jueves, 22 de diciembre de 2016

Cambiando de aires


Bien...hora de emprender la marcha….
Se terminan mis días en Horta de Zé, cerca de Valle de Guizo (Alcacer de Sal, Portugal), un sitio más que maravilloso, una “heredade” auténtica donde las haya, y donde me he quedado con ganas de más….
Trabajando en un huerto comestible en Sant André
Pero es elgo que me viene sucediendo en casi todas las granjas y sitios ecológicos donde he prestado el voluntariado como “wwoofer”. Que cuando ya estás instalado, conoces la gente, los lugares, los proyectos, participas en alguno de ellos, llega el momento de la partida.

Parte de un a fuente "waterflow" que dejo en Alcacer
Es lo que tiene hacer un viaje en estas condiciones. Estás un tiempo determinado, que a veces se puede alargar y otras no, dependiendo de lo que puedas ayudar a hacer. No bastan 15 días, no basta un mes, no bastan dos...siempre aparecen otras cosas en las cuales te gustaría participar, colaborar, sentir esa parte de tu vida que es ser voluntario, pero también es vital para tí.

….y entonces miras el calendario, hay otro sitio que te espera, y te despides de personas que querrías conocer más, con los cuales quieres seguir compartiendo cosas...pero el ciclo se cierra.
Y vuelta a empezar. Esto tiene otra vertiente, que es la novedad, el aprendizaje, un nuevo espacio en tu vida, una nueva oportunidad para ayudar con tu granito de arena a que no se destruya tanto nuestro planeta, a que el verde retoñe, a que se prive a la atmósfera de más elementos peligrosos que las grandes compañías siguen insistiendo en fabricar, obligar a usar, mentirnos con propaganda que no es real, darle la vuelta a la tortilla y hacer parecer maravilloso lo que no es.
Pero es necesario aportar...aunque no sea más que un pequeñísimo aporte, una ínfima ayuda...pero así se van sumando los granos de arena hasta formar una playa.


PARENTESIS Y VUELTA AL TAJO


Alcacer de Sal, y el río Sado
Ahora se abre un paréntesis con el tema de las fiestas de fin de año. Obligadas, te guste o no, están allí… y te sumas más o menos al carro del oropel, de las comidas, de los regalos, del miedo a la balanza, de las resacas y de los excesos que se pagan en enero...y quizás más allá…
De modo que me sumo a estas fiestas, intentaré controlar todo lo que sea posible de controlar, y me doblegaré ante lo que no .

Sé que después de Reyes, con un poco de suerte, estaré nuevamente cavando, plantando, limpiando hierbas o esparciendo estiércol en algún campo. Ahora estoy en Portugal, pero es igual si uno quiere hacer algo para mejorar nuestra Tierra. Siempre habrá un lugar cercano que necesita perentoriamente que le echen una mano, que rieguen, planten o sustituyan árboles y plantas que no enraizaron o terminaron su ciclo vital. Las nuevas colaborarán con mejorar el aire, detener o menguar la desertización, arraigar para exhalar oxígeno, mejorar, sostener o impulsar un clima más limpio. Junto con ello, también será bueno cuidar el reciclaje, obligar a los fabricantes a no utilizar tantas cosas desechables, evitar el plástico no degradable, convencer a los próximos a hacer algo similar.

Estas son tareas que vengo intentando, y que quiero proseguir, mientras el cuerpo aguante.
De momento, me voy para el sur, a intentar pasar el invierno. Ya he recibido las primeras heladas, la escarcha en el agua, las nieblas, los rocíos matinales que te obligan a andar empapado hasta el mediodía, en que el sol te va secando.
Pero cada uno elige las vivencias que quiere, y aunque muchas veces se estaría mejor en una cama calentita, junto al fuego, haciendo nada...llega el momento de levantarse, tomarse un buen café con leche para espabilarse un poco...y al tajo.


SAN TEOTONIO





Estuario del rió Sado (salado) desde el castillo
Allí voy en los primeros días de enero. Una pequeña población ubicada en el sur portugués. Una granja de 5 hectáreas, unos propietarios creo que alemanes, con los cuales nos entenderemos en inglés, en “portuñol” o en lo que sea. Al fin y al cabo, solamente cuentan las intenciones..el que sea una granja o un sitio que cuide la ecología y el medio ambiente, y donde tú puedas aportar eso..un pequeño grano de arena que sumará a los otros ya esparcidos

Que irá incrementándose, mientras haya personas que piensen en el bien del planeta.
De modo que volveré a mi motocarro, me haré los casi 200 kilómetros que me separan de Wolfgang y familia, y veré qué nuevas depara el nuevo año…

Pero esto será materia de otra historia...o no.

domingo, 4 de diciembre de 2016

De España a Portugal



Otro paso más en la avanzadilla.

Salgo de Mérida una mañana cualquiera. Me despido a la francesa, porque así como no encontré a nadie en Huerta Viva el domingo que llegué, así estaba de vacía la mañana que salí. Rafa, que era el único que andaba por allí, había salido cuando terminé de preparar mis bártulos. Esperé un rato, nadie aparecía y el tiempo se me echaba encima. Acostumbro a salir a primeras horas de la mañana, para evitar horas punta y mucho tráfico. Tengo que andar con cuidado en algunas carreteras. El motocarro es lento, comparado con los coches y camiones que me pasan zumbando.
Despedida a la francesa en Huerta Viva

Voy expectante, cuidando mucho los espejos retrovisores, para dar paso a algún acelerado que nunca falta, y quiere pasar a toda costa. Muchos no respetan señales, líneas continuas o cosas por el estilo. Y en ocasiones no puedo darles paso, aunque quisiera, porque no hay arcenes, o viene alguna rotonda, hay un ciclista que los de atrás no ven, pozos, curvas, todos esos incidentes que dificultan muchas veces el tránsito rodado.
Ni bien hay espacio, les dejo pasar. Allá con sus prisas, que yo tengo que ir a mi ritmo. Ritmo lento, sin duda, pero constante. De a poco voy cumpliendo kilómetros, me voy alejando de Mérida, no me he perdido, lo cual puede parecer inusual, pero el camino está bien marcado, el asfalto es excelente (lo ha sido desde que entré a Extremadura, más o menos), y allá voy.

Detrás queda la Huerta Tierra Viva, esas personas cuya amistad no alcancé a consolidar, algo que me ocurre a menudo. El tiempo de estadía como voluntario no alcanza . Aún así, me sigo washapeando con mucha gente de los lugares donde he estado, lo cual en este caso es un logro.
Extraño a mucha gente, porque cuando quieres acordar, te encuentras hablando de vidas respectivas, de acciones, de familia, y se va fomentando otro tipo de trato que no es el del propietario de la granja y el wwoofer.

RUMBO A PORTUGAL

Mi idea es llegar hasta Badajoz, apenas a seis kilómetros de la frontera. Quizás pase y siga la marcha, aunque no quiero desperdiciar la oportunidad de conocer un poco más esta región extremeña, que me ha gustado tanto. Su clima es muy bueno, las personas amables, el trato correcto y amistoso, y los paisajes...qué decir de sus paisajes !
Dehesas, pequeñas colinas , alguna montaña y un paso en lo alto que superó los dos mil metros. El  se  quejaba, pero cumplió como un león. Así que llego finalmente a Badajoz, después de alguna parada obligatoria para enfriar motores, me paseo por sus calles, hago noche allí y salgo de mañana temprano hacia la frontera. Al fin, después de un año y medio por el sur español, cambio de país.

