domingo, 28 de junio de 2015

EN CASTELLON (1)



Es increíble lo rápido que se me está pasando el tiempo.

Siempre se ha dicho que es una cuestión bastante relativa la duración, la percepción del paso del tiempo. Ello principalmente, se dice, es debido a la actividad desarrollada por el individuo.


Vista de Mas de les Planetes
Los animales tienen otra concepción del tiempo, limitada a los ciclos horarios (día-noche) o de temporada (invierno-primavera), El ser humano quiere estar enterado en cada momento del horario, como si lo tuviese a su disposición.

No es tal.

Nosotros somos los esclavos del horario.

Y de los días. Porque cuando llegué a Más de Les Planetes, me había planteado una temporada de unos 15/20 días y luego continuar viaje hacia el próximo destino, que posiblemente fuera en Alicante, donde se planeaba una reunión tipo familia con motivo de las Fogueres de Sant Joan.

Pero las cosas cambiaron radicalmente, como suele ocurrir cuando se planea una situación futura más o menos maleable.

En realidad, como siempre un tanto o bastante despintado, no tenía claro que en esta fecha se hicieran las hogueras, tampoco que coincidía con San Juan, ni que 1.000.000 de personas se esperaban por estas fechas en Alicante.


Poniendo tutores a las tomateras
Total, que cuando quise reservar el hotel para pasar esos tres o  cuatro días (no iría en el motocarro, dada la peculiar situación que existe con el nuevo pistón), me encontré con todos los lugares completos, o a precios desenfrenados, astronómicos, imposibles para mi bolsillo…y para el de muchos.

Sigo considerando que este tipo de cambios de tarifas por la oferta y la demanda no es ético. Si reservo esta misma noche, pasadas las hogueras, si lo hago vía Internet y con unos días previos al momento de la llegada, puedo conseguir una habitación por, digamos, 17/20 € . Pero si se me ocurre en Fogueres, podría rondar los 100 . ¿¿Porqué??

Los impuestos que pagan los hoteleros se triplican en fiestas ?. No. ¿Entonces????

Que pretenden, que les pague la temporada baja???

En fin, que me quedé sin viaje, porque cuando me ofrecieron sitio, fue cuando la situación en Les Planetes había cambiado radicalmente.

Comparto lugar con Javier (el padre, que viene ocasionalmente), Pepa, la dueña, y su hijo Urtzi. También una italiana, Viola, que se está aquerenciando del lugar, del hijo y de la vida en España. Habla estupendamente el idioma, y lleva unos ocho meses por aquí. Es una wwoofer como yo y compartimos trabajos.

Pero ha surgido una opción de trabajo en un chiringuito de playa, par hacer pizzas, y los chicos se han largado con viento fresco. Yo me quedaré un tiempo más, estamos a la espera de otro wwoofer italiano, un estudiante de agricultura que viene con mucho ánimo, al parecer, y esto hace que el tiempo se estire.

O se acorte, porque ya hace 15 días o así que estoy aquí, y no me entero. Únicamente cuando es viernes. No sé por qué, pero se me pasan los días como muy rápidos. El trabajo es variado, va “in crescendo”, ahora que no están los chicos, y todo crece.

Crece la cantidad de patos que hay, por ejemplo. No sé cuántos eran los mayores, pero había una nidada recién nacida, con ocho patitos. Luego nacieron 10 más, pero un temporal mató una noche a siete. Pero han nacido otros nueve, hay una pata echada, empollado unos huevos imposibles, y hay  también un par de gallinas con ganas.


Urtzi y Viola brindando antes de irse al chiringuito
Crecen los tomates. Los chicos plantaron como si se fuera a acabar el mundo, y cada día aparecen más. De momento mi labor es intentar encañarlos todos, ponerle tutores que permitan que las plantas suban. En las plantas pequeñas, se va delimitando a uno o dos el número de guías, de modo que subirán a metro y medio o así. En los dos huertos posiblemente haya más de un centenar de plantas. Además, es la temporada de plantar cosas, de modo que Pepa, que se engolosina con los plantines, plantones o planteles, cuando va al mercado vuelve con coles, coles forrajeras, pimientos, cebollines, boniatos, garrafones, tomates de otro tipo (cherrys, variedades locales, cor de bou, etc.), más lechugas variadas, zanahorias, en fin, lo que ve por allí. Ahora el problema suele ser únicamente el lugar, de modo que vamos extendiendo el /los huertos, a la parte trasera, donde en estos momentos está sembrada cebada y algo de alfalfa, material verde muy necesario para los bichejos.

Crecen  las peritas de San Juan (que en Argentina conocía como peras de Navidad, pequeñas y sabrosas), pero se acaban cayendo del árbol, porque no hay  quien las coma, ni ganas de hacer orejones.

Crecen las expectativas, porque salen del baúl viejos planes que Pepa iba guardando para cuando hubiera tiempo (el cambio de una maceta con higos chumbos, el terminar de plantar una yuca, el hacer un sitio de compostaje, llevar una bañera a la zona de ocio del huerto grande, junto a un olivo y un banco, para relajarse por las tardes, plantar cañas, juncos y papiros junto a las fuentes, etc.). Y muchas se están cumpliendo, ya que hay un poco de mano extra.

De manera que no me puedo quejar, excepto porque el tiempo se me está escapando aún más rápido que de costumbre, que es normal dada mi edad.

A los niños la relatividad del tiempo les es mucho más lenta, pero también cada minuto es mucho más largo, considerando el tiempo que han vivido. La rapidez se incrementa con el paso de los años, y por supuesto que también cuando uno anda ocupado por este tipo de situaciones como la que atravieso.

Atardecer desde el camino vecinal
 Por lo demás, no me puedo quejar de casi nada: muy buen trato, mejor comida ( Casi no comemos carne, algo muy usual en todos los lugares donde me encuentro, pero no la echo en falta.), cerca del pueblo, porque la comunicación me traer problemas, pero no aquí. A veces los mosquitos me masacran, de repente, o me corta el dedo una caña, corte difícil y doloroso, o me dura una espina clavada que no puedo sacar…pero son las menos de las veces las situaciones malas o negativas de este tipo. Por lo demás, la piscina me espera, sino terminaremos de instalar la bañera de relax, o me iré al bar Gisber a conectarme con Internet y hacerme una cervecita.

Y veremos cuánto tiempo me quedaré aquí, finalmente.

Que quizás sea motivo de otra historia….o no .

 

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