será parte de otra historia….o no



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