Entro en Portugal. Ningún cambio apreciable, ni el la ruta ni en las costumbres, de momento. A ver qué me espera más adelante.

Me detengo en un bareto a tomarme un café con leche, y de paso comenzar a tener contacto con el idioma.
La casa de Rafa en Mérida, hecha con balas de paja
El  idioma portugués es cerrado, si lo comparamos con el que hablan en Brasil, por ejemplo, pero no diferente del que encontré en Cabo Verde, archipiélago africano que fuera una ex colonia portuguesa, y la que tuve oportunidad de conocer años atrás.
Aún más cerrado si, como acostumbran hacerlo , te hablan rápido. Pero el pueblo portugués es amable, sobre todo, y cuando ven tus dificultades idiomáticas te facilitan las cosas. Generalmente, tan cerca de la frontera, todo el mundo habla un poco de español , y cambian rápidamente para tu comodidad.
Algo que se echa en falta en muchos sitios, tales como Barcelona, donde si no quieren no te hablan nada más que en catalán, y allá tú con tus problemas para entender, seas forastero, extranjero, "guiri"  europeo o japonés... Me pasó recién llegado, y también en ocasiones en algunos sitios del archipiélago balear, aunque aquí llegué un poco más bragado, y luego pude no solo entenderlo, sino hablarlo.

EL CAFÉ CON LECHE

Total, que tomado el café con leche, más leche que café, pero no lo sabía, cada sitio tiene gustos diferentes. Aquí el café, es corto, fuerte, espeso... pero el café con leche otra cosa, si no especificas...total, que seguí mi viaje.
Con el café con leche tengo un problema de gusto particular.
Todo el mundo tiene preferencias, y no iba a ser menos. Que me gusta con más café que leche, en vaso, todo bien caliente. Dejé la sacarina para no aburrir al personal. Acepto el azúcar, y le pongo solamente un poco y ya está.
Pero ahora ya aprendí a pedirlo como quería, y aviso : Eu quero caféleite ben quente, y en cupa, si teins bondade “. Toma ya !. Estará mal escrito, pero creo que se entenderá- Primero aprender a “falhar” y después a escribirlo, si lo consigo.

De momento logro no quedarme atrás en las conversaciones, comprendo quizás la mitad de lo que dicen, pero creo que no me desenvuelvo mal. O quizás todos entiendan el español y no quieran avergonzarme corrigiendo. Existen sonidos vocales que el castellano no tiene, de modo que se complica la cosa. Unas eses arrastradas, un gorgoteo para la doble “rr”, me complican la existencia un poco. Ejemplo: “quente”, que escribí más arriba, en realidad se pronuncia “quenchi”, aunque no es así, sino una especie de "a" francesa, muy, muy suave, pegado a la primera “e”. Algo así como “caenchi”, aspirando la “a”.

Así están las cosas. Cada idioma tiene su particularidad, y siempre me preocupo de intentar cogerle el tranquillo a la cuestión sonora, a ese deje particular que tienen los idiomas. Y el portugués tiene como un elevamiento de las últimas sílabas. Oído, cocina!!.

POR TIERRAS PORTUGUESAS

Comienzo a desarrollar el periplo que tenía escrito en un papel. Viajo pendiente del tío Google por si tengo complicaciones. Sino, pregunto por el siguiente pueblo. Allí me detengo y pregunto por el siguiente, y así. 
Al principio preguntaba por el destino final, y así me iba. Me enviaban a cualquier parte, porque muchas veces la gente no conocía mucho más de dos o tres poblaciones más allá, y no sé si inventaban o intentaban completar el dato, de modo que muchas veces me encontraba recorriendo lugares que no estaban en mi itinerario. Ahora pregunto por el siguiente pueblo. Unos pocos kilómetros, lo tacho de la lista y al siguiente.
Preparando tierra para revocar la casa de Rafa
Las únicas carreteras bien marcadas suelen ser las autopistas, y como me están vedadas, ajo y agua.
Pero las carreteras nacionales portuguesas me resultaron cómodas, y así fui haciendo camino. Paso por Estremoz, y bajo para Évora, donde pensaba hacer noche.
Llegué tarde y pocos recuerdos tengo de la ciudad. Me quedé aparcado junto a la estación de Autobuses.

Cuando puedo, hago noche cerca de estaciones de ese tipo, de buses, de ferrocarril, centros comerciales, etc. Así dispongo de baño y de un sitio donde asearme, aunque aquí me costó 20 céntimos utilizar el WC. En Portugal, o al menos en muchos sitios públicos, existe una persona encargada de los baños, como ocurría hace años en España. Aquí modernizado, moneda en una ranura de la puerta, y franqueada la entrada. Pero mucha limpieza, agua abundante para asearme, lavarme los dientes, etc.
Dormí hasta tarde. El tiempo era bueno, aunque con nubes amenazado tormenta.

Me pilló el agua al otro día, cuando iba camino de Alcacer de Sal, mi nuevo destino. Había contactado con Zé, el propietario de la granja. Sabía que no estaban, andaban trabajando cerca de Badajoz, e incluso me dijo de hacer el viaje juntos. Pero cuando le expliqué que yo iba a 40/50 kilómetros la hora, con paradas intermedias, se enfrió el entusiasmo. Quedamos que alguien llamado “Yosep Lluis” (Así pronunciado), me recibiría
Tuve las últimas indicaciones, batallé con la lluvia como buenamente pude, y finalmente llegué.
Primero a Alcacer, luego al Valle de Guizo (pronúnciese “valguisho”, si se quiere hablar portugués), y de allí una carretera a Porches, una aldea que compone la Horta do Zé. En realidad la Heredade de Porches, una finca inmensa.
Creo que 92 hectáreas en total, unas 60 dedicadas a huertos varios, y otras cosas que me asustan.
Parte de Porches, donde se ubica la Horta do Zé
Porches resulta ser un conglomerado de casas, quizás una veintena, dispuesta en tres o cuatro filas.

Y yo gritando por allí, para ver si aparecía José Luis.

Tuve suerte. En una entrada se leía “Horta Do Zé “en un cartel de alcornoque, el árbol más típico del lugar, que se ve descascarado por todos lados, para aprovechar la corteza en corchos, aislamientos y cosas afines.
Y allí pegué el grito, y apareció José Luis (pronúnciese “yosep lluis” si faze favore). , pantalón impermeable, unos ta y tantos años, bigote incipiente, gorra desteñida por el sol, azada en la mano , abrigos, gafas, y una sonrisa en el rostro.
Bien. Estaba en casa. En mi casa temporal, y a esperar lo que venga.

Pero eso será parte de otra historia...o no.

viernes, 4 de noviembre de 2016

Mi estancia por Mérida



Frente a mi casita en estos tiempos
El periplo que vengo haciendo me está llevando a diversos sitios. Ahora mismo me encuentro en Márida, capital departamental de Extremadura, lugar donde había conectado con la Asociación Huerta Tierra Viva, una “rara avis” que está funcionando bastante, bastante bien.
Me explico : los problemas de la gente del campo son múltiples y variados, y no siempre se consigue el objetivo. En Andalucía seleccioné a Pablo Laffite, porque se trataba de un hortelano que desde hacía un par de años luchaba por encontrar su sitio en la huerta, y poder vivir de ella. Y sabía yo por anteriores lugares lo dificil que era vivir de ello sino se compaginaba con alguna actividad alternativa que incrementara las ganancias.

