Me ha ocurrido un
tanto lo que la canción de la paloma que se equivocaba….ella pensó
que era el sur, se equivocaba,,,,
Despedida Jaap,Renée, Tom, Claudia y Mariona |
En mi caso, pensaba
que iba hacia el norte, y me equivocaba. Estaba cambiando de lugar de
destino en la región del Alentejo, en Portugal, después de haber
abandonado el sur, la otra gran región portuguesa, el Algarve. Como
pasaba cerca de casa de Zé, uno de los anteriores lugares donde
estaba, pensé en ir a visitarles. Me esperaba un largo recorrido,
hasta quizás, un sitio cercano a Lisboa. Había andado quizás un
centenar de kilómetros, y comenzaron a llegar esas extrañas
señales, que a veces hacen torcer el rumbo de la vida que uno lleva.
Debo decir que soy
en ese sentido, tal vez un tanto psicótico, crédulo o
supersticioso. Tl vez haya mucha gente que se maneja así, a golpe
de timón, negociando las olas, como solía decir mi cuñado Andrés
hablando de “Ringa” su pequeña barquita donde tantos sábados de
madrugada salíamos rumbo a la mar, en excursiones de pesca.
Pero me dejo llevar
por esos vientos que la vida te manda, y no me ha ido muy mal desde
hace muchos años. Quizás sea porque uno se maneja en la
inestabilidad, en ese mundo un tanto ambivalente entre la necesidad
de seguridad cotidiana y la realidad, que en ocasiones es otra.
Vista desde el baño seco de Michael |
Y eso de “negociar
las olas” se puede aplicar muy bien a todos los órdenes de la
vida, incluida la vida misma. Negociar es dejar que la barca misma
elija su camino, con un poco de ayuda del timón, el cruce de la ola,
un sesgo hacia la izquierda o derecha para no chocar de frente.
Creo que entenderán.
La vida, quizás la
mayoría de las veces, te hace virar hacia un costado para no darte
de frente contra un muro. En muchísimas ocasiones existen señales
previas, que hay que tener en cuenta, aquilatar, sopesar, y sobre
todo estar alerta por si aparecen…
Y APARECIERON
Había solicitado
quizás, cuatro o cinco nuevos destinos de voluntariado, en lugares
que se encontraban en la mitad de Portugal, aproximadamente en la
zona cercana a Lisboa, para que nos entendamos mapa en ristre.
Normalmente,
solicito previamente hacer de “Wwoofer” en dos o tres sitios, no
más. Considero que uno debe tener cierta responsabilidad en esto,
porque no puedes pedir que te tengan un tiempo en una granja
ecológica para luego dejar a alguien en la estacada si te acepta y
tú no apareces. En ocasiones, me han dicho que ni siquiera envían
un mensaje diciendo que finalmente no irán.
Y viceversa, porque
muchas veces los voluntarios se quedan si ninguna respuesta.
Que es lo que me
ocurrió de repente. Nadie me respondió.
Algo muy curioso, un
tanto preocupante cuando te manejas sin saber a ciencia cierta para
dónde te llevará este tipo de situación. Porque existe también la
confianza, y no es arma menor.
Pues héte aquí que
estoy en camino, y silencio total. Mala cosa.
El motocarro me dice
que anda cansado. He notado últimamente un cierto desgano en su
forma de caminar. Sé que muchos se reirán, pero llega un momento
que entre hombre y máquina existe una especie de comunión, de
compincheo que te hace hablarle, pegarle un golpecito amistoso y
darle las gracias al llegar a un lugar, vamos, como si se tratara de
otra persona o de un animal que quizás no comprenda, pero comparte
una situación.
En mi caso, siempre
he hablado con las cosas inanimadas, como puedo hacerlo con un
insecto, una planta o una flor.
¿Qué estoy medio
loco?. Mi familia creo que tiene esa seguridad…
Paso por Campología y visto amigos |
De todas maneras,
cuido y le agradezco a mi “cacharro” el que me transporte, me
lleve y me traiga, ...e incluso a veces, quizás sí quizás no, noto
cierta alegría en su forma de andar, más sosegada, más alegre,
más descansada, como con ganas de hacer carretera...o tal vez no
ocurra eso, pero así es como me parece que sucede.
