El viaje está resultando una gozada. De momento, excepto el
problema con el motor del motocarro, que espero haber solucionado, aunque no lo
sabré igual hasta dentro de algunos meses, el resto, vivencias, gente, lugares,
paisajes, trabajo, caminatas, comidas, carreteras, son una experiencia muy
interesante y de momento muy buena.
Jauja era un sitio donde se decía que TODO iba bien. En este
periplo que estoy haciendo, las cosas tienen sus más y sus menos.
Sus más, lo que estoy comentando, que me encuentro con gente
interesante, digna de conocer y también de establecer vínculos, lamentando que
cuando se van creando ciertos conocimientos, ciertas relaciones con personas que recién conoces,
tienes que liar el hatillo y salir de estampida rumbo al siguiente destino.
Claro está que no tienes tampoco más obligaciones que la de
cumplir los pactos establecidos de tiempo, trabajo, estancia y de más, y que
puedes manejarlo un poco a tu gusto, alargando o acortando las estancias.
Pero aparte de eso, están las contras.
En mi caso, se trataron de insectos chupadores que hicieron
un verdadero festín con mi cuerpo.
Ya lo había sentido un poco en Más de la Garra, con los
mosquitos, especialmente al amanecer y atardecer, como ocurre siempre en el
campo. Pero cuando llegué a Cha Nala, la cosa se complicó. Ellas tienen un
sentimiento de permacultura muy arraigado. La permacultura evita el quitar las
hierbas que no utilizan (las llamadas “malas hierbas” que no son tal), y
aprovechar al máximo el terreno conviviendo con las hierbas salvajes. La
doctrina, que el japonés Fukuoka ha llevado a ciertos extremos que no comparto,
por ejemplo, traen aparejado poco control referente a los mosquitos.
Así, la hierba alta permite que fructifiquen en esta temporada
primaveral, con rocío de noche, algunas tormentas pero una humedad diaria que
permite el florecimiento de larvas de mosquitos de todo tipo. Los dos o tres
primeros días me atacaron sin piedad. Tanto que cuando me pude acercar al
pueblo, lo único que compré fue un litro de amoníaco, para combatir el picor.
Existen los llamados jejenes, un tipo de mosca negra pequeñita, que hacen muy
mal servicio, si te rascas. Puede durarte varios días.
Pero cambié de tienda, pasando a una caravana. Allí parecía
que se multiplicaba la cosa, El amoníaco es una de las pocas cosas que limita,
suaviza, calma en parte el picor insistente. Existen momentos en que se
“enciende” la sangre, y es imposible no actuar. El picor se extendía a toda la
pierna, especialmente en las zonas de articulaciones, tobillos, corvas,
rodillas. Codos.
Allí me llamó la atención que me picaran casi al final de
los brazos, donde generalmente estaba cubierta la zona por las mangas de las
camisetas. Y claro, finalmente me di cuenta, que lo que pasaba es que había
pulgas en la caravana. Cuando encuentras las tres picadas juntas, que son de un
continuo picor, te das cuenta de que hay pulgas. Mal asunto.
Vacié un aerosol de insecticida durante dos o tres días, y
dio resultado. Lo que pasa es que estaba lleno de picadas, y eso aún lo
arrastro.
Un día amanecí con un ojo a
la virulé, consecuencia de la mosquita pequeña, que tiende a buscar
sitios de humedad en el cuerpo humano, como boca y ojos, Y pican como
reverendos hijos de puta que son. De manera que esta es una de las
consecuencias negativas del viaje, que bueno, de cualquier manera es
soportable, aunque no sea muy agradable.
Existen otro tipo de soluciones refrescantes para las
picaduras, pero sigo pensando que el amoníaco es lo mejor. Y puro.
Todo resultó como consecuencia de una picada que recibimos
hace tiempo mi nieta Sira y yo, cuando
la peke se quedaba a dormir en casa. Ella tenía asimismo las tres marcas de
picadas de pulga, y se hacía daño rascándose dormida. De modo que pedí en la
farmacia algo para aliviarle, y me dieron un lápiz, que al ponerlo sobre la
herida, calmaba el picor. Me costó como 8 euros, y no duró nada…pero me quedó
un olor conocido, de modo que busqué la botella de amoníaco que había debajo de
la pila de lavar, y lo usé primero rebajado. Sí, calmaba un poco, pero no
tanto, de modo que fui subiendo la dosis (experimentaba conmigo primero y luego
le tocaba a la peke). Llegué a utilizarlo puro. En realidad así lo sigo
haciendo. Me gasté el litro (eso sí, perfumado), durante el tiempo en que
estuve por Cha Nala. Un vecino me dijo que llegaba en mal momento, que poco
después terminaban, se alejaban o desaparecían, y no volvían a sentirse hasta después del verano, con las lluvias de
otoño.
La mano parecía una bola |
Vale, me tocó la china, pero estaba en el baile y había que
bailar.
No con la china, que no estaría mal.
Pero ahora tengo la suerte de tener cerca un espacio
destinado a gallinero o algo así. Mucho césped, mucho espacio, un riachuelo por
el centro que va desde un grifo hasta una poza, grifo de agua se abre una vez
al día para que retocen los patos. Unos cuantos árboles, un peral, varios
olivos, viñas, zarzas en los laterales. Dos huertos, uno con tipo “parades de
crestall”, que me preguntaba qué sería hasta que recordé por un libro que así
lo llamaba un mallorquín, medio inventor de la cosa. Yo lo conocía como
“bancales profundos”, producto de John Seymour, un inglés que escribió aquello
de “El horticultor autosuficiente “ en los años 50 del siglo pasado.
Ohhhh, sí, soy del siglo pasado.
Me masacraron las piernas |
Y bueno, pero hoy en día me siguen picando los bichitos. No
aquí, porque los patos son insaciables. Y porque también colaboran los pavos,
las gallinas, un gallo traumatizado, el pavo mayor “Compresor”, toda la fauna
que habita por allí.
Pero para la fauna también la cosa a veces se pone fea. En
Más de la Garra, la cosa fue una jineta, que se cargó dos gallinas en dos días.
Descabezadas y en plan vampiro, sin gota de sangre, que por lo visto les
encanta. Y aquí, en Les Planetes, la cosa fue el temporal de ayer, que se cargó
siete de los diez patitos que habían nacido no ha muchos días. Todo un drama,
que suele tocarte de aquella manera, como que es una injusticia como la nueva
Ley del Sol. Que nadie sabe porqué ocurre…pero ocurre…como mi ojo hinchado.
Y las fotografías dan cuenta de cómo tuve que afrontar la
cosa…
Que también es otra historia,… o no…..
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