La huerta ecológica da mucho trabajo y pocos resultados.
Casita de paja de Rafa
 Se lucha con granjas industriales, donde se utilizan pesticidas, insecticidas y todos tipo de nutrientes industriales, dañinos en su gran mayoría para el medio ambiente, pero que producen muchas hortalizas y frutos, y que – curiosamente – está mucho más respaldado por los gobiernos que las huertas ecológicas.
Así le está pasando a Pablo, por ejemplo, y espero que no se cabree si ventilo su caso. Un sitio de alquiler, duro trabajo para tener una huerta decente, con verduras apetecibles y cuidando siempre el medio ambiente.

Pero además de encontrarse junto a un pueblo con muchos hortelanos particulares, Pablo lucha con la particularidad de “nadie es profeta en su tierra”, porque aunque lleva muchos años asentados junto a la población, no es mairenense….
Este es un coste agregado para quienes se trasladan a poblaciones pequeñas, en donde el que no es propio de allí es mirado un poco por encima del hombro, como si Mairena del Alcor fuera el ombligo del mundo. Como digo, es un mal común a la mayoría de las poblaciones menores.
Eso, unido a un propietario cabrito que ahora ve lo que puede dar su tierra, e intenta por todos los medios de quedarse con el fruto de una tierra cultivada, buena, preparada durante un par de años, empieza a buscarle las cosquillas para que se vaya y le deje todo preparado.

Esto es lo que ocurre en múltiples ocasiones, lo he visto y sufrido junto a los hortelanos. Y encima, como buen autónomo, te ves huérfano de ayudas, apoyos y colaboraciones por parte de las autoridades.

EN MERIDA

Por ello , cuando consultado la web de Wwoof España me encontré con esta asociación de Mérida, me interesó. Venía de Granada, donde como asociación en ciernes, una comuna se mantenía desde hace años, con una quesería funcionando a todo tren. Había pasado por Granada, donde Pablo se defiende como gato entre la leña para salir adelante, y finalmente llegué a esta hermosa ciudad con mucha historia.
Y una CSA (Community Supported Agriculture). Una vieja idea, pero una moderna realización.
Abel y Luis preparando las cestas
Los hortelanos de la Asociación pactan la entrega de cestas semanales de los productos que se cultivan en la huerta. Esta entrega tiene unos productos básicos, que se adelantan vía mensaje para que escojan, y luego productos subsidiarios, de los cuales tienen poca cantidad, son especiales o no interesan a todo, que se depositan en un local de entrega y allí todo el mundo que quiera, entre los asociados, se sirve.

La idea que se planta en la mente de los asociados es que el huerto es de todos. Que lo que se va produciendo se entrega en dichas cestas, y se agregan los subproductos. A veces son almendras, aceitunas, nueces que se recogen en otros sitios ecológicos, en otras ocasiones productos manufacturados (ñoras, pimientos enristrados), y todo ello a disposición. Hay otras cosas que se compran a otros horticultores ecologistas, como miel, productos envasados, etc.
...y la cosa está funcionando bien. Cuesta incorporar a personas que no tienen tierras, interés o pretensiones de ser hortelanos, para que se acoplen a la idea. Pero se puede visitar la huerta, ver la producción, dar de comer o visitar los tres borricos heredados, la burra Manuela que será madre en poco más de un mes, las cobayas, palomas, gallinas, tortugas, todo el bicherío que se cuida con cariño en Tierra Viva.

Así se tiene una visión general de la Asociación, del papel que cumple, de los fines establecidos.

Me ha gustado mucho. Paco, Abel, Rafa, Luiggi, andan siempre por allí. Y Ana, una voluntaria que echa una mano de vez en cuando, y Fraguel, y Dani, Gina y el pequeño Teo, en fin, que se mueve gente por allí.

Sobre todo m e ha gustado ver que , aunque no se logren aún los objetivos establecidos, se pueda lograr hacer  funcionar una asociación que desde 2014 mantiene la misma tesitura. 
Haciendo un poco de apicultura
Creo que es un ejemplo de como se pueden ir venciendo poco a poco las adversidades burocráticas, de cómo teniendo metas fijas y contando con colaboración, se puede ampliar el espectro del huerto ecológico, fuera de pesticidas, productos con riesgo de ser cancerígenos, grandes industrias que solamente ven en el resultado final su forma de vida.

 PROXIMO PASO

De momento me encuentro muy cómodo en Mérida, el trabajo no se diferencia mucho de otros huertos similares que he conocido, se trabaja con alegría, reuniones en el porche, charlas y un vino de producción propia o una birra para terminar la jornada.

Ya me estoy yendo, de todas maneras.

El próximo destino será la Horta do Zé, en Portugal . Me han contado maravillas del país vecino, y quiero conocerlo un poco más profundamente. 
Mis anteriores visitas fueron rápidas y aisladas, de modo que puedo tener un nuevo universo dentro de la defensa del medio ambiente, la agricultura ecológica y la batalla diaria para mejorar grano a grano, este mundo hermoso pero tan dilapidado como el que tenemos.

Pero eso será motivo de otra historia….o no.



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domingo, 16 de octubre de 2016

De Andalucía a Extremadura


Me encuentro desde hace unos días en las cercanías de Mérida, una provincia de Extremadura, cuya ciudad lleva el mismo nombre, una larga historia y la capitalidad administrativa de la comunidad extremeña.
Rotura del tanque de aceite.Reunión de mecánicos
He ido de sorpresa en sorpresa desde que salí de Mairena del Alcor, en Sevilla, que forma parte de otra comunidad, Andalucía. Tiro un poco hacia el norte, con la intención de adentrarme posteriormente en el país vecino, Portugal.

El motocarro ha ido como en sus mejores tiempos, excepto en las subidas, donde el peso extra se nota. De modo que intento no entrar por sitios donde desembocas inevitablemente en autovías, algo que suele ocurrirme a menudo, porque han aprovechado las carreteras nacionales para hacer autovías o autopistas, y eso me pone nervioso.

DESDE ANDALUCÍA A EXTREMADURA

La causa del nerviosismo es que, a pesar de poder circular libremente por autovías, (que no por autopistas, más veloces y prohibidas ), es que mi vehículo no deja de ser una moto...y además, muy lento, donde solo puedo ver por los espejos retrovisores laterales lo que ocurre detrás mio.
, y recuerdo las indicaciones ; “ceñirse al arcén, permitiendo en todo momento el mejor funcionamiento del tráfico “.
Tal cual. Me pego a la derecha, aviso con luces a los demás para que no me atropellen y presten atención , y me pasan zumbando.