Volviendo a lo de
las señales, este estrés en el cacharro era una señal. Ya me
ocurrió antes , en algunas ocasiones, en las cuales había problemas
mecánicos, o caminos difíciles, que se detectaban luego.
Primero, las
señales.
Me informan que
tengo problemas con la pensión, y que me la retendrán. Presentación
pasaporte en mano para saber por dónde ando. Al parecer, no puedo
salir más de tres meses de España si cobro una no contributiva en
España. Algo así como prisionero en mi propio país.
De modo que tendré
que presentarme, volver a repetir lo mismo sobre mi voluntariado, que
muchos funcionarios no entienden. Ya me ha pasado algo similar hace
unos meses, y me retuvieron otra vez la pensión. ¿Qué es eso de
andar viajando a su edad, con esa ridícula pensión como única
entrada y encima parece que lo pasa de miedo????..
Venga, explícate.
Así que tendré que
presentarme y llevar mi pasaporte, que no mi DNI español, y
someterme a su interrogatorio para que me siga fluyendo el dulce
néctar del dinero….
Luego, lo más
inquietante.
He enviado
solicitudes a tres posibles destinos, No me han contestado. Envío
una cuarta, y finalmente una quinta. Silencio total.
-¿Que pasa, señores
de las granjas que solicitan voluntarios? ¿ No tienen tiempo de
responder con un sí o un no a quien se toma su tiempo para enviar
currículum, a veces foto incluida y decir si tienen o si les
interesa un wwoofer?. Parece que no, y eso me molesta bastante. La
responsabilidad de este tipo de trabajo tiene que ser compartida.
Bueno, quizás me
dicen que Portugal se ha terminado. Es algo a considerar.
De modo que inicio
igualmente mi camino hacia el norte. Salgo de Meijilhoneira Grande,
donde había estado con amigos en la región del Algarve y llego
hasta Odemira. Viajo acompañado. Me he reencontrado con Isés, una
voluntaria francesa con la que compartí tiempo en una granja.
Subimos su bicicleta y nos largamos hacia Odemira. Allí nos
despedimos, ella se va hacia San Luis a conocer y visitar gente.
Volverá luego a Portimao y en estos momentos retorna a su actividad
como marinera, viajando en un barco hacia Tolón, Francia.
Au revoir, Inés et bon voyage |
Yo sigo hacia
arriba, camino de las cercanías de Lisboa. Entro en la región de
Alentejo y me desvío por la “Carretera de la muerte”, la IC1,
llena de pozos, de accidentes, con la carretera en muy mal estado,
camino de otros amigos.
Mi idea es que si
debía abandonar Portugal, volvería por Extremadura. De modo que me
voy hacia Grandola, luego hacia el Valle de Guizo, y me encuentro con
mis amigos en la Horta do Zé, mi primer destino portugués. Allí me
paso un par de días con Zé Orantes y Bruno, María, Rosa María y
José Luis, entre otros. Son gente estupenda, y pasamos un par de
días muy buenos, tranquilos. Me conecto entretanto con otros
posibles destinos, y Oh, Sorpresa!!...me encuentro con una respuesta
de una granja en el norte, pero me que queda a 450 kms. Está en las
cercanías de Coimbra, tirando hacia Serra do Estrela, donde esperaba
recalar.
Allí Ana, la madre
de Inés, la wwoofer que he dejado pedaleando por Odemira, tiene unas
tierras que quiere recuperar. Pero me queda bastante alejado y el
cacharro está remiso. Quizás igual que el dueño, a recorrer esa
distancia. Para mí representa algunos días de viaje.
No he contactado con
Ana, que vive en París y se desplazaría en julio hasta Portugal,
tengo que intentar volver a Palma, mi niña pequeña está a punto de
dar a luz y hacerme abuelo otra vez, estoy en tierra de nadie, la
batería no quiere cargar, tengo que enchufar el cacharro a la red
eléctrica como
si fuera un
verdadero vehículo eléctrico, cosa nada fácil cuando estás
viajando. No existen enchufes en las calles.
Existen otros
problemas, como cargar un móvil o un ordenador. También precisan
corriente, pero me las arreglaba con un cargador enchufado al
motocarro, que iba recargando aparatos durante el viaje. Ahora, si lo
hago, me quedo sin arrancar. Dilema, móvil cargado o vehículo en
marcha.
