domingo, 28 de junio de 2015

NO TODO ES JAUJA



El viaje está resultando una gozada. De momento, excepto el problema con el motor del motocarro, que espero haber solucionado, aunque no lo sabré igual hasta dentro de algunos meses, el resto, vivencias, gente, lugares, paisajes, trabajo, caminatas, comidas, carreteras, son una experiencia muy interesante y de momento muy buena.

No estoy guiñando el ojo...
Pero no todo es Jauja.

Jauja era un sitio donde se decía que TODO iba bien. En este periplo que estoy haciendo, las cosas tienen sus más y sus menos.

Sus más, lo que estoy comentando, que me encuentro con gente interesante, digna de conocer y también de establecer vínculos, lamentando que cuando se van creando ciertos conocimientos, ciertas  relaciones con personas que recién conoces, tienes que liar el hatillo y salir de estampida rumbo al siguiente destino.

Claro está que no tienes tampoco más obligaciones que la de cumplir los pactos establecidos de tiempo, trabajo, estancia y de más, y que puedes manejarlo un poco a tu gusto, alargando o acortando las estancias.

Pero aparte de eso, están las contras.

En mi caso, se trataron de insectos chupadores que hicieron un verdadero festín con mi cuerpo.

Ya lo había sentido un poco en Más de la Garra, con los mosquitos, especialmente al amanecer y atardecer, como ocurre siempre en el campo. Pero cuando llegué a Cha Nala, la cosa se complicó. Ellas tienen un sentimiento de permacultura muy arraigado. La permacultura evita el quitar las hierbas que no utilizan (las llamadas “malas hierbas” que no son tal), y aprovechar al máximo el terreno conviviendo con las hierbas salvajes. La doctrina, que el japonés Fukuoka ha llevado a ciertos extremos que no comparto, por ejemplo, traen aparejado poco control referente a los mosquitos.

Así, la hierba alta permite que fructifiquen en esta temporada primaveral, con rocío de noche, algunas tormentas pero una humedad diaria que permite el florecimiento de larvas de mosquitos de todo tipo. Los dos o tres primeros días me atacaron sin piedad. Tanto que cuando me pude acercar al pueblo, lo único que compré fue un litro de amoníaco, para combatir el picor. Existen los llamados jejenes, un tipo de mosca negra pequeñita, que hacen muy mal servicio, si te rascas. Puede durarte varios días.

Pero cambié de tienda, pasando a una caravana. Allí parecía que se multiplicaba la cosa, El amoníaco es una de las pocas cosas que limita, suaviza, calma en parte el picor insistente. Existen momentos en que se “enciende” la sangre, y es imposible no actuar. El picor se extendía a toda la pierna, especialmente en las zonas de articulaciones, tobillos, corvas, rodillas. Codos.

Allí me llamó la atención que me picaran casi al final de los brazos, donde generalmente estaba cubierta la zona por las mangas de las camisetas. Y claro, finalmente me di cuenta, que lo que pasaba es que había pulgas en la caravana. Cuando encuentras las tres picadas juntas, que son de un continuo picor, te das cuenta de que hay pulgas. Mal asunto.

Vacié un aerosol de insecticida durante dos o tres días, y dio resultado. Lo que pasa es que estaba lleno de picadas, y eso aún lo arrastro.

Un día amanecí con un ojo a  la virulé, consecuencia de la mosquita pequeña, que tiende a buscar sitios de humedad en el cuerpo humano, como boca y ojos, Y pican como reverendos hijos de puta que son. De manera que esta es una de las consecuencias negativas del viaje, que bueno, de cualquier manera es soportable, aunque no sea muy agradable.

Existen otro tipo de soluciones refrescantes para las picaduras, pero sigo pensando que el amoníaco es lo mejor. Y puro.

Todo resultó como consecuencia de una picada que recibimos hace tiempo  mi nieta Sira y yo, cuando la peke se quedaba a dormir en casa. Ella tenía asimismo las tres marcas de picadas de pulga, y se hacía daño rascándose dormida. De modo que pedí en la farmacia algo para aliviarle, y me dieron un lápiz, que al ponerlo sobre la herida, calmaba el picor. Me costó como 8 euros, y no duró nada…pero me quedó un olor conocido, de modo que busqué la botella de amoníaco que había debajo de la pila de lavar, y lo usé primero rebajado. Sí, calmaba un poco, pero no tanto, de modo que fui subiendo la dosis (experimentaba conmigo primero y luego le tocaba a la peke). Llegué a utilizarlo puro. En realidad así lo sigo haciendo. Me gasté el litro (eso sí, perfumado), durante el tiempo en que estuve por Cha Nala. Un vecino me dijo que llegaba en mal momento, que poco después terminaban, se alejaban o desaparecían, y no volvían a sentirse  hasta después del verano, con las lluvias de otoño.
La mano parecía una bola
Vale, me tocó la china, pero estaba en el baile y había que bailar.

No con la china, que no estaría mal.

Pero ahora tengo la suerte de tener cerca un espacio destinado a gallinero o algo así. Mucho césped, mucho espacio, un riachuelo por el centro que va desde un grifo hasta una poza, grifo de agua se abre una vez al día para que retocen los patos. Unos cuantos árboles, un peral, varios olivos, viñas, zarzas en los laterales. Dos huertos, uno con tipo “parades de crestall”, que me preguntaba qué sería hasta que recordé por un libro que así lo llamaba un mallorquín, medio inventor de la cosa. Yo lo conocía como “bancales profundos”, producto de John Seymour, un inglés que escribió aquello de “El horticultor autosuficiente “ en los años 50 del siglo pasado.

Ohhhh, sí, soy del siglo pasado.
Me masacraron las piernas
Y bueno, pero hoy en día me siguen picando los bichitos. No aquí, porque los patos son insaciables. Y porque también colaboran los pavos, las gallinas, un gallo traumatizado, el pavo mayor “Compresor”, toda la fauna que habita por allí.

Pero para la fauna también la cosa a veces se pone fea. En Más de la Garra, la cosa fue una jineta, que se cargó dos gallinas en dos días. Descabezadas y en plan vampiro, sin gota de sangre, que por lo visto les encanta. Y aquí, en Les Planetes, la cosa fue el temporal de ayer, que se cargó siete de los diez patitos que habían nacido no ha muchos días. Todo un drama, que suele tocarte de aquella manera, como que es una injusticia como la nueva Ley del Sol. Que nadie sabe porqué ocurre…pero ocurre…como mi ojo hinchado.

Y las fotografías dan cuenta de cómo tuve que afrontar la cosa…

Que también es otra historia,… o no…..

  
 

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