Pero considero que es peligroso, para mí y los demás. Nunca falta un despistado que venga a 120 y no se de cuenta de tu poca velocidad. Resultado: quedaremos empotrados y listos para ir al hospital o al cementerio. Y todavía no tengo ganas de eso, especialmente de lo segundo.
De manera que intento encontrar rutas alternativas, carreteras nacionales, comarcales e incluso vías de servicio, los antiguos caminos de la región, hoy muy en desuso.
No siempre los encuentro, y tengo que hacer rodeos, me pierdo, me encuentro de repente en lugares donde había cruzado, y cosas por el estilo. Parte es culpa de un despiste, de una mala información o de antiguos carteles que pregonan que allí existe una vía que no es tal.
El tío Google me ha salvado de muchas, pero también me ha metido en enredos de los que no podía salir. Llevo ya unos 5.000 kilómetros andados y hay anécdotas para todo.

Pero hablaba anteriormente de las sorpresas.

La primera, es que encontré una ruta nacional ni bien salí de Mairena, en muy buenas condiciones. Fiel a mis desplazamientos, el día anterior había marcado las principales poblaciones del trayecto, más de 200 kilómetros, y me iba ciñendo al plan de viaje.
Esperaba hacer noche a mitad del camino. Elegí primero Monesterio, una ciudad interesante para visitar, pero luego cambié el recorrido y me decanté por Zafra, más cercana a mi destino final.

Entrada a Zafra
De modo y manera que salí después de la despedida húmeda y más o menos dolorosa como ocurre cada vez que dejas unos casi amigos después de pasar un tiempo en el día a día con alguien que piensa más o menos como tú. El manejarse entre personas respetuosas por el medio ambiente tiene esas cosas. Una comunicación más fluida, un conocimiento común, una defensa férrea de valores de apoyo a la Naturaleza, hace que a poco de encontrarte con nuevos agricultores te sientas como en casa.
E irte de casa cuesta bastante...y en mi caso conviene hacerlo más o menos a la francesa. Silenciosamente, rápida, para evitar pensar que quizás no vuelvas a verles, aunque mantengas comunicación con ellos a través de las redes sociales...pero que ya no será lo mismo.

Elijo generalmente horas tempranas de la mañana, para evitar horas punta de tráfico, sentir el frescor de la mañana y aprovechar las horas del día. Viajar en motocarro no es ni parecido lo que ocurre a bordo de otro vehículo. La velocidad no cuenta, y 200 kilómetros puede acarrear no las dos horas de autopista que transcurren como en un suspiro si viajas en un coche a velocidad constante, sino que pueden ser un día completo, o en mi caso dos. El trayecto se hace por rutas secundarias en lo posible a una velocidad de entre 30 y 50 kilómetros, y en mi caso particular más a la primera velocidad. Allí es donde se encuentra la gran diferencia. Surgen pueblos por los que atraviesa la carretera, donde te obligan mediante unos infames pasos sobre elevados, la mayoría ilegales porque sobrepasan los 10 centímetros reglamentarios, a frenar más o menos violentamente, y saltar como loco. Así quedarán los amortiguadores, que en mi caso no son geniales ni mucho menos.
Pero parece que les encanta amontonar cemento en medio de la calle, formando una montañita no siempre discreta. Existen las bandas sonoras, mas amables e igual de efectivas, pero el cemento les chifla. Y amontonan una larga hilera cementera de parte a parte, sin preocuparse mucho de como suben y bajan los vehículos.
Es mas : creo que hay un punto de sadismo en esa acción. Porque sino, no entiendo como no se preocupan mucho de hacer desniveles apropiados para que escales y desciendas.
En fin...que no quisiera saber los centenares de veces que subí y bajé, brinqué y me tambaleé con el motocarro...y lo que te rondaré, morena.

LLEGANDO A MERIDA

Me puse en contacto con Rafa, uno de los socios del lugar donde iba. Había hecho un buen desayuno, con mi café con leche (en vaso y leche muy caliente, por favor), y una “media”. Es decir, una tostada con tomate, un buen chorreón de aceite de oliva virgen y sal….una verdadera delicia si el pan es bueno.
Me dijo que hasta la tarde no habría nadie en la granja, de modo que me tomé el resto del día en plan turismo. Me encanta el ir mirando el paisaje, detenerme en sitios deliciosos, absorber el paisaje circundante y perderme en esos horizontes lejanos. España es en ese sentido un verdadero vergel.

Arcos romanos a la entrada de Mérida
Los paisajes cambian de lugar en lugar, ahora poblado, ahora rural, ahora un bosquecillo, ahora un desierto, allí un espejo de agua, acullá un valle que se pierde en zonas boscosas. Aquí salta un conejo, allí se esconde algo oscuro y veloz, ahora admiro un buen amanecer, mi vista se pierde un momento entre las nubes caprichosas y lejanas, la mirada como la de un niño que descubre una y otra vez cosas nuevas e interesantes.

Entro en la ciudad de Mérida, que siempre me ha parecido digna de conocer desde la distancia...y no me equivoco. Por aquí y allá aparecen restos romanos, mozárabes, piedra sobre piedra, que hablan de civilizaciones extintas pero siempre presentes.

Muchos parques, mucho verde, junto al Guadiana, que discurre caudaloso y lento por allí. Los puentes comunican ambas orillas y mi carromato sube y baja, sale y entra, en busca de 


un nuevo destino.

Que será motivo de otra historia...o no..



sábado, 27 de agosto de 2016

De vuelta al tajo y otros despistes



He hecho recientemente un Kit Kat, esto es, un paréntesis en el viaje, porque tenía importantes situaciones que solucionar en Palma de Mallorca, de modo que el pasado 22 me monté en un avió y ..hala ! A casita.

Me encuentro cada cierto tiempo con la misma situación, debido principalmente a mi condición de pensionista, que me obliga a una presentación física para decir : “Aquí estoy, sigo vivo”, con lo cual me dicen “muy bien, puede continuar, soldado”, y se acabó la entrevista. También debo visitar cada tanto a mi doctora, para asuntos de medicamentos y control general, y a esto debo sumar que en estas fechas se juntan varios cumpleaños familiares, entre otras cosas.

Mis niñas menores cumplen años el siete y nueve de agosto, y siempre que puedo estoy por allí para lo de los festejos. También se unía el de Ana, su madre, que los cumplía a finales de julio, con lo cual encadeno en estas fechas una maratón cumpleañera.

No me quejo. Las celebraciones de este tipo me gusta, siempre me han gustado, y las pekes seguirán siendo siempre las pekes, aunque sigan pasado los años y ellas cumplan cada vez uno más. (Yo no, estoy un poco fuera del circuito y los cumplo cuando quiero). 
De modo que entre visitas médicas, encargo de una matrícula nueva para el motocarro, visita a mis amigos y compañeros, visitas oficiales y demás, el tiempo corrió muy, muy de prisa. De hecho, pensaba estar un par de días más en Palma y poder disfrutar de la playa, cosa que no pudo ser, porque me enteré al sacar mi tarjeta de embarque que  debía partir dos días antes de lo que creía.


EL DESPISTAO

El despiste es algo que me ha acompañado siempre, pero que últimamente, por culpa del Alemán o por lo que sea, creo que se incrementa. Lo noto principalmente en el sentido de la orientación, que siempre creía era muy bueno, a despecho de lo que siempre me ha dicho Ana, la Ahyneta, mi compañera durante 20 años : “Tú no tienes sentido de la orientación”. 
Por allí...en algún lugar
-Que no?. Ese es el Sur! . 
-“Norte”, 
-Vale..!!y así siempre . Total, que a partir del momento en que me perdí en el bosque por Teruel, y fui el comentario no solamente del pueblo, sino también de “La Voz de Teruel”, el período provincial, comencé a pensar que mejor me lo hago mirar.