No he podido
conseguir un mecánico portugués que me mire si es el alternador, el
condensador o lo que fuese. La batería es nueva, porque me dijeron
la primera vez que tuve dificultades, que ése era el origen del
problema, y no lo fue.
De modo que en
viaje, con todo descargado, rezando por que arranque la próxima vez.
Y ALGO PEOR
En un momento dado,
viajando por esos lares lusitanos, me equivoco de carril, de ruta o
no tenía señales que mostraban correctamente la carretera a tomar.
Eso me ha pasado más de una vez anteriormente, y lo expliqué en un
artículo anterior.
En algunas
comunidades, aprovechan una ruta nacional, comarcal o autonómica
para construir una autovía. Amplían los márgenes, reutilizan la
ruta anterior y montan la autovía.
Pero se olvidan de
quitar los carteles anteriores. De modo que tú vas tranquilamente,
miras el cartel que te indica que siguiendo recto continúas por la
Ruta Nacional X, sigues un par de kilómetros y Zas!! te metes de
lleno en una autovía.
La primera vez que
me ocurrió en las inmediaciones de Alcaçer do Sal, en Portugal, me
encontré embotellado en un lugar sin retorno. Aparqué, bajé del
cacharro y fui a hablar con quienes cobran el peaje. Tienen un
aparatito muy mono, que toca un botón y esperas. Alguien te responde
y explicas el asunto en cuestión.
Esa es la teoría.
La realidad es que
tocaba y tocaba, y no respondía nadie. No podía cruzar la utopista.
Todo cerrado, con quitamiedos, cercas y demás. Por supuesto, la
oficina/taquilla estaba del otro lado.
Qué hacer? . No
puedes volver, solamente te queda seguir adelante, y si la Guardia
Republicana te para, intentar explicar qué andas haciendo por allí.
Total, me dije, en la primera salida me escapo del tráfico, y
retorno.
En España suelen
existir salidar cada pocos kilómetros, y yo, iluso de mí, pensé
que sería igual en toda la Comunidad Europea, dado que las
situaciones son iguales. Craso error. Tuve que hacer 20 kilómetros
pegado al arcén, dejando paso y esperando que no me lleven en
volandas en alguno de esos vehículos que pasaban lanzados por mi
lado. Primera salida : Grándola.
Y en medio, el
motocarro se empieza a calentar. No puedo hacer nada más que
continuar, pero finalmente se encalla el pistón. Frenazo total,
salgo de la autopista y pongo los triángulos de aviso.
Chaleco reflectante
y todo lo demás.
Alto en el camino, a la sombra, con un sol de justicia |
Solamente toca
esperar a que se enfríe el motor, rogar para que no se quede pegado
el pistón y continuar más lentamente hasta la salida. Así estoy
como una hora, luego cuelgo el triángulo en la parte trasera, porque
debo ir a unos 40 kilómetros por hora como mucho, y me preparo.
Pongo ignición,
arranca y meto primera. El cacharro salta alegremente hacia
adelante….suspiro de alivio… No se agarrotó el pistón.
Finalmente termina
el periplo dentro de la autopista. Autopista, que no autovía.
En Portugal no
existen dos vías diferentes, y mi cacharro no puede transitar por la
autovía. Es lo que me pregunta la empleada del peaje al cobrarme:
-Pero...usted puede
transitar por aquí?
-Sí, claro . Afirmo
muy seguro de mí mismo – tengo matrícula blanca... (esto en
España permite viajar por autovías, que no autopistas).
-Ah..bien de
acuerdo. Son tres con veinte, o algo así.
Pago y
salgo...tendré que hacer otros 20 kilómetros hacia atrás. Todo por
un despiste, una señal mal colocada o lo que fuera. Pero este
calentamiento me preocupa. La primera vez que me ocurrió tuve que
cambiar el pistón.
Me vuelve a ocurrir
al cabo de pocos días. Salgo de una granja, enfilo la carretera,
hago tres o cuatro kilómetros y el pistón...grrrrr!!!! Otra vez.
Ahora sí que creo
que no puedo o debo continuar por allí. Saldré decididamente por
Badajoz, cruzaré Extremadura y a ver dónde llego..o donde quiere mi
cacharrito que continúe….
Pero eso será parte
de otra historia….o no
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