Es verdad que no tengo mucho sentido orientativo. Lo estoy comprobando, luego de seguir perdiéndome en el pueblo cercano, salir para el lado de la costa cuando quiero ir a la montaña o decir, como ayer: “Menos mal que ha entrado viento de Levante, porque hacía mucho calor”.
“Levante?”, me indica Pablo “Poniente, que por allí se pone el sol”. Es verdad, pero creo que el sol tiene algo contra mí.
Durante todo el tiempo que me encontraba fuera de Argentina sin ir de visita, pensaba que el sol salía por un determinado lugar. Incluso una novela inacabada que lleva como diez años iniciada, y varias veces corregida y aumentada, que le dicen, sobre la Patagonia hace 10.000 años, hacía aparecer al sol por el mar y ponerse en las montañas de la cordillera. Craso error. El primer día descubro que es al revés, de modo que todas las situaciones escritas en los numerosos capítulos de “La Patagonia, hace 10.000 años”, eran erróneos y se deben corregir.

Pero bueno, me estoy yendo por las ramas.

La cosa es que mi yerno, Víctor, me acercó hasta el aeropuerto cogí el avión a tiempo, porque estuve esperando como media hora en una salida equivocada hasta que me di cuenta afortunadamente, y me encontré con el calor sofocante pero seco de Sevilla capital. Allí estuve un poco tiempo, al menos siempre me parece poco, y cogí un autobús hasta Mairena del Alcor.
Por aquí está Mairena del Alcor
Otra anécdota : Sabía que debía tomar un bus hasta la estación de autobuses, y esperé en una parada que tenía cerca y que conocía. Le pregunté al conductor si iba a la Plaza de Armas (por las dudas, no fuera que tomaba la dirección equivocada) y me dijo, : “Sí, es la próxima parada”, de modo que me fui caminando, pero pensando en que quizás estaba equivocado. No se me hacía tan cerca la cosa. Entro, pregunto (yo pregunto siempre, a todo cristo), y me dicen que es en otra estación, a unos veinte minutos de allí. Llego, pregunto, y me dicen que no, que “no es esta estación, que debo ir por aquí hasta allá, que luego debo torcer a la derecha y que de allí salen los autobuses para pueblos”.
Vale. Maleta rodando, mochila al hombro, botella delitro y medio de agua fría que va mermando, y calor sofocante, llego finalmente. Tomo el autobús, y me comunico con Paquito, un amigo que me irá a recoger. Nos encontramos, Oh, misterios!, en un bareto cercano, (que no sé qué haría yo allí)....y pa' casa.


 EN LA FINCA

Estoy solo en la finca . Paquito, que se encargaba de cuidar el asunto en ausencia del dueño, me dice que se va a la playa,aprovechando el puente de la virgen de agosto, y me deja por la tarde. Una sana envidia me corroe mientras se aleja su furgoneta, pero el deber es el deber. Gallinas, dos perras y un gato, además de una huerta superpoblada, me esperan para comenzar.

Un par de días después llega una voluntaria nueva, Enrica, italiana, romana, bibliotecaria con todos los puntos para serlo, a la que paso a recoger al bus y se instala en la casita de los wwoofer, a la espera de Pablo, que llega un par de días después, de madrugada, reventado después de cruzar parte de Francia, los Pirineos y toooda la costa de España, que es mucho mayor en el sur que en el norte.
Entretanto, concierto para amenizar la espera
Enrica “non parla niente” de español, con lo cual yo aprovecho para mejorar mi italiano, y aunque lo haga tipo Tarzan, se me entiende, y al igual que todos los italianos que frecuento, me aseguran a pie juntillas que “ lei parla molto benne l'italiano, da vero”. Grazie tante.

Así que estoy finalmente de vuelta al tajo. La huerta está muy descuidada, en 15 o 20 días no se ha tocado, las plantas de “cenizo” alcanzan la altura de un hombre, hay super producción y hay que cosechar hortalizas y verduras, limpiar, preparar los secaderos y hacer berenjenas, arreglar el invernadero donde las gallinas han hecho su agosto particular, limpiar patatas almacenadas quitando las podridas, cosechar, enristrar y hacer conservas de diferentes tipos de pimientos, etc. etc.

Pero esto será motivo de otra historia...o no.

sábado, 20 de agosto de 2016

Hortelano y más cosas




Túmulos de la Epoca Neolítica desde la terraza
Ya estoy plenamente instalado en la casita del Huerto del Berrocar, que regenta y suda Pablo con ayuda de wwofys temporarios que van y vienen, más su esposa Aurelie y las pequeñas Violeta, de unos tres años y medio, y la recién llegada, Emma, que acaba de hacer su cumplemés.
Un lugar privilegiado, junto a la vega y de tierras rojizas, vientos polvorientos, con una vivienda ocupada por la familia, y parte de una nave industrial donde se encuentra la casita de los voluntarios, en un huerto cercado de unas dos y media o tres hectáreas en total. Vistas de 360 grados a lugares vestidos de olivares, pequeños bosquecillos, restos antiquísimos y mucha vida animal.

Una huerta de casi una hectárea, poco más o menos, nos brinda la oportunidad de coleccionar toda una serie de verduras y hortalizas que se distribuyen posteriormente en cestas, y algún que otro beneficiario que prefiere venir a ver de primera mano como se trabaja y se recolecta en un pequeño huerto sevillano.

Castillo de la Luna, en Mairena
Calores no faltan, dado que la temporada veraniega está en pleno auge, y hay horas al mediodía y tarde que más vale borrarlas de la memoria, porque luce y reluce un sol implacable que te hace olvidar las pocas ganas que tenías de trabajar o hacer cosas complementarias. Hemos construido unos secaderos, para tener hortalizas deshidratadas de cara al invierno, y el termómetro a veces indica que allí dentro se cuecen más de 50 grados. Llenamos cada día los secaderos, que se recogen la noche, para evitar el relente, pero al segundo o tercer día hay unos orejones estupendos, que se embolsan y se guardan convenientemente a la espera de épocas más frías.

Así, comenzamos con las berenjenas, que venían arrollando aprovechando la buena tierra, agua y los calores veraniegos, para seguir luego haciendo una prueba fallida con pimientos italianos, de los cuales quedó un poco más de medio kilo producto de un cajón de pimientos. Así que cambiamos el método, enristramos y conservamos en frascos al baño maría, que hasta el momento están funcionando de maravillas.
Las conservas permiten quitar pimientos, y además hay que recoger patatas, cebollas, puerros, acelgas, zanahorias, y una larga lista más, mientras esperamos que los pimientos rojos estén listos, para asarlos y conservarlos, enristramos las ñoras, las guindillas, recogemos calabacines, limpiando las líneas de mala hierba, que crece al mismo ritmo que las hortalizas, o quizás más.
En ocasiones no se ven más que cenizos, beleños, cuscuta, gravilla o grama, rodeando la zona. La producción está debajo, y en sitios como una plantación de judías o remolacha no se ven y no crecen por la proximidad de estas plantas adventicias.
Las gallinas a veces se dan un festín, cuando se pueden colar por algún agujero. Incluso hay tres o cuatro pollos que nacieron junto a la verja, que pasean escondidos entre esa maraña de hierbas, hortalizas y verduras, escapando como alma que lleva el diablo cuando te ven cerca.

Y cuando la espalda te duele de estar agachado quitando hierbas, te tomas un descanso, mientras observas a un centenar de metros los túmulos funerarios de quizás 5.000 años de existencia, pensando que además de ese espectáculo privilegiado,estás habitando un lugar que se encuentra encima de una ciudad tartésica o fenicia, de la cual poco se ha excavado, y que quiero sea tema de una nota independiente. Pero antes haré un par de visitas a lugares cercanos, donde hace miles de años pueblos mesopotámicos campaban por sus respetos en esta zona cercana a Mairena.

VIDA SOCIAL

Almodóvar en La Cansina
No hay mucha vida social por ahora. Alguna que otra visita a la finca cercana “La Cansina”, una especie de cortijo rural donde se puede degustar una cerveza, ver alguna que otra actuación en vivo de grupos o personajes que se van acercando al asunto,(allí rodo alguna escena de "Julieta" Pedro Almodóvar) ,



una visita muy interesante a la casa de Carlos Rincón, de quien supe saborear su cerveza artesana picante que sabía a rayos, en un bareto llamado Freak, pero que una noche hizo un despliegue de tipos diferentes de birras en su casa, mientras yo cometía el error de contarle a su prima que no me gustaba el flamenco.

Porqué no me habría callado la boca?…

Resultó que eran familiares de Carlos Mairena, el cantaor, de El Lebrijano, que nos abandonó hace pocas fechas, que la madre de Carlos era cantaora, que su prima era bailaorda, y me machacaron literalmente toda la noche con canciones flamencas, indicándome porqué la “soleá” y las “seguiriyas” son diferentes, porqué el “cante hondo” y las músicas africanas del lado de Marruecos se parecen tanto a los tanguillos, las bulerías o vaya usted a saber qué.
Pero la prima se movía con el salero propio de las andauzas, el taconeo te dejaba boquiabierto, declamaba con gusto las coplas maireneras,y el primo prodigaba las cervecitas sin control…

Al final de la noche creo que hasta me gustaba el flamenco.

LA VIDA CON LOS WOOFERS

Nuestra casita está aislada de la particular de Pablo y familia. La nuestra está construida en una nave que comparte con el propietario de la finca, y está compuesta de un dormitorio, salón comedor, cocina, baño y terracita. Vistas hermosas, sobre todo cuando piensas que esos cúmulos de la loma cercana encierran aún tesoros no descubiertos, procedentes de civilizaciones que comienzan en plena Edad de Bronce, y luego están habitadas hasta la época romana. Y que debajo habrá restos de civilizaciones anteriores, sumerias, fenicias, Edad de Bronce, etc.

Molinos del Campo
De modo que cuando desayunas tu cafetito con leche, tus tostadas con tomate, aceite virgen de oliva y sal, ya te sientes relajado, como sin motivo, pero relajado al fin. Y luego, a partir de las ocho, te internas en el bosque del huerto, y ..hala! A quitar hierbas hasta que te cansas, el calor se hace insoportable, o cambias para hacer conservas o cosechar alguna hortaliza.

Llegué a este destino y me encontré con un francés , Damien, y dos italianos, Lucía y Dávide. Esperaban a una cuarta, Imein, franco tunecina, con la que luego compartí habitación durante un tiempo. Davide daba los últimos toques a su carrousel a pedales, Lucía perfeccionaba su español, e Imein luchaba a brazo partido con las niñas, en su función de “au pair”, o canguro para nos.
Preparábamos las comidas entre todos, sin problemas., intercambiando recetas, inventando cosas o mirando la nevera y el huerto y usando que lo por allí había. Por la noche igual nos dábamos unos voltios por La Cansina, el pueblo o alguna otra historia, o nos quedábamos charlando en la terracita, que a esas horas daba gloria estar.

Al poco tiempo se empezaron a ir a otros destinos, Davide a la costa a trabajar con el tiovivo, Lucia a otro destino como woofer, Imein a un trabajito de camarera en un chiringuito de playa. De pronto me encontré solo, trabajando codo a codo – es un decir – con Pablo .

Así hasta que llegaron en plan viaje de recién casados, Julio, mexicano y Bettine, norteamericana, afincados en Chicago. Con ellos he compartido la casa, les cedí el dormitorio por su condición de recién estrenados, hasta que inicié el paréntesis que me llevaría a Sevilla y Palma..

Pero eso será parte de otra historia….o no.



martes, 12 de julio de 2016

En tierras sevillanas




Finalmente me encuentro en Mairena del Alcor, población cercana a Sevilla (unos 25 kilómetros), afincado en una huerta cercana a la hectárea, donde salen lujuriosas plantas comestibles, adventicias, sembradas y espontáneas que da gloria verlas. Tiene una tierra arenosa muy fértil, y los calabacines alcanzan dimensiones enormes a poco que te descuides a recogerlos. Las hojas de acelgas alcanzan el medio metro , y las zanahorias se van hundiendo en la tierra sin pudor alguno.

El calor de Andalucía tiene mucho que ver, y en estos días nos acercamos peligrosamente a los cuarenta grados de temperatura, lo que nos obliga a acudir temprano a trabajar, y a la una, cuando paramos, el sudor es cosa importante. Las hierbas invaden sin compasión los sembrados y es una batalla continuada pero perdida de antemano, pero que hay que hacer para tener buenos resultados.

Hay una pausa obligada después de comer, cuando el cuerpo no quiere moverse porque el sol es inclemente, y cualquier mínimo esfuerzo es un sudar a mares.
Con la cacharra,,,sufre pero sigue
Pero el invento de la siesta funciona muy bien, y despatarrado medio desnudo en la cama intentas no moverte mucho hasta que comienza esa pequeña brisa que alivia el alma y el cuerpo, y te avisa que ya puedes volver a la vida habitual.

El sitio en sí es una maravilla. Salir de la casa de los voluntarios ya te asoma a otra época. Delante tuyo, una pequeña loma muestra cuatro o cinco túmulos tipo dólmenes de la Época del Bronce, quizás. Al menos tienen unos cinco mil años de antigüedad , y fueron ocupados ininterrumpidamente hasta la época pos romana.
Impresionan por su grandeza y su sencillez,.
Pueden tener dos o tres metros de altura y unos 10 metros de largo, y son centinelas silenciosos del paso del tiempo y el recuerdo de los que antaño poblaron estos parajes. Hoy comparten el lugar con un rebaño de 1.300 ovejas, unos cientos de cabras y unos árboles majestuosos que las cobijan y les arropan, como viejos centinelas obligados por el tiempo a su labor de guardianes centenarios.

Nuestra vivienda es confortable, fresca sobre todo en estos tiempos, y en cuanto asoma una brisa se nota en ella. Dos dormitorios compartidos, una sala de estar/comedor, cocina y baño, más una pérgola de terraza que ayuda a amenizar nuestras tarde. Pablo y su familia, su mujer Odine y sus hijas Violeta, de unos 3 años y la pequeña Emma, de poco menos de un mes, viven independientemente, en su casita de piedra .
En estos momentos somos cinco woofers, o cuatro, porque Demien, un chico francés de profesión arquitecto técnico, pero de vocación aventurero, va y viene. Compartimos dormitorios Imein Kopa,
(significado como Amén, y Kopa, cúpula), una chica francolibanesa que es la “au pair” de las pequeñas (o canguro, en español), y por otro lado lo hacen Lucía, italiana de la región de la Toscana, (pronúnciese Lucchía), Davide (pronúnciese Dávide), sardo y muy ligado a la cultura de Cerdeña, y cuando aparece por aquí , Damián (pronúnciese Demién).

Hablamos una especie de jerga, mezclando tres o cuatro idiomas distintos,compuesto de frases o palabras en francés, español, italiano, incluso árabe, y nuestras charlas suelen ser muy divertidas, entretenidas y llenas de equívocos y risas. Nos hacemos nuestra propia comida, buen surtidos por Pablo y la huerta, y largas sobremesas en compañía de cervezas o un vinito tinto se prolongan cada noche cuando estamos juntos. Todos de paso, unos previendo volver a Francia, otros hacia Cádiz, yo hacia donde me lleve el viento, alguno pensando en quedarse por la zona, que es muy golosa y que en esta época del año- salvo el calor – es apetitosa, sobre todo la zona de playas.

Algún día me escapo hasta Mairena, y tengo prevista una visita a Carmona, a pasar la ITV del cacharro para esta próxima semana, si encuentro un hueco de mañana, quizás intercambiando horarios por algunas horas a la tarde,
Sevilla..y luego quizá Portugal
El trabajo de los voluntarios suele estar reglado en unas 40 horas semanales como máximo, y dependiendo del lugar se establece el horario, que suele ser aleatorio, porque existen trabajos diarios en la huerta que no saben de sábados o domingos. Recibimos a cambio, casa y comida. Es un tipo de actividad que se está extendiendo bastante por toda Europa, y a la vista está lo de las nacionalidades diversas que se juntan en huertos y sitios ecológicos que suelen anunciarse en páginas webs diferentes, pero muy visitadas. Sobre todo, gente joven, que entiende la posibilidad de vivir otro tipo de vida, colaborando así con un a ayuda positiva hacia el medio ambiente. En estos meses me he topado con franceses, italianos, holandeses,británicos, irlandeses, norteamericanos, otros españoles, alemanes, y incluso sé de coreanos, japoneses y chinos con los cuales espero encontrarme en un futuro cercano. Algunos solamente están por poco tiempo, otros se dan cuenta que el campo es duro y no lo soportan, otros reafirman sus ideas y continúan su aprendizaje en otros lugares. Yo soy una especie de “rara avis” que causa sorpresa al principio, pero luego comprenden mi idea básica y están muy de acuerdo, generalmente. Aunque algunos piensan que estoy tronado, y quizás no les falte razón.

De todas maneras, mientras me sigan aceptando en las granjas, o mientras siga funcionando el motocarro y no decaiga el ánimo, seguiré en la brecha. Ahora, después de una pequeña estancia en Palma, retornaré a la senda. La idea es llegar finalmente a Portugal, que según mis primeras estimaciones ya tendría que haber visitado, y luego entrar por la zona norte de España hacia Francia e Italia…
Más eso únicamente lo estoy previendo a largo plazo, porque han cambiado mucho las expectativas desde que salí, y la ilusión por ciertos proyectos va ralentizando la marcha cosa fina.

Pero eso será tema de otra historia...o no.

domingo, 3 de julio de 2016

Llegando a tierras sevillanas



Casa cueva de Guadix,  famosa por esas construcciones
Finalmente me encuentro en Mairena del Alcor, población cercana a Sevilla (unos 25 kilómetros), afincado en una huerta cercana a la hectárea, donde salen lujuriosas plantas comestibles, adventicias, sembradas y espontáneas que da gloria verlas. Tiene una tierra arenosa muy fértil, y los calabacines alcanzan dimensiones enormes a poco que te descuides a recogerlos. Las hojas de acelgas alcanzan el medio metro , y las zanahorias se van hundiendo en la tierra sin pudor alguno.

El calor de Andalucía tiene mucho que ver, y en estos días nos acercamos peligrosamente a los cuarenta grados de temperatura, lo que nos obliga a acudir temprano a trabajar, y a la una, cuando paramos, el sudor es cosa importante. Las hierbas invaden sin compasión los sembrados y es una batalla continuada pero perdida de antemano, pero que hay que hacer para tener buenos resultados.

Hay una pausa obligada después de comer, cuando el cuerpo no quiere moverse porque el sol es inclemente, y cualquier mínimo esfuerzo es un sudar a mares.
Pero el invento de la siesta funciona muy bien, y despatarrado medio desnudo en la cama intentas no moverte mucho hasta que comienza esa pequeña brisa que alivia el alma y el cuerpo, y te avisa que ya puedes volver a la vida habitual.

Para llegar tuve que cruzar un puerto impresionante
El sitio en sí es una maravilla. Salir de la casa de los voluntarios ya te asoma a otra época. Delante tuyo, una pequeña loma muestra cuatro o cinco túmulos tipo dólmenes de la Época del Bronce, quizás. Al menos tienen unos cinco mil años de antigüedad , y fueron ocupados ininterrumpidamente hasta la época pos romana.
Impresionan por su grandeza y su sencillez,.
Pueden tener dos o tres metros de altura y unos 10 metros de largo, y son centinelas silenciosos del paso del tiempo y el recuerdo de los que antaño poblaron estos parajes. Hoy comparten el lugar con un rebaño de 1.300 ovejas, unos cientos de cabras y unos árboles majestuosos que las cobijan y les arropan, como viejos centinelas obligados por el tiempo a su labor de guardianes centenarios.

Nuestra vivienda es confortable, fresca sobre todo en estos tiempos, y en cuanto asoma una brisa se nota en ella. Dos dormitorios compartidos, una sala de estar/comedor, cocina y baño, más una pérgola de terraza que ayuda a amenizar nuestras tarde. Pablo y su familia, su mujer Odine y sus hijas Violeta, de unos 3 años y la pequeña Emma, de poco menos de un mes, viven independientemente, en su casita de piedra .

...y luego una paradita de descanso
En estos momentos somos cinco woofers, o cuatro, porque Demien, un chico francés de profesión arquitecto técnico, pero de vocación aventurero, va y viene. Compartimos dormitorios Imein Kopa,(significado como Amén, y Kopa, cúpula), una chica franco argelina que es la “au pair” de las pequeñas (o canguro, en español), y por otro lado lo hacen Lucía, italiana de la región de la Toscana, (pronúnciese Lucchía), Davide (pronúnciese Dávide), sardo y muy ligado a la cultura de Cerdeña, y cuando aparece por aquí , Damián (pronúnciese Demién), francés de un lugar cercano a Toulousse. Las chicas se van en pocos días. Imein a un chiringuito de playa como camarera, y Lucia a un lugar cercano a Tarifa, como woofer. Dávide también se irá esta semana venidera, si consigue un lugar para la playa con su tiovivo (calesita) de pedales.

Hablamos una especie de jerga, mezclando tres o cuatro idiomas distintos,compuesto de frases o palabras en francés, español, italiano, incluso árabe, y nuestras charlas suelen ser muy divertidas, entretenidas y llenas de equívocos y risas. Nos hacemos nuestra propia comida, buen surtidos por Pablo y la huerta, y largas sobremesas en compañía de cervezas o un vinito tinto se prolongan cada noche cuando estamos juntos. Todos de paso, unos previendo volver a Francia, otros hacia Cádiz, yo hacia donde me lleve el viento, alguno pensando en quedarse por la zona, que es muy golosa y que en esta época del año- salvo el calor – es apetitosa, sobre todo la zona de playas.

Algún día me escapo hasta Mairena, y tengo prevista una visita a Carmona, a pasar la ITV del cacharro para esta próxima semana, si encuentro un hueco de mañana, quizás intercambiando horarios por algunas horas a la tarde,
El trabajo de los voluntarios suele estar reglado en unas 40 horas semanales como máximo, y dependiendo del lugar se establece el horario, que suele ser aleatorio, porque existen trabajos diarios en la huerta que no saben de sábados o domingos. Recibimos a cambio, casa y comida. Es un tipo de actividad que se está extendiendo bastante por toda Europa, y a la vista está lo de las nacionalidades diversas que se juntan en huertos y sitios ecológicos que suelen anunciarse en páginas webs diferentes, pero muy visitadas. Sobre todo, gente joven, que entiende la posibilidad de vivir otro tipo de vida, colaborando así con un a ayuda positiva hacia el medio ambiente. 

En estos meses me he topado con franceses, italianos, holandeses,británicos, irlandeses, norteamericanos, otros españoles, alemanes, y incluso sé de coreanos, japoneses y chinos con los cuales espero encontrarme en un futuro cercano. Algunos solamente están por poco tiempo, otros se dan cuenta que el campo es duro y no lo soportan, otros reafirman sus ideas y continúan su aprendizaje en otros lugares. Yo soy una especie de “rara avis” que causa sorpresa al principio, pero luego comprenden mi idea básica y están muy de acuerdo, generalmente. Aunque algunos piensan que estoy tronado, y quizás no les falte razón.

De todas maneras, mientras me sigan aceptando en las granjas, o mientras siga funcionando el motocarro y no decaiga el ánimo, seguiré en la brecha. Ahora, después de una pequeña estancia en Palma, retornaré a la senda. La idea es llegar finalmente a Portugal, que según mis primeras estimaciones ya tendría que haber visitado, y luego entrar por la zona norte de España hacia Francia e Italia…
Más eso únicamente lo estoy previendo a largo plazo, porque han cambiado mucho las expectativas desde que salí, y la ilusión por ciertos proyectos va ralentizando la marcha cosa fina.

Pero eso será tema de otra historia...o no.


lunes, 27 de junio de 2016

En Granada





Paisaje desde la furgoneta, cercana al cortijo
 He dejado el motocarro aparcado de cualquier manera en un pueblo llamado Guadix, famoso sobre todo por sus casas-cuevas. Por fuera, parecen casas normales, con una entrada, tejas sobre el techo, pintadas de blanco, ese tipo de detalles. Pero se va internando en la piedra caliza, siguiendo cuevas que se van horadando poco a poco. Consiguen así una temperatura similar en invierno y en verano, ahorro de calefacción y refrigeración, comodidad y confort solamente cavando un poco...bastante , que no será facil.
En el cortijo Aloe Vera había una cueva pequeña, una especie de doble habitación, y ya me dijeron lo que costó hacerlo.
Pues bien, el caso es que el motocarro salió, se quedó, volví, lo pusieron a punto, volví a salir y se negaba a subir cuestas, que en el camino elegido eran bastantes. De modo que decidí irme a Granada en autobús, donde quedé con los dueños del cortijo El Manzano, el próximo sitio a visitar, para encontrarnos. 

Vista parcial del cortijo. La ventana verde mi habitación 
Hicimos noche en Granada, oportunidad que aproveché para salir con mis amigos, y luego a dormir hasta la mañana siguiente. Allí me subí a una de las furgonetas Citroen que tienen, y me llevaron hasta el cortijo, a unos 50 kms. de Granada capital, montaña arriba. 
Aparecimos de tarde, y el lugar se me antojaba precioso, con unas vistas estupendas, sobre todo de olivares que subían y bajaban lomas, praderas con cereales y caminos bastante estropeados, que parece ser una tónica general por estos lares. Sobre todo cuando son carreteras comarcales, o de segundo orden.
Pero sorteando baches y mirando el paisaje, charlando para conocernos con Rafa y Alberto, dos de los integrantes den grupo del cortijo, el viaje se me antojó muy corto,

 Cuando finalmente llegamos al cortijo, no dejaba de asombrarme el paisaje circundante. Verde, plantas y verdes, más verde, más plantas, muchos olivos. Caminos vecinales, comarcales y mucho barro. El día se preparaba para llover. Estaba anunciado un cambio en el buen tiempo del que gozábamos hasta el momento, y por la tarde empezo la lluvia.

Musha alimaña suelta por aquí
Para ese entonces ya estaba instalado en el lugar. Me había decido a pedir destino como voluntario en ese cortijo, porque tenían un montón de cabras y fabricaban sus propios quesos. Por cierto de mucha calidad, lo que les valió en 2013 el Premio Nacional de la industria quesera a un tipo de producto que ellos denominan “torta”. Exquisito, por cierto.
La palabra “UTOPIA” se destaca claramente en una loma cercana, hecha con un tractor y de una altura de varios metros, que seguramente el satélite de Google podría captar perfectamente. Hay reparto de trabajo, varias personas fijas y algunos voluntarios que van y vienen, sirviendo de comodines para distintas tareas, y otras fijas como el ordeñe y pastoreo de las 120 cabras de que disponen. El trabajo en la quesería toca por día, y un gran tablero en el comedor informa de la actividad que te concierne ese día.

No me he tomado un día libre desde que llegué, porque estoy sin vehículo, aquí las dos o tres furgonetas se descacharran muy a menudo, aunque he tenido que servir de conductor para llevar a gente a las cabras, a unos dos kilómetros del complejo de casas que componen el cortijo, para llevarles paja a los bichos para que estén confortables en sus habitáculos, o para llevar a alguien hasta la gasolinera próxima, donde esperan el autobús.

Pero en cuanto a paisaje, la región es hermosa,  y la vista desde la terraza mejor. Aa lo lejos se observan las montañas nevadas de Sierra Nevada, y más cercanas, otra cordillera menor, cubierta de verde. Es una buena época la elegida para venir, y me ha gustado mucho.

Un lagarto atrapado por un ratito
La gente es estupenda. Tenemos largas conversaciones, sobre todo en estructuras sociales y similres, dado que es una especie de comunidad en formación, que a través de una asociación intentan la autosuficiencia lo más total posible. Eso es justamente la utopía que persiguen, y se verá con el tiempo si funciona. De momento, se están agregando nuevos miembros, y en total hay unas siete u ocho personas fijas, más los voluntarios que pasamos por allí.

El tiempo transcurre sin que te des cuenta, ocupado entre cabras, queseria, huertos, casa, comidas y demás quehaceres diarios.
De aquí seguiré viaje a otro sitio que no tiene nada que ver. Aquí hay unas quince hectáreas, con cereales, olivos, animales, huertos, etc. El próximo será un curioso lugar de poco más de dos hectáreas, creo, donde Pablo, el propietario, quiere ser autosuficiente con un huerto, como autónomo, tarea que se me antoja muy difícil de conseguir así  como así en estos tiempos.

Pero eso será material para otra historia....o no.